ʀᴇʏ ꜱᴀʟᴠᴀᴊᴇ

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Omnisciente

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Omnisciente

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Adara abrió sus ojos un poco ansiosa, había parecido olvidar por un momento lo que ocurrió y una ligera molestia en su entre pierna la hizo sonrojarse ante sus recuerdos repentinos. Su celo había llegado a su fin y solo tenía ligeras lagunas mentales sobre lo ocurrido. Recorrió la habitación notando que estaba aún en la alcoba de Kellen, sus mejillas ardieron, él la abrazaba de la cintura descansando a su lado.

Solo actuando para ver que hacía su oméga mientras él "dormía".

Los dulces azules de Adara recorrieron con una sonrisa el rostro de su alfa mientras creía verlo descansar, su mano se posó en la mejilla derecha de Kellen dando una delicada caricia. Mimando a su alfa. Kellen abrió sus ojos encantado con lo que veía y sentía en ese momento, en ese momento no le importaba nada más que su oméga.

Dicho alfa exploró con sus grises cada centímetro del rostro de su oméga, era encantadora, podía durar horas mirándola sin parpadear y no se cansaría. Era como mirar un atardecer en su máximo esplendor, exquisito, repaso una y otra vez aquellos zafiros que lo encantaban con la mirada.

— ¿Te encuentras bien, oméga? —.

Pregunto tomando el cuello de Adara con poca presión, la acerco más a él hasta el punto en que sus alientos se mezclaron.

Las pupilas de Adara se dilataron al igual que las de su Alfa, ninguno apartaba la mirada del otro. Nadie podía romper aquella burbuja que los cubría. Eran dos simples enamorados ignorando los posibles problemas que tendrán al poner un pie fuera de la cama.

— Sí, eso creo... Alfa —.

Menciono mordiendo sus labios, Kellen le había pedido que lo llamará así mientras se perdían en las llamas de una pasión desatada por ellos mismos.

— Solo provocarás una cosa, pequeña —..

— Tú dijiste que te llamará así, ¿entonces...? ¿no debo de hacerlo? —.

Pregunto ingenua a lo que su alfa tenía en mente en este momento, ese rey estaba perdiendo la cabeza con solo mirarla.

— Lo dije. Eso es cierto, pero debe de ser algo secreto entre nosotros. No puedes llamarme así ante todos, solo cuando ambos estemos a solas, ¿te parece bien, mi oméga? —.

— Sí... pero, Alfa... —sus palabras se perdieron, sentía tanta vergüenza porque apenas se había percatado de que estaba desnuda, siendo solo cubierta por una sabana—. Es bueno... ¿estar en la misma cama mientras yo estoy sin ropa? —.

Su pregunta sacó una risa profunda de Kellen, en esos 3 días él había visto por completo cada rincón del cuerpo de su oméga. En su mente contemplaba aún las curvas y lo tersa que era la piel de su oméga. Había visto su alma sin esconder nada, esa pregunta solo parecía mostrar que su querida reina no se daba cuenta de las cosas que habían hecho.

Mon OmégaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora