Capítulo 8. Recuerdos que duelen

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Era demasiado, realmente demasiado para superarlo con una noche de sueño. Había recordado muchas cosas, que no tenían un sentido y tampoco parecían conectadas, pero cada una de esas cosas revolvían sus emociones, provocaban miedo, inseguridad y desconfianza. No podía explicarlo y si trataba de buscar más en sus recuerdos recién obtenidos, comenzaba a dolerle la cabeza, como una clase de advertencia de que no debía presionarlo, de que lo que se le había dado era todo lo que se le permitiría por el momento y nada más.

(...)

México, Febrero 2023

—Ya estás muy grande del vientre, ¿no te duele?

—¿Estás diciéndome gordo?

Se miraron por un momento y Max sacudió la cabeza, confundido.

—Eso no fue... ¿por qué te...? Solo quería saber si no te dolía... —Suspiró y le pasó el jugo que le había traído de la cocina y Checo bajó los hombros, tenía un ligero mohín en el rostro.

—Lo siento... Últimamente las hormonas me hacen estar a la defensiva, me siento irritado todo el tiempo, es todo, pero no, no me duele, ¿quieres tocarla? —Acarició su vientre abultado y Max le miró con tentación, curiosidad y asombro, pero dudó en acercar su mano.

—¿De verdad puedo? —Su relación estaba frágil y nueva, tal como las heridas que la habían quebrantado, así que Max no se sentía digno todavía de acercarse demasiado al espacio personal de su omega. Ni siquiera habían hablado de muchas cosas que deberían hablar.

—Sí, hazlo... estoy seguro de que es bueno para el bebé que lo hagas, el doctor sigue insistiendo que debo tener contacto con el padre alfa del cachorro, así que ya estás aquí, haz lo que te toca. —Checo sonaba un poco molesto, pero Max lo entendía.

—Bien... —Puso su mano sobre el vientre del omega, con cuidado y casi tuvo escalofríos, porque era cálido y extraño, le provocaba ganas de llorar, las cuales se aguantó. —Hola, bebé... —Escuchó que Sergio se reía suavemente.

—Así es... un bebé, aquí y ahora...

(...)

Max le estaba dando de comer a Patito, estaba sentado en una de las sillas que le quedaban demasiado grandes al cachorro y en la mesa había un desayuno completo, no pudo evitar contemplarlos por un momento.

—¡Mommy! —Patito le saludó muy entusiasmado como siempre, al verlo en el marco de la puerta, Max le miró y sonrió aliviado de verlo de pie y aparentemente bien.

—Ven a desayunar, ¿cómo te sientes? —Max se levantó y fue hacia su omega, quería abrazarlo, saber que estaba bien. Checo se dejó abrazar y trató de confiar en lo que su lazo sentía, en las emociones que su conexión con Max le proporcionaba, en la calma, fuerza y amor que palpitaba cada que el alfa rozaba sus labios con la marca de su cuello, de forma modesta y respetuosa, pero suficiente como para aliviarlos a ambos.

(...)

Canadá, Junio 2024

—¡Entonces dime qué demonios quieres que haga! ¡Estoy tratando de manejar, de hacer puntos, de criar a nuestro hijo y de soportar lo que la prensa dice! ¡¿Dime qué más quieres que haga, Max?!

—No es... no quise decirlo así, por favor. No es sobre eso...

—¡¿Entonces sobre qué es?!

—¡Es que no lo entiendes! ¡No me comprendes cuando te pido una sola cosa, que no dejes que se te acerque de esa manera!

—¡Es mi amigo, Max! ¡¿No puedo tener amigos?!

Por si un día me recuerdas {Chestappen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora