Cap.13

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El sol de la mañana se colaba por los ventanales del hotel mientras Martin y Denna esperaban en el vestíbulo, a que les dieran las tarjetas de las habitaciones.

Tras dejar todo el equipaje cada uno en su habitación, se reunieron de nuevo en el vestíbulo para así poder ir a explorar la ciudad.

Ambos estaban vestidos cómodamente, preparados para un largo día. Martin llevaba su cámara colgada enganchada al pantalón, para así poder hacer una fotografía de cada cosa que le gustara.

—Bueno, que, ¿estás lista para ser los típicos turistas? —dijo Martin, mientras miraba el móvil.

Denna se puso las gafas de sol, sonriendo. —Totalmente. Crepes, selfies frente a la Torre Eiffel, y compras por los Campos Elíseos. ¿Qué más se puede pedir en esta vida?

—¡Exacto! —rió Martin, guardando su móvil en el bolsillo—. Aunque es una pena que Alex y el resto vayan a perderse todo esto.

Denna suspiró, rodando los ojos con una sonrisa. —Ya sabes cómo es el fútbol, entrenar, entrenar y entrenar... Pero bueno, habrá que apañarse con lo que hay. Y lo que hay eres tú, mi querido amigo fotógrafo.

Martin rió mientras caminaban hacia la salida del hotel. —Me siento halagado. De todos modos, estoy seguro de que Alex preferiría estar comiéndose una crepe ahora mismo que corriendo detrás de un balón.

—Créeme, lo sé —dijo Denna mientras ambos cruzaban la calle hacia la Torre Eiffel—. Pero bueno, hoy París es nuestro. Así que vamos a aprovecharlo.

Cuando llegaron a los pies de la Torre Eiffel, la imponente estructura de hierro se alzaba ante ellos. Martin, como era de esperar, levantó su cámara y comenzó a disparar fotos desde distintos ángulos, deteniéndose cada dos pasos para capturar la belleza del lugar.

—No importa cuántas veces la veas, siempre es impresionante —dijo Denna.

—Si. Es como... no sé, es París, ¿sabes? Todo aquí parece mágico

Un par de minutos después, se acercaron a un pequeño puesto de crepes. El vendedor, con una gran sonrisa y una espátula en mano, les preparó las crepes más buenas que habían comido.

—Mmm —dijo Martin, con la boca llena de crepe de Nutella—. Esto si que es vida.

Denna se echó a reír, tomando un bocado de la suya. —Totalmente. Esto es justo lo que necesitábamos, un día fuera del estrés de Barcelona.

—Sí —asintió Martin, aún disfrutando su crepe—. Rodar, grabar, ir a infinitos eventos... ya me hacía falta desconectar.

—Ya sabía que esto nos sentaría bien —Denna terminó su crepe y miró hacia el horizonte—. Además, después de los Campos Elíseos, tengo que llevarte a mi sitio favorito.

—¿Ah sí? ¿Cuál?

—La casa de Monet. Tienes que verla. Los jardines, los colores... te va a encantar... aunque primero tenemos que ir de compras claro.

Caminaron por la famosa avenida, observando las tiendas de lujo, las cafeterías llenas de vida, y el flujo constante de turistas. Martin, como siempre, aprovechó cada oportunidad para capturar la esencia del lugar con su cámara.

—Este sitio es increíble —dijo Martin mientras tomaba una foto del Arco del Triunfo a lo lejos—. Aunque me siento como un guiri con la cámara en la mano todo el rato.

—Eres un guiri, Martín —bromeó Denna, dándole un ligero empujón en el hombro—. Pero tranquilo, yo también lo soy.

Ambos rieron mientras continuaban su paseo. El aire estaba fresco, y París les sonreía con sus encantos. Después de un rato más de caminar, decidieron dirigirse a la famosa Casa de Monet en Giverny.

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