3. madrid

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"Solamente ha pasado una semana y ya estoy harto", pensó Juanjo sentado en la cama de la habitación de su hotel, contemplando el techo. Madrid le estaba sorprendiendo, pero no de manera positiva.

Sus últimos 7 días se podían resumir en ensayar, comer y dormir. No había hecho otra cosa. La coreografía propuesta por Judit era de las más complejas que había bailado en su vida. La mezcla de popping, waaking y toques de breakdance, todo con una base de hiphop, hacían que a Juanjo le doliese cada extremidad del cuerpo. Al ser una de las figuras más destacadas de su grupo, llevaba la voz cantante en la mayoría de instantes de la coreografía, lo cual hacía que no pudiese ni pararse a respirar en los 5 minutos de actuación.

Esa misma tarde del sábado y la posterior mañana del domingo eran los únicos momentos libres que tenía el maño antes de la exhibición del sábado siguiente. Algo en su interior se removió. Por mucho que desease quedarse ahí tumbado las 24 horas libres que tenía, sabía que no debía malgastarlas. Llevaba tantos años soñando con viajar a la capital, el lugar donde nadie suele parar, que no se perdonaría no haber salido a la calle simplemente a dar una vuelta.

Se incorporó suspirando, y se planteó si llamar a Denna para que le acompañara, pero en el fondo le apetecía pasar un rato solo. Él y sus pensamientos. Como siempre había sido.

Una parte de él que poca gente en su entorno conocía era su pasión por el arte. Le encantaba pintar y visitar museos cuando se sentía saturado. Por eso, en cuanto se enteró de su viaje a Madrid, se prometió sacar un hueco para visitar el Museo Sorolla.

La entrada los sábados por la tarde era gratis, así que se apresuró al interior de la galería para no perder un segundo más. Los asombrosos jardines le recibieron, aportándole la calma y tranquilidad que necesitaba en ese instante. Tardó apenas unos segundos en quedarse absolutamente maravillado.

Se detuvo a admirar el precioso patio Andaluz situado en el centro de la Casa. Una vez en el interior, no solo encontró colecciones de pintura, sino también escultura, cerámica, textiles y objetos varios que formaron parte de la vida cotidiana del pintor y su familia.

Continuó observando su alrededor, asombrado, hasta que una pintura en concreto le llamó la atención. Se acercó a observarla con detenimiento. En ella estaban principalmente representadas una mujer y un recién nacido, tumbados en una cama, arropados. Parecía que brillaba con luz propia, con esa dominancia del color blanco. Juanjo supuso que la escena representaba el momento posterior al parto del pequeño. Transmitía una sensación íntima, con el cariño adornando cada rincón. Reinaba el alivio, el descanso, la felicidad.

— Imagina el amor que debió sentir Sorolla al pintar este cuadro... —le susurró una voz.

Juanjo se giró, sobresaltado, y trató de reconocer a la figura plantada a su lado. Martin, el amigo de Kiki, le observaba con curiosidad.

— ¿Qué haces tú aquí?

— Hola a ti también, Juanjo. No imaginaba encontrarte por aquí, no te pega.

— Supongo que no soy cómo la gente suele imaginarse al conocerme.

— La verdad es que me has sorprendido, suponía que estarías encerrado ensayando. Ya sabes, trabajando para superar al maestro...

— A mi también me sorprende verte aquí. Como es tan difícil que os ganen a vosotros, los veteranos, suponía que estarías por ahí de fiesta.

— Pues sí que va a ser que nuestras suposiciones eran erróneas.

— Teniendo en cuenta que nos conocimos ayer...

— ¿Puedo preguntarte por qué te has parado enfrente de "La Madre"?

rhythm revolution | juanjo y martin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora