Capítulo 7: Más Allá del Valor

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Ashira despertó bruscamente, su respiración entrecortada mientras sus ojos trataban de adaptarse a la penumbra de la carpa. A pesar del dolor que invadía su cuerpo, su mente aún estaba en alerta, y pronto se percató de la presencia de otra persona. Mordred, de pie cerca de la entrada, la observaba con los brazos cruzados. Su ceño fruncido y su mandíbula apretada evidenciaban una mezcla de preocupación y enojo.

Mordred dio un paso al frente, sus botas resonando ligeramente contra el suelo de la carpa. Su voz salió firme, casi áspera, aunque se podía sentir el alivio detrás de su tono. -¡Ya era hora de que despertaras, Ashira! -espetó, su mirada fija en la joven-. Por poco y te matas. Te lo juro, si no hubieras sobrevivido, habría encontrado la manera de traerte de vuelta solo para matarte yo misma.

Ashira, aún algo desorientada, esbozó una sonrisa nerviosa mientras se incorporaba con cuidado, el peso de su cuerpo sintiéndose inusualmente pesado. -Yo también te extrañé, Mordred -respondió con un tono juguetón, intentando desviar la tensión, aunque un ligero temblor en su voz revelaba su agotamiento.

Mordred bufó, desenredando sus brazos para frotarse la nuca, una señal de la frustración que trataba de controlar. -Estás en el campamento -respondió, con un suspiro pesado-. Han pasado días atendiendo a los heridos y vigilando por si esos malditos regresaban. Y tú... te has pasado una semana entera inconsciente.

Ashira abrió la boca para preguntar más, pero se quedó muda al escuchar una voz que conocía demasiado bien. Artoria entró en la carpa, su presencia imponente y serena llenando el espacio al instante. Cada paso que daba era calculado, su porte regio dejando claro que no solo era una maestra, sino también un rey.

-Me alegra verte despierta, Ashira -dijo Artoria con una voz calma, pero cargada de un sutil alivio. Se acercó a su aprendiz y se inclinó ligeramente, inspeccionando el estado de la joven con una mirada escrutadora-. Merlín me ha informado sobre lo ocurrido. Parece que tu anillo consume más mana de lo que habías anticipado. Tuviste suerte de no haber quedado sin energía por completo.

Ashira bajó la mirada, sus dedos jugueteando nerviosamente con la manta que cubría su regazo. Mordred, mientras tanto, cruzó de nuevo los brazos, su mirada afilada clavándose en Ashira con una intensidad renovada.

-¿Por qué demonios no nos contaste sobre ese maldito anillo? -exigió Mordred, su voz elevándose ligeramente en frustración-. Podrías haber muerto, Ashira. ¡Eres una maldita idiota!

Artoria se cruzó de brazos, su expresión permaneciendo neutral, aunque sus ojos reflejaban una clara expectativa de una respuesta.

Ashira tragó saliva y se rascó la nuca, nerviosa, sintiendo el peso de ambas miradas sobre ella. -El anillo aún tiene fallas... -admitió en un susurro-. No quería mostrarlo hasta haberlo perfeccionado. No quería que vieran algo incompleto, algo con defectos...

-¿Y entonces por qué lo usaste? -La voz de Artoria se volvió más dura, aunque mantenía su compostura imperturbable-. Sabías que podrías haber muerto. ¿Por qué arriesgarte así?

Ashira levantó la cabeza lentamente, encontrándose con la mirada severa de su maestra. Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa triste. -Lo sabía, maestra. Pero era todo o nada. Si no lo hubiera usado, tal vez no estaría aquí ahora mismo.

Artoria la miró fijamente durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, asintió, su semblante suavizándose ligeramente. -Entiendo, pero quiero que sepas algo. Preferiría verte viva, incluso con fallas, que perfecta y muerta.

Las palabras de Artoria resonaron en el silencio de la carpa, y Ashira asintió, sintiendo el peso de la preocupación de su maestra sobre sus hombros.

-No esperaba que vinieras en persona, maestra. Mordred ya estaba aquí -comentó Ashira, tratando de aliviar la tensión en el ambiente.

Herencia de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora