Capítulo 13. Suficiente es suficiente

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Australia, 2026, día de Qualy.

—Max... Max... no me anudes, no podemos... Max... —El gemido que tuvo que ahogar en el hombro de su alfa con una mordida, solo provocó que el aludido gruñera e hiciera lo que de verdad deseaban ambos. Su traje de nomex le colgaba de una pierna, lo único que le impedía caerse era que estaba atorado en la bota amarilla que había sobrevivido al asalto de ropa. Tenía la playera blanca levantada hasta el pecho, la del alfa estaba tirada en el suelo y este tenía hasta las rodillas su traje de carreras. Profanar el uniforme de Red Bull no era nada nuevo, suerte que no tenían que saber quién lavaba esos trajes.

Sabían que un nudo era peligroso en las condiciones en las que estaban y en el lugar en el que estaban, pero solo podían culpar a la perdida de esos supresores, lo lentos que eran los médicos de Red Bull y lo difícil que era conseguir una prescripción de los supresores correctos para Checo.

Lamentablemente el ser despistado le traía consecuencias como esas, en forma y tamaño de Max Verstappen entre sus piernas, en la encimera del lavabo del driver room que les dieron en Melbourne. Normalmente solían compartir un cuarto más grande, pero un error de cálculo los hizo terminar no solo en cuartos individuales, sino también en un lugar en el que apenas cabían.

—Max... dios, Maxie...—La voz melosa del omega parecía que derretía el nombre del alfa quien había terminado sin hacer caso a la petición de "no me anudes" y tenía bien encajados los colmillos en el cuello del omega que había quedado dócil y lánguido, sujeto a la espalda amplia de su león que comenzó a lamer la marca nueva que había abierto.

El gruñido que soltó Max se escuchó hasta el pasillo y Alice quien estaba revisando su móvil con desinterés, levantó la mirada y luego miró a Erika quien le estaba haciendo compañía. Katy se había llevado a Patito a pasear por el paddock, a que visitara a sus tíos de la parrilla y evitarle escuchar las cosas que sus padres estaban haciendo en su habitación de descanso.

Ellas tampoco escucharon mucho, pero el gruñido de Max fue ineludible. Erika se sonrojó por completo y fingió una tos falsa, incómoda. Era omega y Alice era una alfa, aquello hacía todo más embarazoso.

—Creo que ya acabaron. —Dijo con desinterés la alfa y Erika solo asintió, apretando los labios. Alice miró su reloj y se levantó de donde estaba, la omega le siguió de inmediato.

—Suerte que me pagan lo suficiente, realmente tener que cuidar a estos dos es un trabajo difícil. —Suspiró con cansancio. Habían tenido que mantener guardia en esa zona de la hospitalidad, para evitar que cualquier ajeno se acercara y uno: se pusiera en peligro y dos: escuchara lo que aquellos dos estaban haciendo.

—¿Van a estar bien si nos vamos? —Preguntó Erika.

—Sí, la puerta de este lado está cerrada y en esta entrada dejaré un guardia beta. Nadie entra ni sale a menos que sean ellos. —Marcó un número y esperó en la línea mientras caminaba, alguien le respondió y Erika por más que no quisiera, alcanzó a escuchar la conversación.

¿Ya terminaron? —Escuchó en la llamada, seguida de una risita.

—Ya, creo... Como sea, necesitamos sus trajes listos, dime por favor que consiguieron lo que Checo necesita.

Más o menos. Conseguimos parches bloqueadores, aerosol para bloquear hormonas, medicina para los dolores, pero no los supresores, esa clase de supresores solo se consiguen en América, sabes que son prescripciones delicadas.

Mierda... bueno, como sea... lo lograremos. Solo tiene que realizar la carrera mañana...

(...)

Australia, 2026, día de Carrera.

Por si un día me recuerdas {Chestappen}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora