15.1

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Capítulo 15.1

―No, Papá ―Eva se separó del abrazo de Dorian y se colocó delante de él.

A Dorian  no le agradaba que ella estuviera entre él y el peligro, aunque entendía por qué lo hacía. Él deslizo los brazos por detrás de ella y la sostuvo con fuerza contra su cuerpo.

No quería estar alejado de ella, aun en estas locas circunstancias quería tenerla junto al él.

―Hija, enviaron a este hombre a que te asesinara. ―Alejandro cerró los puños y apretó los labios con nerviosismo―. ¿Lo entiendes?

―Sí, y también me ha salvado muchas veces, ¿es que tú no lo entiendes? Le quiero. Quiero estar con él. Y si eso significa que tengo que darte la espalda, lo haré. ―El tono de ella era tan firme que hizo que Dorian se estremeciera. Nadie había luchado nunca por él de esa manera. Alejandro miro a Dorian.

― ¿Tu padre cree que yo soy responsable de la muerte de tu hermano?

―Sí.

―No fui yo. ―Alejandro hizo una mueca―. En ese momento, había un hombre en mi organización que actuaba de manera independiente. Tenía ideas diferentes sobre cómo tenían que ser las cosas. Cuando me enteré de que había mandado matar a tu hermano, lo desterré.

―Y ¿a dónde fue? ―preguntó Dorian. Se le hizo un nudo en el estómago que le decía que la conversación no iba a acabar bien.

―Huyó de mi casa y se metió en la red de tu padre.

―Luninch ―dijo Anna con un grito ahogado. Tembló, sin duda recordando algo especialmente desagradable del antiguo soldado de su padre―. Te refieres a Luninch

Dorian  maldijo. Luninch era uno de los hombres de mayor confianza de su padre. Ocupaba un puesto alto en la organización de los Romanov casi a la altura del de Dorian.

De hecho, la mayoría de esa confianza se la había ganado con información interna sobre los Gil. Luninch era un sicario que se encargaba de los asesinatos y de cobrar las deudas.

Domenic lo quería como a un hijo, sobre todo porque era muy eficiente en su trabajo. No sería fácil convencer a Domenic de que Luninch era un traidor.

― ¿Tienes pruebas? ―preguntó Dorian en voz baja―. Voy a necesitar más que la palabra del enemigo más antiguo de mi padre para desacreditar a su favorito.

―Pregúntale a tu padre quién le dio la información sobre la muerte de su hijo. Pregúntale también por qué Luninch mintió sobre su implicación es ese caso. Recuérdale a tu padre que la serpiente que tiene alrededor del cuello a veces puede aparentar ser su amiga.

Dorian miró fijamente al padre de Eva. Tenía mil motivos para mentir, pero algo le decía lo contrario.

Dorian bajó la mirada hacia Eva y suspiró.

― ¿Le crees?

―Sí ―dijo sin vacilar―. Mi padre puede ser muchas cosas. Y no voy a pretender creer que es un buen hombre, pero nunca mataría al hijo de otro hombre. Ni siquiera al de su enemigo.

Para  Dorian eso era suficiente. Miró a Alejandro y asintió.

―Me voy a ir de aquí y tus hombres dejarán que me vaya.

― ¿Por qué haríamos algo así? ―Alejandro levantó una ceja.

―Porque voy a hablar con mi padre para arreglar todo este mierdero.

―Yo voy contigo ―dijo Eva con firmeza.

―No, pequeña. ―Dorian le puso un dedo bajo la barbilla levantándola ligeramente para que lo mirara―. No podría vivir sabiendo que te he hecho correr más peligro.

―Pero quiero ayudar. Sin duda tu padre te creería si yo te respaldara.

Su ingenuidad era adorable, pero de ninguna manera él asumiría ese riesgo.

―Probablemente le daríamos a mi padre un rehén que usar contra el tuyo.

―Ah. ―Frunció el ceño―. No se me había ocurrido eso.

―Quédate aquí. Estarás segura con los hombres de tu padre.

Esperaba tener razón. Teniendo en cuenta las circunstancias, era probable que la basura de Luninch estuviera detrás de este ataque. Era lo suficientemente atrevido como para intentar enfrentarse a toda la mafia Gil.

―No quiero que hagas esto solo ―susurró con un nudo en la garganta y los ojos cristalizados. Dorian resistió las ganas de besarla allí mismo, enfrente de su padre.

―Espera aquí, amor. Volveré a por ti. ―Dorian rogo por poder cumplir su palabra―. Te lo prometo.

 

― ¿Después adónde iremos? ―La expresión de su cara traslucía miedo y expectación―. Estoy cansada de correr de un lado a otro intentando que no me disparen.

Dorian  rió.

―Piensa a dónde te gustaría ir cuando este mierdero pase. ¿Qué lugar te gustaría dibujar?

―A ti. ―Le rodeó el cuello con los brazos y apretó con fuerza.

Dorian le devolvió el abrazo, preguntándose si alguna vez podría hacerlo de nuevo. El mundo en el que vivían era increíblemente incierto. Su padre podría perdonarle la vida y un segundo después ordenarle a alguien como Luninch que lo matara.

―De verdad quieres a mi hija ―dijo Alejandro en voz baja. Se movió hacia ellos con lentitud, como si temiera ser rechazado―. Has usado tu cuerpo para protegerla cuando yo no pude.

―Eva lo es todo para mí. ―Dorian deseó poder explicar adecuadamente lo que eso significaba, pero no tenía las palabras― y no pienso descansar hasta hacer realidad nuestro futuro juntos.

Dorian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora