Café

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El vapor disminuía en cada golpeteo del reloj, era cuestión de segundos para que su café terminara frío en totalidad, sin darle siquiera un sorbo agarró la cartera del interior de su abrigo con la intención de pagar la cuenta, no había sido la mejor decisión ir a aquel lugar a final de cuentas, estar solo con el corazón roto no dejaba espacio para las buenas decisiones. Su miraba fue directo hasta el suelo cuando cayó la última foto que conservaba de su ex pareja. Agacharse y recogerla fue lo peor, el dolor llenó su corazón de golpe, justo como el que sintió cuando llegó a casa y le miró en la cama con otra persona.

Mientras su mirada viajaba por esa sonrisa y ojos avellana en su mente solo podía repetirse una y mil veces la manera en la que Taemin lo miró esa tarde, entre la frialdad y alegría, consiguió dejarlo cubierto de llanto por horas. Su presencia no causó la más mínima reacción, era como si lo estuviera esperando solo para mostrarle como besaba y unía su piel a la de alguien más. Como si quisiera lastimarlo a propósito.

El amor no dejaba de ser un tema tan raro para él, a sus casi cuarenta años no podía ni quería hacer un berrinche, pero de qué manera le decía a su corazón que en cuestión de segundos la persona a la que le dedico años de su vida, hasta el grado de casarse, simplemente era un desconocido ahora. Ya no lo amaba, sería un tonto si permitiera que su corazón latiera todavía por él, pero era inevitable darse cuenta y sufrir en cierta parte por todo en momentos así. El solo hecho de ver pocos comensales en la cafetería aumentaba esa brisa helada que con fuerza le arrancó un suspiro.

Con la mano apretó la foto de Taemin tirándola en el bote de basura antes de ir dejar el pago en la mesa mientras revisaba la hora en el celular, tendría que estar trabajando y no recordando su vida amorosa. Salió por la puerta principal mientras trataba de encontrar sus llaves de entre la ropa, mismas que cayeron cuando el ruido de una bandeja al chocar contra la pared llamó su atención. No debía, pero la curiosidad le ganó haciendo que inconscientemente caminara hasta la puerta de servicio, no solía escuchar las pláticas ajenas, pero parecía que estaban regañando a alguien.

—¡Estás loco Wonbin!

—Espera Eunseok, esto no es como parece, por favor baja a voz, todavía hay clientes.

—¡No! Te estoy pidiendo una explicación para esta estúpida carta, y no haces más que darle vueltas al asunto, ¿cómo no quieres que dude de ti? Solo dime que es mentira, desde el inició te dije que yo no soy así, lo respeto mucho, en serio, pero no soy así.

Parecía que Wonbin estaba a punto de llorar, había sido acorralado por sus propios sentimientos al grado de hacer una carta donde plasmo uno a uno desde el día donde lo conoció. No sirvió de nada el ponerlo en anónimo, mucho menos hacerlo en maquina porque Eunseok tan pronto leyó la primera línea lo tomó del brazo y empezó a presionar. Con el labio inferior temblando abrió la boca queriendo terminar con eso de una vez por todas, aunque terminara llorando en el proceso.

Desde el inicio fue una ilusión para él, pero no consiguió de ninguna manera evitar enamorarse de él, siempre era tan amable, tan serio y confiable. Desde hace unas semanas tomó la decisión de renunciar a su trabajo, pero no lo haría teniendo ese pendiente, aunque ahora que notaba las consecuencias de sus actos, tal vez, hubiera sido mejor no dejar la carta en primer lugar, así su corazón no estaría expuesto.

—¿Qué haces tu con mi carta?

Los ojos del rubio se abrieron cuando una tercera voz asomo tras su hombro, tanto Eunseok como él le miraron con sorpresa al ver la manera tan sencilla en la que agarraba con fuerza la carta de entre los dedos del castaño.

—Lamento haberme escondido tras un anónimo Wonbin, lo que debí hacer desde un principio fue ser directo, soy alguien mucho mayor que tú y tuve miedo de tu reacción.

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