ᴍɪ ᴅᴜʟᴄᴇ ᴏᴍᴇɢᴀ

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Adara

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Adara

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La señorita Amelia acomoda la bandeja mientras las sirvientas le pasan la comida preparada, observo con curiosidad la cocina, miro por las ventanas que la oscuridad ha gobernado fuera de la casa y eso solo me hace sentir más sueño. Con una sonrisa me mira la señorita Amelia mientras pone en mis manos la bandeja asegurándose de que mi postura sea la correcta.

— Recuerda no hablar hasta que él te lo permita, dejar todo acomodado y esperar paciente hasta que termine de comer, entendido —. Alza su ceja esperando mi respuesta.

— Entendido —. Sonríe, me da paso y comienzo a caminar fuera de la cocina.

Mi mente se pierde mientras hago mi camino hacia el tercer piso donde Kellen se encuentra, suspiro queriendo no pensar en si él trajo a alguien o encontró a alguien más competente para ser reina que yo.

¿Y si tiene a más?

¿Y si yo no soy la única?

¿Qué sucederá?

Le molestó que dijera que yo no lo amaba, pero es imposible no decir eso cuando no conozco nada de él. Yo no puedo solo seguir nuestro lazo y afirmar algo que puede con el tiempo se desarrolle, yo sigo confundida por las cosas que han cambiado y aunque no tenga miedo de quién es Kellen, tengo miedo del peligro que es ser su pareja.

Eso fue hace semanas, ¿aún estará enojado?

El aroma a hogar aleja aquellos pensamientos autodestructores de mí y me concentro más en el camino, me siento nerviosa de estar de nuevo encerrada con él en una misma habitación, el problema es que estaremos solos de nuevo. Mi omega chilla y brinca en notable alegría de por fin tener un momento a solas con nuestro alfa.

No te pongas nerviosa, respira profundo.

Apenas detengo mis pasos enfrente de la gran puerta y ya escucho un "pase", parece que él me estaba esperando, cierro mis ojos por un segundo antes de que los guardias que resguardan al costado de dos pilares junto a la puerta, me ayuden abriendo por mí la puerta.

Me dejo llevar por su aroma y cierro los ojos por un segundo, la puerta se cierra detrás de mí y camino hacia donde la señorita Amelia me había dicho que tenía que poner la comida, cierro mis ojos por un momento mientras acomodo todo como ya me han enseñado para este tipo de ocasiones.

Todo tiene que llevar un orden.

Dejo la bandeja sobre la mesa y me siento en la otra silla cruzando mis piernas y acomodando mi vestido para que no tenga ninguna arruga, me molesta arruinar un vestido tan lindo y que de solo verlo se puede apreciar lo costoso que es. Escucho atenta como la puerta del baño se abre y permanezco con la mirada hacia abajo por los nervios.

Mon OmégaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora