11.Margaritas

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Alejandro

Llevo dos meses sin ver a Carol. Por suerte he salido de vacaciones, aunque han sido algo aburridas; me la he pasado ocupado y hablando con mis amigos, he de admitir que me ha preocupado perderla, ya que casi no hablamos. Pero últimamente han pasado cosas que realmente nunca imaginé que me sucederían.

Clarisse era mi ex novia. Me es imposible hablar mal de ella.
Muchos suelen pensar que dentro de mí, tengo un poco de rencor hacia ella; pero lo cierto es que la amé como nunca, ella fue mi primer amor.

Supongo que todo se fue a la mierda por mi culpa, pero para ser honesto, no me arrepiento del todo.

Clarisse tenía problemas con medio mundo, bebía, incluso se causaba auto lesiones; traté de cambiarla, pero al intentar hacerlo, el que salió afectado fui yo. Ella siempre salía de su casa y solía decirme que quería escapar para por fin descansar; pero yo estaba tan cegado de amor por ella, que dejé de ponerme a mí, antes que todo.

La vez que la dejé, fue cuando ella decidió huir a Canadá, yo no pensaba dejarla sola, así que la acompañé. Ella quería desaparecer del mundo, no solo de su hogar, pero ignoré ese hecho, y la acompañé. Cuando estábamos en el tren que nos llevaría lejos, comencé a pensar en mi madre y en Sash, me daba miedo no estar para cuidarlas de cualquier cosa, o persona.
Creo que no lo había pensado de esa forma, solo había ido con la mente en blanco; traté de hacer entrar en razón a Clarisse, pero ella estaba tan decidida que no lo pude evitar.
La amaba, pero amaba más a mi familia, sobre todo al brillo de luz que ilumina todos mis días, Sasha.

Agradezco haber recapacitado y no ir con ella, no me imagino el dolor que le pude causar a mi familia y la decepción que sentiría Sash, cuando creciera. Me duele recordar el momento en el que le dije a Clarisse que siguiera ella sola, que yo no la iba a acompañar, que la amaba pero nuestro amor no estaba bien... Realmente no sé si algún día lo estuvo. Solo recuerdo su melena rubia y lacia, moviéndose con el aire y sus ojos azules como el mar. Parecía modelo cada vez que daba un paso.

Ese recuerdo, me hizo analizar lo distinta que era Carolina a Clarisse. No solo por lo físico, sino también por sus decisiones y acciones. No digo que Carolina sea más fuerte que Clarisse, pero algo difícil de acostumbrarse, es que Carol, no huía de los problemas, si no que los enfrentaba con fuerza.

Estos dos meses han sido eternos sin verla; me parece que va a pasar a último año de preparatoria, pero me temo que algo no va del todo bien con ella. Hablamos todos los días, pero a veces ella suena un poco cortante.
No me preocupa que me hable así, solo me preocupa que le esté sucediendo algo y yo no esté ahí.

— ¡Ale!. — Una voz se escuchó en el pasillo del dormitorio.

— ¡Ale, necesito contarte algo!. — Mi tranquilidad había sido interrumpida, cuando Ryan irrumpió en mi habitación.

— ¿Qué necesitas?. — Lo miré con mala cara.

— Emma me ha enviado una carta. —

— ¿Una carta?, ¿En pleno dos mil veinticuatro?. — No pude evitar mofarme un poco.

— ¡Hey!, no te burles, además Carol también te hizo una. —

— ¿Carol hizo qué?. — Mis ojos se abrieron como platos al oír su nombre.

— ¿Sigues pensando en que es anticuado?. —

— ¿Cómo es que no me ha llegado nada?. —

— A lo mejor no la envió, o se extravió. — Ryan se recostó en mi cama, con una carta en sus manos.

— ¿Qué dice la tuya?. — Traté de ignorar el último comentario de Ryan, y busqué mi teléfono con desesperación.

— Yo que sé hermano. —

46 KilómetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora