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Mi villano favorito

Capítulo 1

  Noche en el bar

Las dos mujeres entraron al lugar abarrotado de gente, el olor a cigarro era casi que exagerado y ni hablar del olor a alcohol.

La música estaba tan alta que se podría decir que causaría una grieta en la capa de ozono, como si eso fuera posible.

Eva estaba muy emocionada. Que no sabía cómo borrar la sonrisa de su cara, y ni hablar de la mujer a su lado estaba igual o más contenta que ella.

Y como no, si se habían escapado para ir a bailar, si su padre se enteraba se metería en serios problemas.

Se acercaron a la pista de baile.

―¿Ves a aquel hombre? ―gritó Emma para que Eva pudiera escucharla por la música tan alta.

Eva, unos centímetros más baja que su prima, no veía nada por encima

de los hombros de quienes bailaban a su alrededor.

―pues… no veo a nadie, hay cientos de hombres en este lugar ¿Sabes?

Emma se giró y casi arrolló a su prima Eva

cuando esta se detuvo. Emma de pronto comenzó a bailar de repente de forma… seductora.

Eva miró a su prima con el ceño fruncido.

Ambas llevaban vestidos.

Pero Eva se sentía un poco expuesta pero tampoco era como que le molestara, al contrario se sentía sexy con su corto vestido, negro sin mangas hasta la mitad del muslo con un corte un poco acampanado. Su prima también llevaba un vestido puesto muy parecido al de ella, solo que de color vino.

Eva con las manos y facciones de su rostro hizo señas como preguntando ¿Qué intentas?.

―Quiero, con el hombre de allá — señaló un lugar o mejor dicho a alguien detrás de Eva.

Eva solo se rió por las ocurrencias de su prima y giró sobre sus inmensos tacones haciendo que su cabello se elevara de forma coqueta.

Movió su cuerpo al ritmo de la música, era simplemente increíble, y hasta excitante, luego de un rato quiso poder tener a alguien con quién bailar en ese lugar.

Pero no con cualquier hombre sino con uno guapo, fuerte y varonil.

Siguió bailando con los ojos cerrados imaginando se al hombre ideal rodeando su cintura mientras bailaba.

―¡Eva! ―El tono de Emma insinuaba que llevaba un rato intentando atraer la atención de su prima―. Te he dicho que viene hacia aquí. ¿Crees que alguien me delatará si me voy a casa con este hombre?

―¿Con un desconocido? ― Eva no podía creer lo que su prima le decía—¿Te irías a casa con un desconocido?

―si— movió su cabeza varias veces en afirmación.

Eva quiso decirle algo pero un hombre bien parecido se le acercó a su prima le rodeo la cintura con sus enormes brazos y está su cuello, ignorándola por completo.

Genial, simplemente genial.

Ambos bailaban sin pudor alguno poco faltaba para tener sexo en la pista de baile.

No pareció que a Emma le importara mucho tampoco.

Sintió un susto terrible cuando alguien le apretó el hombro haciendo que se girara, sentía el corazón desbocado.

El hombre no dijo nada. En lugar de eso, le agarró los brazos a ella, se los colocó alrededor del cuello y empezó a mecerse con la música.

Eva intentó salirse de su agarre, Pero ese hombre la tenía bien sujeta, las alarmas universales empezaron a sonar en su cabeza. Y acompañado a eso el hombre apestaba a alcohol y colonia barata junto con sudor, sintió ganas de vomitar.

Intentó poner espacio entre ambos, en serio quería alejarse de ese hombre asqueroso, pero él no se lo permitió. En cambio el hombre parecía tener tenazas en vez de brazos y apretó su trasero acercándose más a él haciendo que sintiera su creciente erección.

El pánico la estaba invadiendo e intentó con todas sus fuerzas apartarlo pero era inútil el hombre era como una pared, no se movía.

―¡Emma! ―gritó Eva. Necesitaba la ayuda de su prima. En serio que la necesitaba

Eva movió la cabeza para ver a su prima pero está está concentrada con su ligue que le tenía lengua hasta la garganta.

Se estaba arrepintiendo en dejar que su prima la arrastrara a ese lugar.

―¡Emma! ―Lo intentó de nuevo.

Su prima le hizo un gesto con la mano. Cómo alentando ¿En serio?

―Relájate y déjate llevar— le dijo sonriendo.

Emma y su nuevo compañero de baile simplemente se giraron para ir a otra dirección dejándola con ese extraño.

―¿Ves? déjate llevar. ―El despreciable hombre le sonrió mostrando sus dientes manchados de negro y con esa mirada cargada de deseo.

Eva quería protestar de nuevo Pero el hombre la sujetó del cabello con una mano y con la otra su cadera, echando hacia atrás su cabeza con fuerza, y la besó, bruscamente tanto que sentía que ella sentía que le rompería los labios.

No podía respirar, era una sensación realmente angustiante.

No podía respirar y el poco oxígeno que le entraba estaba acompañado por un olor fétido, le entraron muchas ganas de vomitar, las arcadas se hicieron presente.

A él no pareció que le importara. Nada lo detenía y cuando ella abrió la boca para pedir ayuda, él le metió la lengua hasta adentro.

Eva le mordió su asquerosa lengua y por poco se cae de espalda cuando el hombre la empujó, alejándola de él.

No lo conocía y no quería hacerlo, pero él no tenía la misma opinión. La agarró y la obligó a besarlo de nuevo.

Pero ella no iba a dejarse tan fácilmente, forcejeo y le arañó el cuello y la cara para defenderse.

Él masculló algo ininteligible y levantó la mano. El mundo se ralentizó mientras

la palma de su mano avanzaba hacia ella.

Se encogió esperando sentir el golpe, pero la mano del hombre nunca llegó a tocarla.

Eva se giró para ver porqué el golpe jamás llegó, y vio que la mano de ese hombre asqueroso estaba sujeta por la de un hombre grande, robusto, musculoso vestido completamente de negro.

Dorian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora