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Freen la amó aún más entonces, tan obviamente cautivada con algo sólo porque ella lo había hecho y sólo porque era dirigido a Becky.

— Oh, Freenky — suspiró Becky. Freen tocó una parte particularmente desafinada y Becky ni siquiera se estremeció. — ¿Para mí?

Freen asintió, mirando hacia abajo, a medida que sus dedos arrancaban descuidadamente los acordes. Eso debía hacerlo al final de la canción... Si hubiera un final. No estaba muy segura.

— Mierda — murmuró. Había cambiado completamente los tonos, pero Becky aún estaba cautivada viéndole con los ojos muy abiertos.

— Freen — murmuró Becky, acariciando la rodilla de su hermana. — Mmm, Dios, eres tan dulce Freenky...

— Nah — masculló mirándola y sonriendo.

— Continúa — insistió Becky.

De repente, los dedos de Freen parecían haber despertado, comenzaron a tocar la canción maravillosamente y Becky se apoyó contra las piernas de Freen, abrazándolas. Besó los nudillos de Freen mientras tocaban y acarició los costados de su gemela.

Freen continuó viéndola de reojo, sus mejillas ahora permanentemente rojas.

Pronto la melodía desapareció y Freen no tocó más, pero sostenía la guitarra y se miraba fijamente sus dedos.

— Entonces, eso fue todo — dijo con tranquilidad.

Becky se quedó callada por un momento, y entonces se levantó, tomó la guitarra de Freen, y empujó a su gemela sobre la cama con gentileza.

— Eso fue — dijo Becky — lo mejor que he escuchado nunca.

Freen le dedicó una sonrisa, viendo como Becky se quitaba la chaqueta que alguien le había prestado y pateaba sus tacones.

— ¿En serio?

— Mhmm — canturreó Becky quitando los tacones de Freen para después trabajar. — Ahora quiero mostrarte...

— Nada que no haya visto antes.

Becky sonrió con satisfacción, todavía sosteniendo el cuello de la guitarra de Freen. Besó la madera lisa y Freen gimió.

— Sólo mátame de una vez — dijo Freen.

Becky dejó la guitarra a un lado y tiró de su vestido hasta que sólo quedó con un diminuto brasier negro y sus bragas. Avanzó lentamente sobre Freen y besó su mandíbula.

— Estoy arriba — susurró.

— Joder, no — gimió Freen.

Becky descendió sólo un poco sobre el lóbulo de su oreja, y luego deslizó su lengua por el cuello de Freen.

— No seas tonta, Freenky — dijo Becky, acomodándose sobre Freen. — Quiero saltar.

Freen se atragantó con las palabras que habría querido decir y besó a Becky profundamente. Se sostuvieron la una a la otra y comenzaron a moverse juntas. Cuando Becky arqueó su trasero, sentada sobre sus muslos, Freen se sintió un poco avergonzada.

— Tú podrías... Estar arriba si quisieras. Digo, de verdad arriba. — En realidad, no le gustaría estar abajo, no es así como ella es, pero si su Becky quisiera, podría dárselo.

Le daría cualquier cosa, incluso eso.

Becky rió tontamente, cubriendo su boca y encorvándose, riendo fuertemente.

— Freen, eres muy tonta — dijo entre risitas. — Así no es como nos complementamos, tontita.

Freen se sintió aliviada a medida que Becky calmaba su risa, sosteniéndola de los hombros. Ambas gruñeron cuando sus intimidades se rozaron aún con ropa interior.

Don't Tell Mom // FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora