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Capítulo 19 Eres preciosa, pequeña


Eva se giró y se acercó a Dorian. Necesitaba que le desabrochara los botones del vestido.

― ¿Te acuerdas de algo de la ceremonia?

―Me acuerdo de haberte besado. ―solo recuerdo haberte besado, lo demás no importa, le dio un beso en su hombro descubierto haciendo que se estremeciera de una forma muy placentera

Probablemente Eva debería estar disfrutando de la ostentosa suite nupcial, con sus techos abovedados, el sofisticado mobiliario y el crepitar de la chimenea. Sin embargo, cualquier admiración del hotel iba a tener que esperar hasta que hubiera calmado su deseo por el hombre que ahora era su marido.

Su vestido cayo a sus pies haciendo un circulo a su alrededor, sabía que tenía que levantarlo y guardarlo pero en ese momento tenía la mente en otra cosa...

―Eres preciosa, pequeña ―le dijo.

Le pasó los dedos por la columna. Su contacto le ardió como si fuera fuego. Una ola de calor en la entrepierna la dejó jadeando de deseo. Ella  tocó su pecho desnudo. Se alegró de que se hubiera quitado la camisa. Le encantaba tocarlo y recorrer los tatuajes que le cubrían los brazos y los hombros.

―Te deseo, mi amor. ―Su tono era áspero, pero su expresión mostraba ternura.

Eva se mordió el labio inferior, sintiéndose embriagada de lujuria por ese hombre.

―Te diría que me tomaras, pero creo que es mi turno.

Dorian levantó una de sus oscuras cejas.

― ¿En serio?

Ella no respondió; en lugar de eso, le desabrochó los pantalones y se los bajó a la vez que le quitaba la ropa interior. Se arrodilló frente a él y quedó directamente delante de su dura y enorme erección. Contempló su cuerpo y vio que él también la estaba observando.

Era muy, muy tentador.

Le provocó pasando la punta de la lengua por la punta de su miembro con suavidad. Él gimió y su sexo se flexionó. El movimiento hizo que el pene rebotara ligeramente.

Ella lo agarró con ambas manos y se lo metió en la boca hasta el fondo de la garganta.

Giró la lengua sobre el contorno y se deleitó al notar las manos de él en su cabello.

Succionó y le lamió como si no pudiera saciarse. Su sabor almizclado le hizo perder la razón. Una gota de fluido apareció en el minúsculo agujero de la punta. Ella la chupó con la lengua, saboreando el gusto salado. Entonces empezó a meter y sacar el pene de su boca, meciendo la cabeza para aumentar el ritmo y la succión.

―Para, Eva, por favor. Quiero correrme dentro de ti. ―Sus músculos trasmitían tensión y ella supo que estaba peligrosamente cerca del límite―. Necesito estar dentro de ti.

―acuéstate ―le ordenó Eva.

Dorian se quitó del todo los pantalones y el bóxer. Tardó menos de cinco segundos en llegar a la cama y acostarse boca arriba. Las tetas  de Eva se movían al ritmo de su respiración hecha un desastre.

Su vagina estaba totalmente húmeda. Nunca antes se había sentido así. Era hora

De reclamar a su marido. Deseaba ese momento más que ninguna otra cosa en

La vida.

Eva metió los pulgares en la goma de sus bragas y se las bajó. Se quedó sólo con las medias altas blancas y los tacones. Había algo muy es la lencería blanca de boda que la hacía sentir de una forma erótica.

Esa era la noche de bodas con la que había soñado.

―Te amo, Eva ―dijo Dorian con voz ronca por la excitación―. Para mí no hay nadie

Más. Nunca, jamás habrá nadie más. ¿Lo entiendes?

Ella asintió. No tenía palabras para decirle cómo se sentía en realidad, sólo acciones. Colocó las manos sobre su torso bien trabajado, le pasó una pierna por encima del cuerpo y se sentó sobre su miembro de una forma deliciosamente lenta.

―Mierda, Eva. Te necesito, te necesito tanto…

Le agarró las caderas con las manos.

Ella dejó que guiara sus movimientos, cerró los ojos y se dejó llevar por el ritmo de su cuerpo.

Se retorció un poco y dejó escapar un gemido de placer cuando se calmó y sintió

Cómo la penetraba profundamente.

Eva se detuvo un momento. Le gustaba tenerlo así, estirándola, abriéndola, tocándole hasta el último centímetro de su interior. Sus músculos internos se flexionaron y se ajustaron a su contorno; entonces, él arqueó la espalda y la embistió, llegando aún más

Adentro.

Ella fue en contra de él. Se movieron así, bailando hacia adelante y hacia atrás mientras la fricción los llevaba a ambos al límite.

Eva echó la cabeza hacia atrás y sintió que los pechos le rebotaban con cada embestida de él. Los pequeños y rosados pezones se le pusieron erectos.

Dorian estiró la mano para agarrarle los pechos y los apretó, amasándolos y disfrutando de ellos.

― ¡Dorian! ―gimió con fuerza― Estoy… estoy llegando. Córrete conmigo. Córrete conmigo, por favor. ―a este punto estaba gritando y gimiendo incoherencias.

―Eso es, amor ―gruñó Dorian―. Hazme tuyo. Soy solo tuyo.

Sus palabras la llevaron al límite. «Suyo». Dorian la pertenecía. En cuerpo y alma. Ese era su momento, su hombre y su oportunidad de tocar el cielo. Y se terminó de dejar llevar un potente orgasmo la invadió.

Fue el orgasmo más exquisito que habían tenido, pudo sentirlo palpitar dentro de ella y como su semen caliente la llenaba, era el momento más feliz de su vida.

Medio aturdida, Eva se recostó sobre el pecho de su ahora marido. Su pene aún permanecía en su interior; su calidez le daba una sensación placentera. No tenía mucha experiencia con el sexo, pero para ella había sido totalmente  increíble. Podía deberse a que acababan de casarse, o tal vez a algo totalmente distinto.

―A lo mejor deberíamos esperar otras tres semanas para hacerlo y ver

Qué ocurre ―bromeó pensativa.

Su risa hizo que Eva rebotara un poco sobre su pecho.

―Voy a votar en contra de esa idea.

― ¿De verdad? ―Tamborileó los dedos sobre su pecho distraídamente.

―La práctica hace la perfección.

―Entonces sigamos practicando. ―Le acarició con la nariz, adorando la idea de

Pasar el resto de su vida disfrutando de cada minuto con él―. Creo que en algún momento podremos alcanzar la perfección en las próximas décadas.

Dorian se giró en un movimiento rápido pero cuidadoso y la beso.

―Como ordene mi amada esposa.

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FIN

.....

Dorian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora