Capítulo 14 Quiero estar libre de ti.
Dorian se despertó horas más tarde. Supo que ya era de noche cuando vio por la ventana la tenue luz que se reflejaba, le dio una mirada a la mujer que dormía a su lado acurrucada a su costado.
Se frotó los ojos, preguntándose qué le habría despertado. Entonces oyó un ruido como si fueran arañazos. El persistente sonido procedía de la ventana. La habitación en la que dormían se encontraba en la planta baja y tenía fácil acceso al jardín de su primo, Andrei.
El lugar era muy útil a la hora de huir, pero era muy peligroso si alguien quería atacar.
Dorian vio como de la ventana caía un trozo de vidrio costado de forma circula y hacerse añicos en el suelo. Con rapidez y agilidad rodó para bajar de la cama llevando a Eva consigo. Unos segundos más tarde, dos silbidos apagados fueron seguidos de una nube de plumas cuando las balas acribillaron la cama.
Eva estaba adormilada y desorientada debajo de él. No entendía que mierda estaba pasando. Ella sollozo, estaba nerviosa, no iba a negarlo, eso basto para hacer enojar a Dorian. Si alguien pensaba matarla, iban a toparse con su ira.
―Quédate abajo ―le dijo.
No esperó a ver si le respondía. Se arrastró por el suelo sobre los codos.
Se molestó aún más cuando algunos trozos de vidrio se incrustaron en su piel descubierta. No podía enfrentarse a su atacante desnudo.
Alguien estaba trepando hacia la habitación. Un par de botas enormes golpearon el suelo de madera justo al lado de la ventana. Dorian buscó a tientas en sus pantalones el bolígrafo que siempre llevaba. Se giró para ganar tanta ventaja como fuera posible antes de clavar la punta del bolígrafo en la bota más cercana.
Un grito aterrador resonó en la habitación. Dorian se puso de pie de un salto. El aspirante a asesino estaba doblado agarrándose el pie. Dorian le cogió la cabeza y le golpeó la cara con la rodilla. Se desplomó en el suelo.
Dorian se dejó caer sobre sus rodillas, colocando una en la garganta del patético asesino dificultándole la respiración.
― ¿Quién te ha enviado? ―gruño molesto Dorian.
Se esforzó por liberarse de Dorian, agarrándole la pierna con ambas manos.
― ¡Traidor! ―escupió―. Tu padre te manda recuerdos.
Dorian sintió tal furia que le hirvió la sangre. Gruñó y reprimió las ganas de acabar con la vida de ese hombre. Sólo necesitaría hacer un simple giro.
―Adelante ―masculló el asesino―. Mátame y después haz el trabajo que te mandaron hacer.
Dorian le golpeó con el puño en la mandíbula. Bastó un golpe para que el asesino se quedara inmóvil bajo su rodilla. Se sentó sobre sus talones e intentó idear un plan que no acabara con la muerte de Eva.
― ¿E.está muerto? ―La voz de Eva era temblorosa.
―No.
La miro por un momento, estaba asustada abrazando sus piernas con los ojos bien abiertos.
―Vístete ―le dijo.
Él también se vistió mientras repasaba metódicamente un plan de acción.
Lo mejor era enfrentar a su padre y pedir otro precio por la muerte de su hermano para que dejara a Eva libre de todo esto.
―Vamos. ―Dorian ayudo a Eva a levantarse del suelo.
Metió los pies en los zapatos antes de seguirlo a trompicones.
― ¿Adónde vamos?
Dorian abrió la puerta del dormitorio. Andrei estaba al otro lado con una pistola en la mano. Su expresión era seria y fría.
―Yo me ocuparé del cuerpo.
―Sigue vivo ―gruño Dorian― pero es un detalle por tu parte unirte a nosotros.
― ¿Vivo? ―Andrei alzó las cejas de golpe―. No es muy típico de ti dejar a alguien con vida después de que te hayan atacado. ―Andrei entrecerró los ojos.―Entonces supongo que lo sacaré por donde ha venido.
―Como quieras. ―Dorian le lanzó a su primo una sonrisa tensa―Gracias por dejar que nos quedáramos aquí, estábamos destrozados.
Andrei se fijó en la ventana que el asesino había roto.
―Destrozado es la palabra clave.
―Envíame la factura ―dijo Dorian tomando de la mano a Eva para salir por la puerta trasera― Vamos a ver a mi padre. Si no sabes nada de mí mañana, búscame allí.
Su primo, Andrei hizo una mueca.
―Ten cuidado.
―Siempre lo tengo
Hacía una noche fresca y el aire frío golpeaba a Dorian en la cara, poniéndole totalmente alerta. Sólo tuvo tiempo suficiente para registrar el chirrido de un motor antes de que tres coches frenaran en el bordillo.
Las puertas se abrieron y los hombres salieron disparados del interior.
―Ponte detrás de mí y quédate ahí ―Dorian casi gruñó a Eva.
Ella no habló, pero él sintió que se ponía detrás. El primer atacante era un completo inútil, no estaba en buena forma. Intentó agarrar a Dorian por las piernas. Echándose hacia adelante, Dorian dejó caer su peso sobre los brazos del hombre. Le dio una patada y salió prácticamente volando varios metros más allá.
Los tipos parecían multiplicarse. –Malditas cucarachas- pensaba Dorian mientras empujaba y daba patadas, pero los desgraciados iban contra el en grupos grandes.
El grito aterrorizado de Eva hizo que un escalofrío le recorriera la espalda. Le agarró la camiseta y un segundo más tarde se la llevaron.
Se giró intentando divisarla. Lo único que alcanzó a vislumbrar fueron sus piernas, que colgaban sobre el hombro de algún imbécil.
La furia lo llevó al límite. Todo hombre que sus manos tocaban les rompía el cuello, algún brazo pierna. Escucharlos gritar de dolor les sentaba bien, por desgraciados, se llevaron a su mujer.
Metió el pulgar en el ojo de alguien y recibió un golpe en la mejilla como respuesta. Cogió una mano y echó los dedos hacia atrás hasta que se partieron.
Un par de puños certeros hicieron que se le nublara la vista, pero luchó por no perder la consciencia. No quería parar, no podía parar. No cuando la vida de Eva dependía de ello. Agarró una rodilla y la giró hacia un lado, utilizando la ventaja que obtuvo para volver a ponerse en pie.