7.El Diario

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Alejandro

Me parece que pasaron dos días desde la pijamada con Carol, pero ahora me encontraba camino a la habitación de Allison ya que a Carol se le había olvidado algo, y como "somos muy cercanos", Allison me pidió de favor que le regrese lo que se le olvidó.

>> ¿Entonces estás en tu casa?.
Visto

> Sí, ¿pasa algo?.

>> Solo curiosidad.
Visto

>> Oye, ¿te parece si te escribo dentro de un rato?, es que debo ir a recoger algunas cosas.
Visto

> Vale, descuida.

>> No demoro mucho.
Recibido

Llegué al dormitorio de las chicas y me dieron una libreta con el forro beige. Parecía algo desgastada, pero lo más probable era que se debiera al uso constante; sabía que no debía abrirla y ver su contenido, pero la curiosidad me mataba.

Llegué al estacionamiento y me metí en el asiento del conductor de mi auto. El día estaba nublado, además recién eran las seis de la tarde. Las chicas me habían mandado la ubicación de la casa de Carol, aunque no sabía si estaba bien ir sin siquiera avisarle; pero mi mirada se detuvo en la libreta, la curiosidad se intensificó tanto que sin darme cuenta, ya sostenía la libreta con ambas manos. 

Abrí la libreta y noté que tenía una portada bastante peculiar; quiero decir, tenía bastantes fotos de las portadas de algunas canciones y de sus bandas favoritas. No pude evitar sonreír con curiosidad cuando noté que la mayoría de bandas, eran muy antiguas, o al menos, no las típicas que una chica de su edad escucharía. Al menos la gran mayoría de chicas escuchaban música urbana y bastante "indecente", yo conocía ese tipo de canciones por mis amigos y sus antiguas parejas, aunque para mí, siempre fueron un asco de canciones. Al menos las canciones que yo escuchaba, disimulaban un poco más ese tipo de temas, y al parecer, ahora no sería el único que escuchaba esas canciones.

Cuando pasé a la siguiente página noté que estaba un poco arrugada y brillosa. Tenía poco texto, pero parecía ser una carta o algo por el estilo. Así que decidí saltarme esa página y leer la siguiente.

Le dije que no, parece que no me escuchó.. o al menos eso pretendió. Estoy segura de que ya lo olvidó, pero yo nunca lo haré. Ya hasta perdí la cuenta de las veces que me culpé...
Me culpo por llorar, pues mis lágrimas no le quiero dar. Me culpo por no saber, que lo que él hacía, no estaba bien. Odio sentir que la culpa es mía; cuando al final, soy el efecto de un tipo que no se atendía, que no conocía lo que es el respeto. No sé si ganaré esta pelea, pues siento que me arrancó de raíz; solo me queda aferrarme a la idea de que todo tendrá un final feliz.
Yo voy a estar bien... Algún día. Y en mi vida, volverá a sonar una dulce melodía.

Al leer eso, una ligera sospecha se cruzó por mi mente. No tengo idea de por qué no puedo dejar de leer; sé que debería parar ya, pero algo en mi interior, quiere desmentir el pensamiento que tengo en mi mente. Y no lo pude evitar, decidí pasar a la siguiente página.

No sé cómo decir esto... Me cuesta admitirlo, me cuesta decirlo aunque sea por un simple diario, me cuesta creer que aquellos en los que confiarías tu vida entera, pueden destrozarte y ser los verdaderos "judas". Que pueden dañarte sin que te lo esperes; sobre todo aquellas personas en las que más confiaste y las que más te apoyaron. ¿Cómo mierda es posible que tú propia familia pueda hacerte algo tan cruel, asqueroso y despiadado?. ¿Cómo carajos evitar que estos recuerdos se vengan a tu mente cada vez que los miras?. ¿Cómo mantenerse callada por años?. Duele... Y demasiado. Lo peor, es cuando esa persona "inocente" en la que confiaste, es incluso menor que tú?.

Antes de que pudiera continuar con la lectura, mi teléfono vibró. Era Allison, me preguntaba si ya iba en camino hacia la casa de Carol. No sabía que sentir, sentía una inmensa rabia y una inmensa necesidad de partirle el rostro a cualquiera que haya sido el tipo que le hizo daño. Ni siquiera la conocía bien, y ya sentía que quería protegerla y hacer pagar a todos los que le hicieron daño. Estaba tan cabreado que no respondí el mensaje de Allison, en cambio, dejé la libreta en el asiento del copiloto y pisé el acelerador para ir hacia la casa de Carol. 

Puse la ubicación y me dediqué a seguirla. Me sentía tan irritado, pero traté de contenerme y centrarme en el camino. Estaba decidido a conseguir respuestas esa misma tarde... o noche.

La hora de distancia, hizo el camino eterno, al menos para mí. Pero a penas veía por los faros de luz que alumbraban el camino, ya que todo se había oscurecido.

Cuando por fin llegué a la casa que supuestamente era de Carol, me estacioné justo al frente y tomé la libreta. Estaba decidido a leer y a bajar por ella.

Mi propio primo he hizo tanto daño... ¡Carajo, lo consideraba como mi hermano!.

Ese pequeño párrafo, me bastó para sacar mi teléfono y escribirle a Carol.

>>Están tus padres?.
Visto

> No.. ¿Por qué la pregunta?.

>> Baja a abrirme.
Visto

> ¿Qué?

>> Que bajes a abrirme la maldita puerta.
Visto

> ¿Qué mierda Ale?, ¿estás bien?.

>> Lo estaré si me abres la puerta.
Visto

> ¿Bebiste?.

>> Carol..
Visto

> Está bien, ya voy.

La puerta se abrió y bajé del auto cerrando la puerta con fuerza. No sin antes tomar el diario.

Me acerqué a Carol con el paso acelerado, mientras que ella solo me miraba con confusión. Cuando me acerqué lo suficiente, sus ojos se posaron en el diario que tenía en la mano, lo que la hizo abrir los ojos con asombro y nerviosismo. No dije nada, solo me acerqué y le di un abrazo, sin preguntar ni hablar, solo lo hice; pero al momento, me separé.

— ¿Quién lo hizo?. — Tragué saliva.

— No sé de qué estás hablando. —

— Lo sabes. — 

— Yo... —

— Dime el nombre. —

Al ver que Carolina tardó en responderme y pensó la respuesta, me hizo creer que no solo había sido una persona.

— ¿Cómo supiste cuál era mi ubicación?. —

— Carol... — Me comencé a desesperar.

— Como sea, no valen la pena. — Carol se cubrió con los brazos, cruzándolos a la vez.

— Solo dime. — Me quité la campera que traía y se la ofrecí.

— De verdad... — 

Insistí en que la usara y ella se la puso, después la miré a los ojos.

— Carol, necesito saber quién coño te hizo daño. — 

— Te he dicho que no vale la pena. — 

— Carol... Te juro, que van a pagar y que no te volverán a hacer daño, en su corta.. o larga vida. — 

— Mi hermano está por llegar... No puedes estar aquí. — 

Ahora que lo recordaba, el idiota de su hermanastro, era el mismo chico que tanto detestaba, y para ser honesto, no quería meterla en problemas, así que asentí.

— Solo por esta vez, pero prométeme que me lo contarás todo. —

— Ale... —

— Promételo. —

— Está bien, lo haré. —

Asentí dudoso, pero al ver que las luces de un auto se acercaban, decidí montarme en el auto. Lo eché a andar y me fui, no sin antes darle un vistazo por el espejo retrovisor.



46 KilómetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora