Capitulo. Creo que puedo hacerlo.
Eva presentía que se aproximaba el desastre inminente, es que, a ver, lo más normal habría sido ponerse en contacto con su padre y decirle que un hombre que afirmaba ser un asesino a sangre fría, un sicario contratado estaba tras ella
Luego de eso, su padre la habría puesto bajo una estricta protección.
Y como había dicho Dorian si él no cumplía el encargo, su cliente simplemente contratarían a otra persona.
Parecía lógico ¿Cierto? También significaba que su padre la mantendría encerrada de por vida.
Pe dándolo un poco mejor tal vez por eso había tomado la otra opción, la más imprudente.
Se había tomado al pie de la letra las palabras del asesino. No sólo no le haría
daño, sino que la protegería.
Así que ahora estaban rumbo a Rusia, tenía la esoeranza de que Dorian tuviera un buen plan y que por lo menos tuviera un familiar donde pudieran quedarse sin correr peligro alguno.
Estaba nerviosa, sus dedos estaban inquietos, normalmente hacía dibujos mientras le daba vueltas a sus problemas.
En definitiva todo lo que antes le parecía un problema serio quedaba reducido a nada en comparación con la posibilidad de ser asesinada.
No quería morir, eso era seguro, no había vivido lo suficiente.
Como no tenía nada con lo que dibujar, se conformó con imaginar sus dedos delineando las extrañas cosas que veía en la terminal del aeropuerto.
Los agotados pasajeros arrastraban el equipaje tras ellos. Docenas de padres
con aspecto preocupado intentaban no perder de vista a sus hijos mientras
averiguaban dónde estaba su puerta de embarque.
Eva se centró en el contraste sombreado de luz y oscuridad que los dibujaba en tonos de gris. Se paró a pensar cuál habría sido la mejor técnica para capturar la profundidad de sus expresiones. Y pronto, con la mente completamente absorta en esa tarea, empezó a relajarse.
Dorian se sentó a su lado en una silla de plástico con las piernas cruzadas a la altura de los tobillos y parecía estar casi dormido.
Su comportamiento relajado no la engañaba. Tenía de todo menos sueño. Había apoyado una de sus piernas en la de ella y podía sentir la tensión de sus músculos. Lo estaba observando todo.
Eva volvió a pensar en la noche anterior. Nunca en toda su vida había tenido un sueño tan profundo. Podría deberse a la satisfacción sexual.
Había leído que un buen orgasmo tenía el poder de hacer que una persona tuviera
sueño y se sintiera saciada. Dorian le había dado eso y más. Parecía saber cosas de su cuerpo de las que ella no era consciente. Cuando la tocaba, se sentía viva.
―¿En qué piensas? ―le preguntó Dmitry en voz baja.
―¿Por qué?
―Sólo me estaba preguntando qué te había hecho tener esa expresión en la cara.
Se sonrojó. Sintió cómo que el calor le recorría todo el cuerpo. Qué vergüenza.
―Estaba pensando en ayer por la noche.