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Capítulo 15 Eva lo es todo para mí

Eva parpadeó ante su padre boquiabierta. Nunca antes se le había pasado por la cabeza que pudiera convertirse en prisionera de su propia familia y eso era exactamente lo que había ocurrido.

Uno de los matones de su padre dio un paso adelante. Miró vacilante a Eva y a Alejandro. El hombre no parecía entusiasmado por el mensaje que tenía que entregar.

―Disculpe, señor.

― ¿Qué? ―hablo molesto fulminándolo con la mirada.

―Dorian Romanov desea verle―El mensajero se removía incómodo. Su padre entrecerró los ojos.

― ¿Está aquí?

―Sí. Se ha rendido y ha pedido hablar con usted. Pensamos que tal vez querría utilizarlo para tener ventaja. ―La mirada del tipo se volvió hacia Eva.

Se le aceleró el pulso. ¿Dorian estaba allí? ¿En qué estaba pensando? Iba a conseguir que le mataran. La mente de ella daba vueltas mientras intentaba descifrar la mejor forma de actuar. Tanto ella como Dorian estaban metidos en un lío provocado por sus familias.

La puerta doble de la suite se abrió de golpe. Dos de los hombres de su padre entraron en la habitación empujando a Dorian delante de ellos.

Tenía las manos atadas a la espalda con bridas pero su rostro sólo mostraba una tranquila determinación.

Eva se llevó las manos a la boca, pero antes se le escapó un pequeño chillido de angustia. Dorian inclinó la cabeza, pero no se giró para mirarla.

Ella luchó por mantenerse bajo control. No era el momento de que perdiera la cabeza.

―Dorian Romanov. Es un detalle por tu parte venir tranquilamente y ahorrarnos el esfuerzo de perseguirte.

―Basta con una invitación educada ―dijo Dorian despreocupadamente―. Tus hombres no han sido precisamente educados esta noche.

―Has herido gravemente a unos cuantos. ―La voz de su padre era plana.

Dorian simplemente se encogió de hombros.

―Recibieron lo que se merecían, pero no estoy aquí por eso.

―Entonces, cuéntame ―dijo Alejandro Gil.

Eva se retorció las manos. Se sentía completamente incapaz de ayudar.

O peor que eso, se sentía inútil. ¿Por qué siempre estaba en segundo plano, incapaz de hacer algo?

―Mi padre cree que tú ordenaste matar a mi hermano ―El tono de Dorian era tranquilo, pero sus palabras eran afiladas.

―Puede ser. Tu padre era muy ambicioso en aquel momento. Sus intereses siempre trasgredían el territorio que es propiedad desde hace mucho de los Gil. ―Alejandro se examinó las uñas desinteresadamente antes de dar otro trago a su bebida.

―Independientemente de los motivos que tuvieras para matar a mi hermano, la cuestión es que mi padre te considera responsable. Como represalia, ha mandado matar a Eva. ―Dorian exhaló un largo y lento suspiro― Y no pararán hasta que esté muerta.

― ¿Te contrataron a ti para hacerlo? ―el hombre entrecerró los ojos.

Dorian asintió brevemente.

―Lo rechacé. Eva es tan inocente como lo era mi hermano.

―Aún hay más ―dijo Alejandro con curiosidad.

Eva vio cómo los dos hombres se enfrentaban. Apretó las manos a ambos lados de su cuerpo para quedarse quieta. Tenía tantas ganas de correr hacia Dorian… Pero sabía que no era el momento.

―Estoy enamorado de tu hija. ―Las palabras de Dorian eran sencillas pero firmes― La habría mantenido a salvo si no hubieras interferido.

― ¿Yo he interferido? ―Alejandro resopló. Tomó aire para decir algo más, pero no llegó a pronunciar las palabras. Un ruido en el pasillo atrajo su atención brevemente.

Hubo un sonido inconfundible de un cuerpo siendo empujado contra la puerta. La madera chirrió mientras la puerta traqueteaba sobre sus bisagras.

Eva dejó escapar un grito ahogado y su vista se posó inmediatamente en Dorian. Estaba totalmente amenazador con la mandíbula apretada.

Hubo un débil chasquido y los ojos de Dorian se abrieron. El mundo entero pareció ir a cámara lenta mientras Dorian corría hacia ella.

Dio un salto con agilidad, estirando los brazos para pasar las manos por debajo de los pies.

Su cuerpo golpeó el de ella y ambos cayeron al suelo mientras la primera ráfaga de balas acribillaba la puerta y se esparcían por todo el elegante lugar.

Todo se estaba destrozando en cuestión de segundos mientras Dorian la mantenía debajo de su cuerpo, protegiéndola.

Ella estaba con los ojos cerrados y con los oídos tapados con sus manos, solo esperaba su padre estuviera en algún lugar de la habitación resguardándose.

Se oyó un grito y Eva se esforzó por mirar bajo el peso de Dorian hacia donde se encontraban los hombres de su padre intentando reaccionar.

Empezaron a gritar en ruso y devolvieron las balas. Al final, el número uno de su padre, Igor, apareció en medio de la habitación. Sostenía una pistola en una mano y usaba la otra para hacerle señas a su padre.

―Eva, pequeña agarra la navaja que tengo en la bota derecha y corta estas malditas cosas, por favor. ―El tono de Dorian no revelaba si estaba preocupado por la locura que estaba sucediendo a su alrededor. Estaba totalmente tranquilo.

Se esforzó por ponerse boca abajo.

Metió los dedos rápidamente en la bota de él y encontró la navaja.

Con las manos temblorosas rompió las bridas en dos aunque le pareció que lo había hecho a paso de tortuga, aun así Dorian lo la estaba apurando.

Dorian inmediatamente separó las manos y se puso de pie. Se inclinó y ayudó con cuidado a Eva a levantarse. A ella le temblaban las piernas y apenas podía sostener su propio peso. Rodeó a Dorian por la cintura, buscando consuelo automáticamente. La abrazó contra sí y le susurró con amabilidad unas cariñosas palabras de consuelo en ruso. Eva cerró los ojos con fuerza y deseó que todo terminara.


Dorian sostuvo a Eva contra su pecho y dejó escapar un suspiro de alivio. Había sobrevivido a un segundo intento de asesinato. A tres, si contaba su propio plan, que no le entusiasmaba mucho. De todas formas, no podían seguir esquivando balas. En algún momento tenía que parar. La primera tarea era conseguir que su padre retrocediera.

Alejandro lo observaba enfadado con los ojos muy abiertos.

―Aléjate de mi hija ―soltó

Dorian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora