9. sevilla

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El Patio de los Naranjos.

Ubicado en la Catedral de Sevilla, es un vestigio de la antigua mezquita aljama construida en el siglo XII durante la época almohade. Fue integrado a la catedral tras la conquista cristiana en 1248. Con sus naranjos, arcos de herradura y la Puerta del Perdón, es un símbolo de la fusión entre las herencias islámica y cristiana de Sevilla, ofreciendo un espacio tranquilo que conecta con la historia de la ciudad.

Pero como Juanjo era de esos que no se conformaban con leerlo en un libro, el mismo día que llegó a Sevilla se apresuró a visitar la catedral para verlo con sus propios ojos.

El patio era simplemente impresionante. La suave luz del sol iluminaba cada rincón, acompañado de la sombra que ofrecían las hojas de los altos naranjos que rodeaban el lugar.

Olía a alegría, a paz.

— No me extraña que Zahara y Fernando eligiesen este sitio para encontrarse. Es simplemente mágico.

Juanjo se giró, sobresaltado. Martin le observaba esbozando una pequeña sonrisa.

— ¿Tú, otra vez? ¿Me espías o algo?

— No puedo negar que te presto bastante atención, pero esto podría llamarse casualidad. Por segunda vez, además.

— ¿Qué haces aquí?

— Lo mismo que tú. Ver el lugar dónde se basa la leyenda con mis propios ojos. Tendremos nuestras diferencias, Juanjo, pero compartimos la mirada de artista.

— Ni siquiera me ha dado tiempo a investigar sobre la leyenda. He venido directo aquí. Necesitaba verlo.

— Te entiendo. Los viajes en metro son bastante largos, así que yo sí que he tenido oportunidad de buscar algo de información.

— ¿Quieres contarme? Así me ahorras trabajo.

— Eres un aprovechado. Pero cada vez tengo más claro que me es imposible decirte que no. Verás...

« se dice que en este mismo sitio, por entonces la gran mezquita, vivía una hermosa joven musulmana llamada Zahara. Era hija de un importante dignatario de la ciudad. En una de sus visitas a la mezquita, Zahara conoció a Fernando, un joven cristiano noble que se había infiltrado en la ciudad para realizar labores de espionaje para los ejércitos cristianos que planeaban reconquistar Sevilla.
A pesar de las diferencias religiosas y culturales, Zahara y Fernando se enamoraron profundamente. Comenzaron a encontrarse en secreto aquí mismo, en el Patio de los Naranjos, bajo la sombra de los árboles y el sonido del agua que fluía por las fuentes. Estos encuentros eran peligrosos, ya que si alguien los descubría, ambos podrían ser condenados por traición a sus respectivas comunidades.
Con el paso del tiempo, la leyenda del amor quedó impregnada en los muros del Patio de los Naranjos. Se dice que en las noches de luna llena, los susurros de Zahara y Fernando pueden escucharse entre los árboles, y que el aroma de los naranjos se vuelve más intenso, como un recordatorio de su amor eterno y de la tragedia que los separó. »

— Qué trágico.

— ¿No te parece bonito? No hay nada más valiente que dos personas que saben que quieren estar juntas, y se lanzan a por ello, a pesar de las posibles consecuencias.

— Muchas veces esas consecuencias pueden hacer que todo se vaya a la mierda.

— ¿Pero y si no? ¿Y si sale bien, y luego te arrepientes toda la vida de no haberlo intentado?

— Tú lo que eres es un soñador. Nunca tienes los pies en la tierra. Hasta bailando se te nota.

— Perdón por no ser taaan perfecto y riguroso como tú, Juanjo. Perdón por dejarme sentir. —replicó irónicamente mientras negaba con la cabeza.

— El baile no es solo sentimiento, también es control. Si no controlas ese sentimiento, puede terminar desbordándose.

— ¿Y acaso no es eso lo que nos da ganas de vivir? ¿Lo que nos permite ser nuestra versión más pura? Yo te he visto bailar con control, pero también te he visto desbordarte. Te empeñarás en odiarme, pero el otro día me enseñaste ese lado tuyo más puro. No puedes simplemente ignorarlo, porque está dentro de ti.

— Que para ti sea fácil sentir no significa que para los demás sea igual, Martin. Tanto esfuerzo, tanto sacrificio, no puede irse a la mierda porque yo me permita explotar. Simplemente no puedo joder todo por terminar de romperme. Nunca me había pasado... hasta el otro día.

— Te he visto bailar muchas veces. Más de las que crees. Y, aunque sería mentira negar que eres impresionante siempre, nunca había visto nada como lo que vi en aquella sala. Eres magia, Juanjo. Solo tienes que permitirte sentir.

No sabía en qué momento habían avanzado tanto, pero se encontraban uno frente a otro, con apenas unos centímetros de separación. Juanjo, quien nunca miraba a los ojos a nadie, no podía apartar la mirada de aquel iris de tono verdoso.

Recordó las palabras de Denna. "Solo lo descubrirás si te permites intentarlo". Respiro hondo, y susurró— No sé por qué me cuesta tanto. Siempre he sido así. He crecido con todas estas capas, sin mostrar un mínimo de debilidad. Todo por protegerme.

— Pero no puedes dejar que por esa protección te olvides de sentir. Tienes todo aquí dentro, —dijo colocando una mano suavemente sobre el pecho de Juanjo, justo encima de su corazón.— solo tienes que dejar que salga. Te prometo que desde que me he dado cuenta, soy mucho más feliz. Porque aunque sea en secreto, como Zahara y Fernando, lo tienes en tu interior, y eso es lo más importante.

— ¿Cómo te diste cuenta? ¿En qué momento decidiste mostrarlo?

— En realidad, todavía no lo he hecho.

— Pero si llevas bailando con pasión y sentimiento toda la vida —replicó Juanjo, confundido.

Martin dejó caer su mano, acariciando suavemente el torso del maño, sin apartar la mirada de sus ojos. Sonrió débilmente.

— No estoy hablando de bailar.

rhythm revolution | juanjo y martin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora