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Capítulo  13 Andrei Romanov.

Dorian nunca había sido tan consciente de haberle dado a alguien su palabra como cuando llamó a la puerta de Andrei. Había prometido que mantendría a Eva a salvo. ¿Y si no podía cumplirlo?

La puerta se abrió y un hombre sólo unos años más joven que Dorian salió. Tenía el pelo rubio despeinado y llevaba varios días sin afeitarse. Sus ojos azules se llenaron de desconfianza y cruzó los brazos por encima de su ancho pecho

Andrei fijó la mirada en Dorian.

―El hijo pródigo vuelve a Rusia, pero me pregunto por qué. Especialmente teniendo en cuenta que mi tío te está buscando con un afán increíble en los Estados Unidos

―Es una larga historia ―dijo Dorian―. Necesitamos un lugar donde descansar unos días y al mismo tiempo necesito tu consejo.

Andrei tensó la mandíbula. Había dejado el negocio familiar cuando su madre falleció, dejándole poco contacto con el padre de Dorian  y poco interés por la forma de operar de la familia. Andrei había seguido su propio camino. Se podría decir que era un alma libre.

―Entonces será mejor que entren ―dijo Andrei―. ¿Me ibas a presentar a tu preciosa amiga o tienes miedo de que se enamore de mí y se olvide de ti?

Al menos estaba intentando ser agradable. Dorian le lanzó a Eva una mirada de reojo.

Observaba a Andrei como si estuviera fascinada por él. Dorian soltó un suspiro.

―Eva, este es Andrei.

―Eva ―dijo Andrei.

Dorian  notó algo en la astuta mirada de su primo y tuvo la impresión de que su primo sabía qué lugar ocupaba Eva en las familias.

―Encantada de conocerte, Andrei ―dijo Eva con una educación impecable―. Es muy amable por tu parte dejar que nos quedemos aquí.

―Mi casa es como su casa. Pasen, por favor.

  Se apartó de la puerta y los dejó entrar. Dorian no pudo evitar fijarse en que su primo hizo un escrutinio exhaustivo de la calle y de los edificios más próximos antes de cerrar la puerta.

―Eva, deja que te muestre la planta de arriba. ―Andrei le indicó que lo siguiera―. Estoy seguro de que querrás relajarte.

―Sí, gracias. ―Se frotó los ojos con aspecto dormido―. Necesito una siesta, el viaje me esta matando.

―Suele hacerlo ―dijo Andrei mientras la guiaba escaleras arriba hacia la segunda planta.

Dorian escuchó el parloteo despreocupada de su primo y se sintió agradecido por la habilidad de él para hacer que la gente se sintiera cómoda. Como en esta ocasión, era muy útil...

Andrei volvió uno momento después. Dorian no se había movido de su lugar, junto a la ventana, contemplaba en paisaje, su primo vivía en un modesto lugar.

― ¿Tienes hambre? ―preguntó Andrei, señalando la cocina. Dorian se fijó en el sándwich a medias que había en la mesa.

―No. ¿Hemos interrumpido tu comida?

―Sí. Así que si te molesta ―Andrei levantó una ceja. Dorian negó con la cabeza y siguió a su primo a la cocina. Andrei tomó asiento. Dio un mordisco enorme al sándwich y giró el dedo en el aire para indicar a Dorian  que empezara a explicarse.

―Domenic  me envió a Chicago para hacer un trabajo ―dijo Dorian refiriéndose a su padre, a quien siempre llamaba por su nombre―. No me di cuenta de que había descubierto quién estaba detrás del asesinato de… ― guardo silencio, no hacía falta decir su nombre, Andrei ya sabía de quien hablaban.

― ¿Cuándo se enteró? ―preguntó Andrei. Él también había tenido una estrecha relación con el hermano de Dorian.

―Unos meses antes. Sabía que estaba investigando, pero no sabía que había descubierto que mi hermano fue asesinado para advertir a nuestra familia de que abandonara el territorio de los Gil. ―dijo Dorian con amargura. Aún le enfadaba que su hermano hubiera perdido la vida para enviarle un simple mensaje a su codicioso padre.

― ¿Y Eva? ―preguntó Andrei.

―Me ordenaron que la matarla, por la muerte de mi hermano.

―Entonces sí que es Eva Gil ―murmuro Andrei― pensé que nunca serías capaz de hacer semejante estupidez.

―Últimamente creo que puedo hacer todo tipo de estupideces ―dijo Dorian con ironía. Sacó una silla y se sentó pesadamente. Los hechos recientes le pesaban por muchísimas razones―. La he traído aquí porque necesitaba estar lejos de cualquier lugar en el que a cualquiera se le ocurriera buscarla.

―Esto sin duda se ajusta perfectamente a esa descripción―bromeó su primo―. ¿Has decidido qué haréis después? Quedaros conmigo sólo es una solución temporal. Tu padre no tardará en enterarse.

Dorian pensó en que había usado por accidente su propio pasaporte para entrar en Moscú.

―Es verdad, sin duda.

―Parece una mujer maravillosa ―hablo Andrei lentamente―. Cuesta creer que sea hija de ese bastardo de Alejandro Gil

― ¿Tan extraño como pensar que mi hermano y yo seamos hijos de Domenic Romanov?

―Supongo que nadie elige a sus padres ―hablo Andrei, la verdad los dos hombres parecían cortados con la misma tijera―. Pero tarde o temprano, su padre y el tuyo vendrán a llamar a la puerta.

―Y yo estaré esperándoles. ―Dorian dio un profundo respiro y se dio cuenta de que ciertamente tendría una larga discusión con ambos. Ninguno de los dos se merecía a los hijos que tenía. Era hora de que se dieran cuenta de que tendrían que dejarlos ir.


Dorian Donde viven las historias. Descúbrelo ahora