Epílogo

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Las gotas azotaban con fuerza contra las ventanas del autobús, ahora más que nunca, Minho se lamentaba por tener el auto en reparación justo cuando la época de lluvias recién había empezado, con suerte se lo entregarían la siguiente semana, pero por el momento tendrían que recurrir al uso del transporte para verse, aún si tardaban más de lo deseado.

Desde hace un par de días el menor estaba reacio en verse luego de haber pescado un resfriado, mismo que lo obligo a solicitar un tiempo en su trabajo. Cuando Jinki escuchó que estaba enfermo no dudo ni un segundo en pedirle que guardara reposo, lo que menos podía permitirse era tener a todo su personal contagiado de gripe justo en esa época del año, los necesitaba sanos, podían prescindir al menos una semana de Wonbin.

Debería estar en casa para esa hora de la tarde, pero realmente lo extrañaba, ya eran al menos cuatro días sin verse y la ausencia de su sonrisa le estaba cobrando factura en las noches donde ya se estaba acostumbrando a su calidez contra el pecho. Aunque todavía no vivían juntos, era más recurrente ahora, el hecho de dormir en el departamento de otro cada cierto tiempo.

Apretó la mochila contra su pecho percibiendo al instante el calor que los recipientes guardaban, a su parecer no había nada más delicioso que un caldo de res si se estaba enfermo, además sería la primera vez que cuidaría a su pareja estando en enfermo, la emoción era palpable, tanto que el mismo Wonbin contuvo una risa cuando escuchó sus intenciones en su última llamada.

Bastaron un par de toques en la puerta para que la sonrisa de Wonbin lo recibiera permitiéndole entrar poco después. Minho entró mirando que el menor solo esperaba su llegada para poder tomar su ducha, así que acatando su petición para evitar los besos lo dejó ir al baño y fue a su cocina para servirle la comida.

Acomodó un plato hondo con el caldo de res y una taza de té caliente sobre la mesa mirando la puerta del baño, si tardaba mucho seguramente entraría, pero sus planes de ser un héroe se vieron afectados cuando el menor salió con la toalla en la cabeza y su pijama más abrigadora, parecía un gato con su suéter de algodón.

—Eso huele muy bien Minho, ¿lo hiciste tú? —se acercó al otro lado de la mesa, apartando al mayor antes de que hiciera cualquier movimiento.

—Sí, especialmente para ti. —su mirada lo estaba poniendo nervioso, cuando se lo proponía, Minho era alguien peligroso, pero no se iba a dejar intimidar.

—Pues voy a probarlo.

Trató de mantener la calma levantando la mano en cuanto aquel hombre parecía querer levantarse o siquiera tocarle las manos.

—¿Por qué no me dejas acercarme? Ya casi te recuperas. —eso parecía un berrinche.

—No quiero contagiarte, lo sé, ya estoy saliendo, pero todavía tengo el bichito de la gripe, ya considera mucho el hecho de haberte abierto la puerta. De lo contrario solo la comida estaría dentro del departamento.

—Eres muy malo Wonbin. —se apoyó contra el respaldo de la silla mirando atentamente la manera en la que los labios de su pareja se volvían brillantes por el caldo, cómo es que el rubio le gustaba tanto, al grado en que, el solo verlo comer le aceleraba el pulso.

—Si me sigues mirando de esa manera voy a correrte de aquí.

Ante tal advertencia, Minho no tuvo más opción que dejarlo de mirar, aunque de vez en cuando cruzaba entre los dedos para poder verlo, así fuera muy poco. Antes que terminara de comer, fue hasta su cama ayudándole a cambiar las mantas y dejarla perfecta para su entrada.

—Después de comer ve a dormir, voy a limpiar y ya en la noche me iré.

—De acuerdo, muchas gracias por la comida. —habló cuando se puso de pie pasando a su lado, antes de ir a la cama fue a lavarse los dientes esperando a que la puerta del baño se cerrara para poder apoyarse contra la madera.

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