11. cafés

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La vibración del teléfono de Ruslana interrumpió el silencio que reinaba en la habitación. Martin y ella estaban tirados en la cama de la pelirroja viendo "La Mesías", como siempre que necesitaban desconectar.

Podía afirmar que la chica, sin ninguna duda, era uno de sus lugares seguros. Siempre había estado a su lado, tanto en los buenos momentos como en los malos. Tenían tal nivel de confianza que la consideraba parte de su familia. Como si fuera una hermana más.

Por tanto, cuando salió huyendo tras haber confesado sus sentimientos al chico que no salía de su mente y haber recibido el mejor beso de su vida por respuesta, no dudó en dirigirse al lugar donde estaba su amiga buscando apoyo. Tras conversar durante horas, el sueño pudo con ellos y cayeron rendidos en esa misma cama.

— Dime, Kiki. Si... Sí, claro. No lo dudes. Estoy con Martin, sí. Nos preparamos y vamos. Un beso, chao.

La pelirroja colgó y se incorporó de un salto.

— Ala, levanta el culo que ya tenemos plan. Vas a tener que ver a tu chico antes de lo que tenías previsto, pero no hay mal que por bien no venga.

— ¿Mi chico? ¿A dónde vamos?

— Kiki nos ha invitado a una cafetería de aquí cerca, dice que avisemos a los demás. Están con los de The Street Symphony, así que seguro que también está Juanjo. Aprovecha y ponte guapo, que le tienes que conquistar.

Martin soltó un resoplido cansado y se dispuso a prepararse. Optó por un atuendo cómodo, unos simples vaqueros anchos con una camiseta azul algo ajustada.

Cuando Ruslana estuvo preparada ambos amigos se dirigieron al exterior del hotel, encontrándose por el camino con Alex, Lucas y Cris, quienes se unieron a ellos. Alex estando especialmente emocionado, puesto que hace unos días había logrado intercambiar el número de teléfono con Denna, y habían estado manteniendo el contacto desde entonces.

Martin no tenía claro cuáles iban a ser sus sentimientos al volver a ver al maño. Pero lo que desde luego no esperaba era encontrársele sentado en una mesa rodeado de todos sus amigos, con alguien abrazado a él y dándole numerosos besos en la mejilla.

Qué cojones.

Hey, guys! Venid, sentaos. Estos son Bea y Álvaro. —dijo señalando a una chica con cara amable y al chico que se encontraba pegado a Juanjo—. A Bea la conocemos desde pequeñas, tocaba el piano en nuestro mismo conservatorio y nos hicimos muy amigas. Álvaro es un amigo de Juanjo, es de aquí de Sevilla.

Les saludaron amablemente, mientras tomaban asiento en el grupo. Alex se colocó al lado de Denna con una sonrisa ilusionada. Martin miró a Juanjo, pero el maño parecía estar ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Se limitaba a tomar pequeños sorbos de su café mientras charlaba tranquilamente con Álvaro.

Al darse cuenta de que era imposible llamar su atención, se enfrascó en una conversación animada con Cris, el cual se había sentado a su lado. Era un chico un tanto pesado, ya que siempre trataba de insinuársele a pesar de haberle dejado claro en numerosas ocasiones que no estaba interesado en él; pero siempre le había entretenido pasar tiempo con él, era gracioso y sabía sacarle una sonrisa fácilmente.

Pasado un rato, comenzó a notar la mirada de Juanjo sobre él. Aunque al intentar hacer contacto visual, éste le rehuía.

— Martin, ¿no tenías que bajar al pueblo a recoger lo de mañana? —preguntó Ruslana, sacándole de sus pensamientos.

— Ah, sí. Ahora buscaré un bus o algo.

— Don't worry! Juanjo iba a ir también, a comprar unas cosas para nuestra actuación. Te puede llevar, así te ahorras el viaje. ¿No, Juanjo?

— Eh... Sí, sí. No hay problema. —contestó fijando su mirada en el vasco por primera vez.

Se miraron durante unos segundos que parecieron eternos. Martin creía ver el los ojos contrarios algo, un significado que no era capaz de descifrar. La última vez que los había mirado había sido antes de que el chico se abalanzara sobre sus labios, y ahora no podía sacárselo de la cabeza. Juanjo apartó disimuladamente a su amigo mientras tomaba un sorbo de su café, para después relamerse los labios despacio. Todo el cuerpo de Martin se puso en tensión.

La burbuja que parecía haberse creado explotó cuando Cris llamó su atención, alegando que tenía una mancha en la comisura de la boca e inclinándose a retirarla. Justo en el momento en el que los dedos rozaron su cara, un estrepitoso ruido acompañado con un murmurado "Me voy a fumar" indicó que Juanjo había abandonado el lugar.

Tras un codazo mal disimulado y una mirada de alerta de Ruslana, se apresuró a seguirle.

Tras buscar un rato por los alrededores, le entró fumando apoyado sobre una pared en la parte posterior del edificio. El clima era cálido, pero el chico se cruzaba de brazos como si tuviese frío. Martin se acercó cuidadosamente.

— ¿Fumas? —se atrevió a preguntar mientras se apoyaba junto a él, observándole detenidamente.

— Qué listo eres cuando quieres. —replicó el maño despectivamente.

— Es malísimo para los pulmones, y siendo bailarín eso debería importarte.

— Te noto preocupado.

— No cambies de tema.

— Solo lo hago muy puntualmente. Cuando estoy de fiesta, o nervioso.

— ¿Estás nervioso?

— Que va, ¿no ves los cubatas y la música que nos rodea?

— Eres imbécil. ¿Por qué estás nervioso?

— No lo sé, la verdad... A lo mejor porque el tío que ayer se me declaró y al cual le comí la boca sin ningún reparo, se piró corriendo y ahora pasa de mi cara.

— Tampoco es que tú hayas puesto mucho de tu parte. —protestó el pequeño, girándose hacia su dirección y frunciendo el ceño.

— Ahí dentro no se te veía muy afectado.

— Si piensas que no me afecta, es que no entendiste nada de lo que te dije ayer.

— Me cuesta creerte mientras veo cómo otro tío te quita el puto café de los labios.

— Aaaah. Estás celoso.

— ¿Debería? Solo nos hemos besado una vez, tampoco es para tanto.

— Eres tan gilipollas. —exclamó Martin, enfadado, disponiéndose a abandonar el lugar.

Juanjo le agarró del brazo.

— ¿A dónde te crees que vas?

— Lejos de ti.

— Tenemos que ir al centro juntos, ¿se te ha olvidado?

— Pues le pediré a cualquiera que me lleve. Suéltame.

— Eso, pírate con tu novio. —escupió Juanjo soltando su brazo, dando otra calada a su cigarrillo.

— Deja los putos celos. Cris es mi amigo.

— Ese no quiere ser tu amigo, Martin. Te mira la boca cada vez que hablas. Los amigos no hacen eso.

— Pues tú lo estás haciendo ahora mismo. —replicó Martin, desafiante, colocándose frente al maño.

— Es que yo no soy tu amigo —contestó, apagando el cigarro y lanzándolo al suelo.— Los amigos no te quieren besar. Como yo. O Cris.

— No sé qué coño más decirte para que entiendas que el único al que quiero besar eres tú.

— ¿Y por qué no lo haces? Así me lo recuerdas.

— Cállate ya.

rhythm revolution | juanjo y martin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora