Capítulo 4. El primer viaje

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Con el paso de los días Sergio y Max se establecieron juntos en una rutina adecuada con la ayuda de la familia del omega quien estaba a disposición de él para ayudarle a afrontar los retos que se presentaban conforme se daban cuenta de las cosas que Sergio recordaba y las que no.

Recordaba que manejaba en karting y que había ido a Alemania a los quince años, no recordaba a los pilotos de esa época y tampoco recordaba qué sucedía más allá de esa edad con su sueño de convertirse en piloto de la fórmula 1, lo cual ahora solo parecía como algo de película más que algo que él hubiese deseado, porque no lo recordaba.

Tampoco recordaba sus premiaciones, las carreras ganadas, los equipos con los que había estado o los compañeros con los que había trabajado. Sus jefes, sus pérdidas, las confrontaciones o los países que había visitado.

Se encontraba verdaderamente sorprendido cuando Toño, su hermano mayor, comenzó a explicarle cómo funcionaban las 24 carreras anuales que se llevaban a cabo en distintos países, le explicó cómo funcionaba el calendario, qué equipos había y cuáles eran los pilotos actuales de la parrilla, de los cuales identificó a los que le habían visitado, Toño incluso bromeó diciéndole todos a los que Max les había gruñido de una forma u otra. Aunque realmente no entendió si había sido broma o no.

Aún era increíble para él escuchar todo eso, y cuando cedieron a mostrarle algunos videos sobre sus carreras, quedó fascinado con lo que veía, sin creer que esa era su vida, la cual lamentablemente había olvidado por completo. Patito era su mayor fan, elegía los videos que quería ver de su papá y algunos de Max también, querían probar si de alguna manera aquello le ayudaba a recordar, pero nada pasó.

—Max realmente viaja mucho, ¿no? —Habían decidido parar con los videos y las historias, ya que le dolía un poco la cabeza y no querían ningún efecto contraproducente, por lo cual Toño decidió que era mejor si paraban.

—Sí, ambos lo hacen.

—Ustedes ya tienen que regresar a México, y no me quiero quedar solo aquí en Mónaco. No conozco nada ni a nadie y Max tendrá que irse.

—Ya veremos cómo se arreglan. Sigo creyendo que es mejor que tú y Pato vengan a México, después de todo es mejor que descanses en un lugar donde puedas estar con nosotros cuidándote.

—¿Qué hacíamos con Pato durante las carreras? —Su pequeño estaba jugando con unos carritos en el suelo, ajeno a la conversación.

—Lo llevaban con ustedes, Red Bull tiene un equipo que cuida a Pato mientras ustedes hacen su trabajo. Una vez intentaron dejar a Pato en México con mi mamá y no funcionó, volaron desde Australia por Pato solo porque lo extrañabas demasiado y desde entonces Red Bull decidió contratar un equipo que se encargara del niño mientras ustedes corrían.

Sergio se rio un poco, enternecido por la anécdota. Suponía que era difícil separarse mucho de su cachorro cuando estaba tan pequeño y con un trabajo que era tan demandante, verlo apenas unos pocos días debió haber sido una tortura para él y Max.

(...)

Estaba frío, hacía demasiado frío en Australia para él y la inquietud de su pecho no desaparecía por más que intentara ignorarla. Habían acordado regresar a México cada que les fuera posible, y con la temporada recién iniciada había muchas cosas que hacer con los sponsors y con esta siendo la temporada en la que Checo regresaba a su asiento en Red Bull, tenía que recuperar presencia mediática y poner su mejor faceta para los medios. Sin embargo, no pensaba que la separación de su cachorro le pegaría de esa forma tan dura.

Todavía estaba en esa etapa en la que su bebé era muy pequeño y no tenerlo cerca ponía en alerta todos sus sentidos. Max lo notaba, pero trataba de mantener la cabeza fría y sobre todo de contener al omega que era quien sufría más la separación.

Por si un día me recuerdas {Chestappen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora