Capítulo 3
Sensaciones extrañas
Eva estaba loca… sí, eso, no había otra explicación lógica para decirlo.
Es que a ver, estaba con un hombre que no conocía y de paso parecía de lo más siniestro y peligroso. Y le gustaba
Aunque a su lado no se sentía insegura en lo más mínimo.
Más bien se sentía cálida y segura, no recordaba haberse sentido así con alguien, jamás.
Y era extraño porque sentía como si se conocieran de toda la vida o por lo menos una parte de ella sentía que estaban… unidos.
En poco tiempo tendría que irse porque bueno… habían salido a escondidas, Pero quería quedarse con él todo el tiempo posible por si no volvía a verlo nunca.
Se excitó rápidamente al oler su perfume, era tan masculino y tan… tan… no sabía cómo describirlo, ese hombre desprendia virilidad por cada celula de su piel.
―Tu amiga no debería haberte abandonado ―dijo Dorian. El timbre
grave de su voz se oyó por encima del estruendo de la pista de baile, unos
metros más allá.
―Mi prima es un espíritu libre.
La expresión de él se volvió casi amenazadora.
―¿Hace esto con frecuencia?
―No lo sé. Casi nunca salimos juntas.
―Si no vas a bares, ¿qué haces normalmente? ―Dorian estaba interesado en hablar con. Ella cualquier estupidez que quisiera .
―Soy artista―dijo Eva con vacilación.
Ese era el momento en el que
normalmente la gente entornaba los ojos haciendo suposiciones sobre «la
gente creativa».
―¿Cuál es tu medio favorito para trabajar? ―La expresión de Dorian se mantuvo seria. Ni rastro de algo que sugiriera que la estaba tomando el pelo.
―En realidad prefiero trabajar con carboncillo. ― Eva no sabía qué más decir―. Mi padre no me toma
realmente en serio, pero he expuesto algunas obras en galerías locales y se
han vendido.
―En el mercado del arte no es fácil empezar ―dijo―. Si has vendido
alguno de tus trabajos, ya estás muy por delante del artista promedio.
―Gracias ―dijo con el calor concentrándose en sus mejillas. Le gustaba oír comentarios positivos por una vez―. Creo que mi padre está molesto de
que nunca haya mostrado interés en el negocio.
Él sonrió.
―No te imagino en una sala de juntas y te acabo de conocer.
―Sí, supongo que soy bastante fácil de leer.
A Eva le habían enseñado desde niña a mantener los negocios familiares en familia por esa sentía la necesidad de cambiar de tema. Las personas ajenas no eran bienvenidas.
Nunca.
―¿Hay un tema en concreto que te guste dibujar o bosquejar? ―le preguntó Dorian.
Él… Él sería el tema perfecto. Había algo en el casi mítico.
Tenía una belleza más allá de lo anormal, su cabello negro hacía un contraste perfecto con sus ojos oscuros, su boca tenía una forma de corazón que provocaba lamerla y su barbilla tenía una pequeña endidura que se veía de lo más sexi en su mandíbula cuadrada.