#3 Dos mujeres que se dan la mano

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—Hola Fina. Te he hecho una promesa y me gustaría cumplirla. ¿Aún quieres saber cuál es mi nombre?

Fina había estado todo el día en la pastelería pero no tenía sospechas de ninguna mujer que pudiera ser "M". Le preguntó a Claudia si ha habido alguien que le haya llamado la atención pero sabía muy bien que su amiga es la más despistada de todo Madrid.

Se limitó a decir que desde que se fueron los camiones llegaron muchos clientes nuevos y que no prestó suficiente atención, lo cual es cierto porque hubo mucho movimiento y muchísimas ventas.

En cuanto ha leído el mensaje en su móvil sonrió. Si esa mujer supiera que le intrigaba muchísimo su identidad, seguramente no le escribiría más.

— Claro, estoy esperando que me digas tu nombre para poder hablar contigo — se limitó a decir Fina.

Marta, por su lado, tenía claro que debía despistar a Fina de las claras pruebas que había dado al haber ido a la Pastelería y luego haber hablado con Carmen.

— Pues a lo mejor tienes que conformarte con mi apodo. Me dicen Maru. Tengo 39 años y vivo cerca de esa Pastelería tan increíble que me recomendaste. — tipeó temblando Marta. No le quería mentir por lo que se acordó del apodo que le decía su sobrina Julia cuando era más pequeña. Nadie más le llamaba Maru, pero por ahora iba a servir esa excusa.

— Bueno, Maru. Me sirve de momento. Es muy bonito apodo. Luego querré saber de dónde viene. Me alegra saber que te ha gustado la pastelería. Qué has probado de allí? Así puedo comprar yo también. —indagó Fina en un intento de filtrar las ventas y dar con su misteriosa mujer.

— Me parece que usted ha probado todo de allí, pastelera Fina. Acaso creéis ser la única en querer averiguar más? Me he enterado que esa Pastelería es tuya y me has dicho que nunca has ido. — contestó Marta dando vuelta toda la situación, donde la verdadera mentirosa era ella misma pero logrando su cometido.

— Me has pillado, Maru. Es mi Pastelería. Me alegra mucho que te haya gustado lo que sea que hayas comprado. Lo que puedo afirmar al 100% es que has ido en el turno de Claudia porque me hubiese enterado que eras tú la clienta que quiera averiguar tanto. — dijo Fina mientras sonreía bobamente.

— Llevas razón. Si me hubiese topado contigo me hubieses pillado en segundos. No dudaría en mirar directamente hacia esos labios tan lindos. — tiró directamente Marta mientras se sonrojaba en el auto escribiendo.

— Pues a mí me encantaría tener una foto de los tuyos. En tu foto apenas puedo ver tu cuello, ese lunar tan lindo podría tener mis besos cuando quisiera — contestó Fina mientras terminaba de cerrar la pastelería.

Marta llegó al estacionamiento de su edificio y leyó el mensaje de Fina. Estaba tan nerviosa y sonrojada que tomó el maquillaje de su cartera y tapó su lunar. No quería encontrarse con Fina nuevamente y que la reconociera. No aún.

Aunque sabía que no iba a poder controlar verla con deseo. La noche anterior había soñado ser ella misma la mujer que se encontraba con Fina en su habitación contigua. No pudo parar de pensar en eso en todo el día.

—A lo mejor este cuello quiere más que unos besos. Por cierto, me han encantado las magdalenas que haces, a lo mejor mañana pruebo otra cosa.— cerró Marta para despistar a Fina. Si Carmen llegaba a decirle que su jefa había comprado galletas y croissants, no iba a sospechar.

Ya en la puerta del ascensor se encontraron Marta y Fina. Al parecer manejaban los mismos horarios. Se saludaron solo con un "Hola" antes de subir, pero Marta decidió romper el hielo.

— Hoy no creo que tenga que robar tu comida, me he traído algo de la cantina de mi trabajo — rió suavemente mientras miraba a Fina a los ojos esperando al menos un gesto.

MUJER CONTRA MUJER 🧁 | Marta y Fina - Sueños de Libertad #MafinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora