Ꜥꜥֶָ֢🪷ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 16

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JungKook corría a través de las iluminadas y bulliciosas calles de Seúl, el aire frío de la noche rozaba su rostro, pero no le importaba

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JungKook corría a través de las iluminadas y bulliciosas calles de Seúl, el aire frío de la noche rozaba su rostro, pero no le importaba. Llevaba una bufanda gruesa cubriéndole el cuello, que se balanceaba con cada paso que daba, mientras un enorme suéter de lana envolvía su cuerpo, protegiéndolo del viento helado. El Alfa no podía evitar sonreír con anticipación, su corazón palpitando rápidamente no solo por la carrera, sino por el deseo de volver a ver a su Omeguita, TaeHyung, quien lo esperaba en Seúl.

Después de horas de súplicas en la casa de sus abuelos en Busan, finalmente había logrado convencerlos de que le permitieran regresar. Había pasado casi todo el día con ellos, pero no podía dejar que el cumpleaños de TaeHyung terminara sin su presencia. Lo había extrañado demasiado, y la idea de no estar allí para verlo sonreír mientras abría sus regalos le dolía profundamente. Así que, sin pensarlo dos veces, había tomado el primer tren que partía hacia Seúl, decidido a llegar a tiempo.

Cuando el tren llegó a la estación de Seúl, JungKook consultó su reloj. Eran las once y media de la noche. Solo quedaban treinta minutos antes de que el cumpleaños de TaeHyung terminara. Con determinación, salió de la estación y buscó un taxi, pero no tuvo suerte. Sin embargo, eso no lo detuvo. Con un bufido resignado, decidió correr el resto del camino. El sonido de sus zapatillas resonaba en las calles vacías mientras atravesaba el barrio, sintiendo cómo su aliento se hacía cada vez más entrecortado.

— Debo volver al gimnasio — Murmuró entre jadeos, deteniéndose por un momento junto a un árbol para recuperar el aliento. Solo faltaban tres casas para llegar a la de TaeHyung, pero el esfuerzo de correr durante tanto tiempo comenzaba a pasarle factura.

Con renovada energía, siguió corriendo, decidido a no rendirse. Al llegar a la casa de TaeHyung, se detuvo frente a la puerta y comenzó a tocar el timbre con insistencia, su corazón latiendo a mil por hora. Mientras esperaba, sacó de su mochila un pequeño osito de peluche que había tejido él mismo. Había pasado semanas aprendiendo a tejer con la ayuda de su abuela a través de videollamadas, todo para crear algo especial para su Omeguita.

La puerta finalmente se abrió, revelando a JaeBeom, quien lo miró con una ceja levantada, reconociendo a JungKook de inmediato.

— Oh, eres tú — Dijo con un bufido, aunque una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios.

— ¿Está TaeHyung? — Preguntó JungKook, nervioso, mientras trataba de controlar su respiración acelerada.

— Está en la sala, con mis padres y Ji-Ho. Pasa — Respondió JaeBeom con una sonrisa más cálida — Se ha pasado todo el día un poco triste porque no estabas. Te apuesto diez wones a que gritará cuando te vea.

— Trato — Dijo JungKook con una sonrisa, quitándose el suéter y la bufanda, colgándolos en el perchero junto a la puerta.

Siguieron caminando por la casa, pasando por los corredores adornados con luces suaves, hasta llegar a la sala. Allí, JungKook vio a su Omeguita acurrucado bajo una gruesa manta, con sus adorables pantuflas de conejito, que sustituían las botas que había llevado puestas antes. TaeHyung sostenía entre sus manos una taza de chocolate caliente, mirando el reloj ansiosamente, esperando a que el día terminara para poder abrir sus regalos.

— ¿Ya puedo? — Preguntó con su voz dulce, mirando a Ji-Ho — ¿Cuál puedo abrir primero? — Añadió, haciendo un puchero con los labios.

— El mío — Respondió JungKook, su voz ronca resonando en la sala.

TaeHyung giró la cabeza rápidamente al escuchar esa voz tan familiar. Su taza casi se le resbaló de las manos mientras daba un brinco, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y emoción. Soltó un grito agudo, corriendo hacia su Alfa, y se lanzó a sus brazos, rodeando su cuello con fuerza.

— ¡Alfa! — Gritó, aferrándose como si no quisiera soltarlo jamás — ¡Viniste! ¡Te extrañé mucho! — Exclamó, dejando un tierno beso en la mejilla de su Alfa.

JungKook, sintiendo el calor del pequeño cuerpo de TaeHyung contra el suyo, envolvió su cintura con sus brazos, respirando profundamente el dulce aroma de su Omeguita. No había lugar en el mundo donde quisiera estar más que allí, en ese preciso momento.

— Que gusto tenerte aquí, muchacho — Dijo SeoJoon, el padre de TaeHyung, con una sonrisa mientras sostenía a su propio Omega en su regazo, disfrutando de una copa de brandy.

— Todo gracias a JaeBeom, él me ayudó a convencer a mis padres — Explicó JungKook, haciendo que TaeHyung lo mirara con sorpresa.

— ¿JaeBeomie? — Preguntó, volteando a ver a su hermano.

— No podía soportar verte triste por la ausencia de JungKook — Respondió JaeBeom con una sonrisa, abrazando a su Omega por la cintura.

La noche continuó en la cálida sala, donde las luces del árbol de Navidad parpadeaban suavemente. TaeHyung se acurrucó junto a JungKook, escuchando con atención mientras él le contaba la odisea que había vivido para llegar a tiempo, desde Busan hasta Seúl. Las risas y el cariño flotaban en el aire, mientras JungKook prometía regresar al gimnasio, bromeando sobre lo agotado que estaba después de tanto correr.

Cuando el reloj marcó la medianoche, TaeHyung comenzó a abrir sus regalos con una sonrisa brillante. Ya llevaba puesto el regalo de JaeBeom, mientras sus padres le habían obsequiado un departamento para cuando cumpliera dieciocho años. Ji-Ho le había dado una colección ilimitada de libros, algo que TaeHyung valoraba profundamente. Finalmente, JungKook le entregó su regalo: el osito de peluche tejido y un anillo de promesa, ambos símbolos de su amor eterno.

Esa noche, cuando todos se retiraron, TaeHyung y JungKook se acurrucaron juntos en la cama, el pequeño Omega abrazado al pecho de su Alfa. Los padres de TaeHyung habían permitido que durmieran juntos, confiando en que JungKook cuidaría de su hijo. TaeHyung, con el anillo de promesa brillando en su dedo, robaba pequeños besos a JungKook, susurrando palabras de amor mientras se iban quedando dormidos.

Sus corazones estaban entrelazados, y aunque el futuro era incierto, ambos sabían que estarían juntos, planeando una vida compartida llena de amor.

Sus corazones estaban entrelazados, y aunque el futuro era incierto, ambos sabían que estarían juntos, planeando una vida compartida llena de amor

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just let me adore you 𐙚 kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora