Entre tú y yo

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Lo había conocido durante su ultimo año en el colegio, ambos sintieron esa compatibilidad al instante en que se miraron por primera vez, era palpable, tanto que tuvieron que mesurar sus emociones en constantes citas para estar seguros que no era un arranque de la edad o algo parecido, de lo contrario habría esperado su desastroso final. Contrario a ello, el cuidado fue ideal, entre más hablaban y convivían más se llegaban a sorprender de lo fuerte de su conexión, como un sueño del que sabían despertar causaría un dolor impresionante. Eran demasiado jóvenes para medir las consecuencias, tanto como para destruirse.

Su matrimonio fue viento en popa, se entendían, tanto que la gente preguntaba si habían tenido alguna vez una discusión, nada era perfecto, aunque parecía que su relación lo era, claro que tenían discusiones, nada que una buena conversación no solucionara. Desde el inicio fue un acuerdo común, si algo sucedía, si existía un inconveniente por mínimo que fuese, nadie se movería de su lugar sin antes arreglarlo, tardara el tiempo que necesitaran.

Cinco años de matrimonio prospero vieron la oscuridad cuando al taller de Minho llegó un sobre en color amarillo, desde el principio fue extraño, de solo leer el contenido una risa asomó de sus labios lleno de incredulidad, era el colmo, nadie ganaba absolutamente nada con su intento inútil de ponerlo en contra de su pareja, cuando firmó el contrato de matrimonio entregó su confianza entera a Taemin, como un acto reciproco.

"No vas a creer lo que acaba de llegar al taller amor mío. Voy en camino a casa, antes pasaré a comprar algo de comer. Te amo."

Dejó un mensaje de voz al ver que Taemin no contestó el teléfono, seguramente seguía empecinado en cocinar, no era su fuerte, aunque era adorable el verlo hacer el fuerzo aún tiempo después. Condujo calmado mientras el papel amarillo permanecía sobre el asiento contrario, ¿qué buscaba conseguir quien fuera la persona tras esa carta? Nunca harían que dudara de su amor.

Estacionó el auto frente una pequeña casa, mirando las cortinas abiertas, definitivamente terminó mal el intento de hacer la cena para esa tarde. Lo llamó al cruzar la puerta, pero no escucho respuesta alguna. De solo pensar que pudo haber tenido un accidente subió de prisa las escaleras hasta su habitación. Por un momento pensó que preferiría verlo con una quemadura, o desmayado, cualquier cosa, antes de verlo de esa manera.

—Taemin... —aquel nombre que hace solo un segundo era un algodón dulce en su paladar, ahora era una daga que sin temor atravesó su garganta, letra por letra, tan corto y largo al mismo tiempo.

Cuando sus miradas se cruzaron no hubo más que gozo en los ojos de Lee, quien hizo caso omiso a la presencia de su esposo, besó sin pudor alguno a su amante entregado en totalidad al pacer carnal que este le ofrecía. Para Minho, aquellos segundos duraron una vida entera, era una mentira, debía serlo, Taemin nunca sería capaz de lastimarlo de esa manera, su Taemin no lo miraría así, él no, de entre todas las personas confiaba ciegamente en su esposo.

Cerró la puerta antes que los gemidos tras esta se volvieran más escandalosos, pero fue en vano, con cada escalón que bajaba, aquel ruido se intensificaba hasta dejarlo sordo, no hizo más, no quería estar en ese sitio ajeno ahora a su existencia, se movió por instinto, tal vez tuvo que enfrentarlo, gritarle y golpear a su amante, no obstante, era imposible, el cuerpo le suplicaba solo irse lejos antes de volverse loco.

Dejó el auto tal cual lo estacionó, junto con esas letras que ahora rondaban con violencia su alma.

"¿Realmente confías en tu esposo? Sí miras solo sus virtudes nunca te darás cuenta de su traición."

Lloró como nunca antes, hasta casi arrancarse la garganta de la desesperación, entre el dolor y el odio hacia la vida en general al día siguiente buscó un abogado para llevar su proceso de divorcio. No quería ni pensaba seguir unido a una persona que era capaz de lastimar de esa manera, no existía rastro de sangre tras su acto, ni un solo moretón o rasguño, pero no hacía falta, su alma estaba destrozada sin opción a reparación.

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