3.Todo a su tiempo

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Alejandro

Llevo varias semanas jugando con una chica en el videojuego que me recomendó mi amigo, siento que estoy desarrollando una buena amistad y creo que empiezo a sentir emoción cada vez que jugamos. El problema es que mis horarios son un poco atareados, pero para su suerte, los de ella no. Me parece que es uno o dos años menor que yo, o la verdad no tengo ni idea.

Llegué a la universidad y me acerqué a mis amigos quienes me esperaban en la entrada.

— Hey Ale, ¿Cómo vas con tú novia?. — Mi amigo Patrick dio un pequeño empujón de hombro con hombro y se rio.

— En primer lugar, no es mi novia, y en segundo, sabes que a mí me gusta la chica de la fiesta. — Seguí avanzando sin importarme si los chicos me seguían o no.

— ¿Aún sigues con eso?. — Mi otro amigo Ryan rodó los ojos al decir eso.

Un grupo de tres imbéciles, se acercaron a nosotros.

— ¿A caso escuchamos que nuestro querido "amigo" Ale, tiene novia... Pero virtual?. — Victoria, la líder de su grupo de tres, habló mofándose de mí.

— Eso no es de tu incumbencia, y aunque lo fuera, nadie pidió tu asquerosa opinión. — Definitivamente cambié durante las vacaciones, y no solo por lo físico, sino por mi personalidad, juré no volverme a dejar pisotear. Y eso se reflejó en mi contestación, al dejar a mis amigos sorprendidos y a la chica boquiabierta.

— ¿Por qué le hablas así a mi novia?, tarado. — Harper habló, su novio.

— Oye chico, cálmate, no quiero que te metas con mis amigos. — Habló el jefe de los idiotas, Yohan.

— Escuchen, ninguno de los tres me interesa ni me asusta. Pero por su seguridad, no se entrometan en mi vida ni en la de mis amigos. — Me aparté de ellos y les hice señas a mis amigos para irnos.

Al terminar las clases, me fui a mi dormitorio, ya que vivía junto a mis amigos en un dormitorio del instituto. Lo que hace que mi tiempo de hablar con la chica, sean más escaso. Su apodo es Caro, definitivamente ese nombre solo me hacía recordar a la chica de la fiesta. Excepto que su nombre era Carolina, es decir Carol; pero siempre que jugaba y hablaba con la chica, creía que hablaba con la mismísima Carol. Por eso era que me daba tanta confianza.

Me duché y salí para continuar hablando con Caro. Era muy divertido, y me emocionaba que no era esa típica chica que prefiere escuchar música como reggaeton, su color favorito no es el azul, ni morado, ni rosa, sino él verde oscuro; además no le cabe vergüenza ni miedo dejarse llevar hablando hasta la madrugada, aunque la mayoría de veces que nos desvelábamos, eran los fines de semana. A pesar de que ella era la primera en dejarse dormir. ¿Cómo lo sé?, de repente, dejaba de contestar en el chat del videojuego, y se dejaba de mover. Solo así sabía que había caído rendida.

Por la noche, dejé de jugar y me fui a cenar junto a mis amigos. Hoy jugaba mi equipo de fútbol favorito, y quedé junto a mis amigos, verlo junto a ellos en Hooters. Por suerte el restaurante se encontraba a tan solo unas cuadras del instituto, dentro de una plaza. Para ser honesto, estaba emocionado y un poco deprimido ya que no podría hablar con Caro mientras estuviese ahí. No tenía su número ni ninguna red social suya, creo que le daba miedo que yo fuese un tío de treinta y tantos años, no sé si era por mi increíble ortografía o por mi madurez. Es normal considerando que tengo dieciocho.

Después del partido, entré a mi habitación y prendí mi portátil para ver si Caro me había escrito. En la bandeja de entrada, solo habían tres mensajes, en los cuales solo me decía que descansara y que ya se iba a dormir. Como aún era temprano y mañana no tenía clases ya que iba a haber supervisión, me puse a hacer una de mis actividades favoritas. Leer y escuchar música.

Casi siempre leo en digital ya que los libros que tengo, solo son sobre auto control, superación personal, entre otras cosas aburridas. Todo gracias a que mi padre prefiere comprarme ese tipo de libros. Si no fuese por los discos de mis artistas favoritos, que alguna vez me llegó a dar, lo despreciaría más de lo que ya hago.

Me apena no estar en la vida de Sasha, al menos no mucho. Es solo que he estado muy ocupado, con lo de Carol "o Caro" (no descarto esa posibilidad), materias y otras cosas. Además me gusta escribir... ¿Poemas?, más bien escritos, donde me expreso y cuento todos mis pesares. Además, no espero el momento en el que reencuentre a Carol y le pueda dar el poema que le escribí.

Al cabo de unos minutos, caí rendido a la cama, no cabía duda de que tanto leer, escribir y cantar en voz baja, me agotaba realmente. Pero aún así, me fascinaba.

Al día siguiente, desperté y me dirigí al baño para lavarme los dientes. Estaba feliz ya que este día, no tenía pendientes y podía hablar todo el día con Caro, o al menos estaría cuando ella se desocupase. A veces se me olvida que ella tiene distintos horarios a los míos, y que no siempre podemos hablar.

En lo personal, a mí me gusta hablar con ella hasta más no poder; hay ocasiones en las que en vez de jugar, solo nos reunimos para hablar. Y estoy seguro de que a ella también le gusta. Pero últimamente me he empeñado a conseguir su número de teléfono, pase lo que pase. He dejado de pensar al menos un poco en Carolina, pero en el fondo aún la buscaba. Pero volviendo al tema, primero necesitaba ganar aún más la confianza de Caro, para que no piense que soy un anciano pervertido.

Lo primero que hice fue encender mi ordenador y escribirle por el videojuego. El problema era que no respondía, seguro estaba ocupada, y no la culpo.

Horas más tarde me respondió. Decía que había asistido a clases y que no pudo responder, lo que me hizo dudar un poco sobre su edad. Sabía que era menor, pero pensé que solo por un año.

Continuamos hablando toda la tarde, decoramos una casa juntos y al ver las imágenes que había puesto, me sorprendí bastante.

— ¿A caso te gusta Arctic Monkeys y The neighborhood?. — le pregunté por el videojuego.

— Sii, también The weekend. — respondió.

No cabe duda de que cada vez comenzaba a sentir una que otra cosa por ella, pero luego me obligaba a mi mismo a volver a la realidad.

— Ale, ¿Vendrás?. — Alguien llamó a la puerta de mi habitación mientras repetía esas palabras.

— Ya voy, dame un momento. — Exclamé un poco para que me alcanzaran a escuchar.

Me despedí de Caro y le juré volver más tarde. Aún no lograba conseguir su número, pero debía darme prisa antes de que me dejarán solo y sin palomitas. Supongo que todo a su tiempo. Me coloqué unos vaqueros y mis tenis Adidas favoritos, también me puse una camisa de botones, excepto que quité los dos botones de hasta arriba. Tomé mi teléfono y cartera, y salí.

46 KilómetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora