9

478 27 0
                                    

Mi villano favorito

Capítulo: Rachel Petrova


Eva realmente no había viajado mucho en su vida. Las pocas veces que lo había hecho había Sido todo meticulosamente calculado.

Cuando llegaron al aeropuerto a la mañana siguiente, le atacaron los nervios, ¡Hiba a viajar como una persona normal!.

El lugar estaba colmado de personas y ni hablar de las taquillas, tenía filas de personas tan largas que casi no podía ver el final.

No había ningún avión privado en la pista esperando en un hangar con un piloto y una tripulación contratados especialmente para complacer los exquisitos caprichos de su padre.

―No te olvides el pasaporte. ―Dorian le tendió una pequeña libreta roja.

A Eva le costaba hacerse a la idea de que ahora era Rachel Petrova, una rusa que volvía a casa después de haber estado varios años estudiando en el extranjero.

El enano parecía hasta ridículo. ¿De verdad la gente iba a creerse esa historia?

Solo esperaba que sí, porque Si no era así, acabaría en una habitación minúscula  del aeropuerto intentando explicar por qué había intentado montar en un avión usando documentación falsa.

Realmente esperaba que funcionara.

Extrañaba su teléfono, pero era lo primero de lo que Dorian se había deshecho.


Era sólo mediodía y ya sentía como si llevara días en camino.

El miedo se abrió paso por su cuerpo.

Observó a decenas de  pasajeros quitarse los zapatos y chaquetas, poner los teléfonos y portátiles en las bandejas de que estaba destinada para eso y después empujarlo todo por la cinta transportadora para que pasara por una máquina de rayos X.

Las pistolas no estaban permitidas en el aeropuerto. Un sin fin de preguntas lleno su cabeza haciendo que sus nervios se incrementaran ¿Dorian había dejado la suya en el hotel? ¿Cómo funcionaba eso? ¿Le detendrían para investigarla? ¿Y si se  llevaban a Dorian  y ella se quedaba allí sola en ese manicomio?

―Tranquila ―murmuró cerca de su oído su mano grande le acarició la espalda, tratando evidentemente de calmarla―. Estás hiperventilando.

―Yo… No sé si puedo hacer esto. 

―Sí que puedes.

La calmada garantía que escondía su voz redujo su ansiedad. Sintió que

se tranquilizaba. Tenía razón. Se estaba comportando como una tonta y eso

no era de mucha ayuda.

Tenía que controlarse y pensar. Todo lo que tenía que hacer era imitar. Era artista, toda su vida giraba en torno a los detalles.

Simplemente haría lo que estaban haciendo todos los demás. Los dos

pasarían el control de seguridad y volarían a un lugar muy lejos.


La última vez que había estado en Rusia, Eva era apenas una niña. ¿Y si no

entendía el idioma? Se consideraba hablante nativa de ruso, pero en realidad

nunca había intentado hablarlo en un país donde no mucha gente hablaba inglés.

―Eva ―Dorian avanzó unos pasos en la fila del control de seguridad y la empujó hacia su pecho. Dorian era tan cálido... Se le disiparon las dudas y sólo pudo concentrarse en lo bien que se sentía entre sus brazos. Él le frotó la espalda y la besó en la cabeza. Con un suspiro, se acurrucó contra él y se dejó llevar.

Mientras la fila avanzaba de nuevo, Eva se fijó en una mujer mayor que los observaba con una sonrisa bien estúpida en la cara.

Eva le dirigió una sonrisa, preguntándose qué querría la mujer.

La mujer hizo un gesto con la mano señalandolos a ambos.

―Es tan bonito ver a gente joven enamorada. Me recuerda a mi difunto

marido.

―Sí ―afirmó Dorian―. Estamos muy enamorados.

Eva estuvo a punto de preguntarle si lo decía en serio o si simplemente estaba

representando un papel para que no les pillaran. De pronto se pregunto ¿Y si ella no le importaba nada? Sería horrible que la llevara consigo sólo porque se sentía responsable de ella.

―Te quiero de verdad ―le dijo él con suavidad como si hubiera leído sus pensamientos―. Se que no es el mejor lugar ni el momento, pero a veces no hay mejor momento que el presente.

Eva pensó en la noche anterior. Los dos habían hecho el amor en la desaliñada habitación de un motel, probablemente con un sin fin de insectos  que presenciaban el espectáculo con emoción.

Nada de eso importaba. Jamás había tenido una experiencia igual.

Siempre se imaginaba como sería perder su virginidad, pero jamás pensó que sería así.

La sensación había sido más que física.

Trascendía el placer que había experimentado e inspiraba lo que sólo podía describir como una conexión

muy real.

―Yo también te quiero ― le susurró―. Aunque… — frunció un poco los labios — todavía no estoy totalmente segura de lo que eso significa.

Él se rió por lo bajo haciendo que Eva sonriera, le gustaba su risa, era muy varonil.

Inclinó la cara hacia la suya y posó la frente en la de ella.

―No espero que lo entiendas todo todavía.  Sólo sé que mi amor por ti es verdadero. ―La besó con suavidad.

―¿Caballero? ―El agente de seguridad del aeropuerto le hizo un gesto a Dorian para que se moviera―.  por favor. Avance.


Dorian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora