9. La liga

13 1 0
                                    

Alejandro

Me pregunto cómo se encontrará Carol. A penas han pasado dos días dese que vino a mi habitación con el ojo hinchado por culpa del imbécil de su hermanastro; no tengo ni idea de porqué me preocupa demasiado, pero lo que sí sé, es las inmensas ganas que tengo de partirle el rostro a Harper.

— Ale, ¿Estás bien?. Te noto algo distraído. — Me preguntó Patrick mientras recargaba su mano en mi hombro.

— Sí, no es nada. —

— Entonces... Aquella vez que Carol y tú fueron a su habitación, ¿Ustedes se enrollaron?. —

— ¡No!, ¿A caso solo piensas en eso?. —

— Solo era curiosidad, digo, llevan ligando meses y de la nada desaparecen para irse a tu habitación. Dime ¿Cómo no sospechar?. —

— Pues no, solo la cuidé... Hasta que lo arruiné por quedarme dormido. —

— ¿Cuidarla?... ¿Cuidarla de qué?. —

— Del idiota de Harper. — Me levanté con frustración.

— ¿Él qué tiene que ver?, ¡¿Le hizo algo?!. —

— Sí, y para colmo, es su hermanastro. —

— ¿Qué coño le hizo a nuestra amiga?. — Patrick se levantó igual.

Por un momento, me quedé pensando en el por qué le preocupaba tanto si ni siquiera la conocía como yo. Además, ¿Dijo "nuestra amiga"?.

— La golpeó, Patrick, la golpeó.— Solté un suspiro, pero mi teléfono vibró.

— ¿Es ella?. — Patrick se asomó, pero por intuición aparté el teléfono.

— No. El sonido de sus notificaciones es distinto. —

— Venga, no seas enfadoso. —

— No lo soy. — Entrecerré los ojos.

— En fin, debo irme. — Tomé mi vaso con café helado y salí lo más rápido posible de la cafetería.

No sé qué mierda me había sucedido, pero no cabía duda de lo extraño y ridículo que era. Supongo que solo despertó mi lado protector... O algo así. ¿Será que realmente comencé a sentir cosas por ella?. Me ponía nervioso cada vez que recibía un mensaje suyo, sobre todo, cuando la veía; sentía que mi mundo se paralizaba por un momento, y que mi corazón se aceleraba más de lo debido.

De un momento a otro, ya me encontraba en mi habitación; estaba tratando de arreglar algunos libros en mi librero y acomodando los cuadernos en los que solía escribir poemas o solo mis sentimientos. Necesitaba un poco de espacio para poder utilizar mi ordenador y para poder escribir más en los cuadernos, ya que para ser honesto, siempre preferí escribir en físico antes que en digital, a pesar de que me fascina leer en Morddy, una app donde la gente escribe sus libros y con el tiempo y dependiendo de la fama, se publica en físico en las librerías.

Me senté en la cama para descansar un poco, pero cuando moví las sabanas para tenderla un poco, una liga salió disparada hacia el suelo. Me agaché para recogerla, pero se parecía a la que Carol estaba utilizando en su muñeca, aunque después la metió al bolsillo de mi campera, bueno la que estaba utilizando; supongo que se le debió de caer. La liga era negra y tenía un pequeño dije con el logo de uno de los álbumes de Arctic Monkeys "AM". Lo admito, era muy pequeño y a penas se alcanzaba a distinguir, pero solo los verdaderos conocedores y observadores, nos daríamos cuenta, como yo lo hice.

Me pareció tierno que realmente se notara que le gustaba Arctic Monkeys y que no estuviera fingiendo como esas chicas que solo mienten por convivir. Además, me sorprendió bastante cuando en la pijamada, puso una de mis canciones favoritas "Arabella"; me costaba demasiado sacarla de mi mente, pero me gustaba pensar en ella. Su liga, tenía un ligero olor a su dulce perfume y sin dudarlo, me la puse en la muñeca e involuntariamente, comencé a jugar con el dije.

Carol aún no me escribía, lo que hacía que mis sospechas y mis preocupaciones se elevaran al igual que las ganas de asesinar a Harper. Mi mejor amigo, Jack, me mandó un mensaje preguntándome si quería ir con él y unos amigos, a festejar el cumpleaños de su amiga Sam. Tuve que rechazarlo ya que ellos se encontraban en un hotel bastante lejos del sitio en el que me encontraba. Me parece que el hotel se llamaba "Hotel Paradise", pero para se honesto, la distancia no era el problema; el problema era que no podría ver a Carol cuando me necesitara, y no quería arriesgarme a perderla o a que su hermano le hiciera algo más.

A pesar de que Jack y yo teníamos distintos horarios por las universidades, nos hacíamos un tiempo al mes para vernos junto a su mejor amigo Andrew; aunque nunca conocí a la dichosa Sam. Pero eso no era lo importante, al menos no para mí; solo esperaba el momento en el que Carol se sintiera lista para contarme bien que era lo que había sucedido, con su hermano y con... Con los imbéciles de los otros chicos. Estaba más que decidido en hacer pagar a todos los que la dañaron, pero no quería que Carol se sintiera culpable de las repentinas muertes de los chicos y Harper... Es mentira, no haría algo así... Al menos yo no.

Me senté en la silla que estaba frente a mi escritorio y me puse a escribir un rato, mientras escuchaba música en el ordenador.

¿Cómo es posible, que los minutos se sientan horas cuando te vas, y que las horas se sientan minutos cuando conmigo estás?. Haces que mis niveles de dopamina se desborden y causes que cada uno de mis pensamientos, pierdan su orden. ¿Cómo es posible que mi cuerpo sepa cuando te acercas y cause que cada uno de mis sentidos se estremezca?. Y yo que pensaba que me había enamorado en el pasado; pero contigo me di cuenta, que ninguna de ellas era la indicada.

Arrojé el lápiz en el escritorio cuando terminé de leer lo que acababa de escribir. No me había gustado en lo absoluto; mi debilidad más grande, es ser perfeccionista, y al escribir esto, me sentí distinto. Nunca había escrito cosas de amor ni mucho menos, solo cosas que empiezan "románticas" y terminan en muerte o decepción.

Cerré el cuaderno y tomé mi teléfono; soltando un pequeño suspiro, lo encendí y me metí en el chat que tenía con Carol. Mi inquietud y preocupación, me hizo tomar el valor de escribirle.

>> Carol, ¿estás bien?.
Recibido

Cuando noté que mi mensaje le había llegado, pero no lo había abierto, solté un suspiro con frustración, pero aliviándome porque el mensaje sí le había llegado. Lo que significaba que ella estaba bien ya que aún mantenía su teléfono consigo. Mi pierna comenzó a temblar con desesperación, hasta que el sonido de su notificación, me hizo relajarme un poco.

> Sí, disculpa. Es que estaba un poco ocupada.

> ¿Y tú?, ¿Estás bien?.

>> Ahora lo estoy.
Visto

> Me alegro..

> Oye, en un rato te escribo, tengo que hacer algunas cosas.

>> Vale, está bien.
Recibido

Dejé mi teléfono en la mesa y me recosté en la silla giratoria aún suspirando y con el corazón latiendo a mil por hora, por lo menos tenía la certeza de que el patán de su hermanastro, no le había hecho daño, al menos no más desde ayer. Tomé mi suéter y mi teléfono para salir; me apetecía ir a comer algo en la cafetería, el preocuparme, había provocado un gran hueco en mi estómago.

46 KilómetrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora