Capítulo 9: Sombras del Pasado

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Ashira estaba en el calabozo, sentada en el suelo frío y áspero de la celda. La oscuridad envolvía todo a su alrededor, pero el frío que sentía no provenía solo de las piedras húmedas, sino de su propio corazón. Lentamente, las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos, como si hubieran estado retenidas durante años. "Soy la hija de Morgan Le Fay", se repetía una y otra vez, con la voz temblando en su mente. "No tengo derecho a ser feliz."

Golpeó la pared con el puño cerrado, sintiendo el dolor agudo en los nudillos. Era un dolor físico, pero no era suficiente para ahogar el tormento emocional que la consumía. Recordó su infancia, un tiempo que había intentado enterrar en lo más profundo de su memoria. Las imágenes de Morgan, su madre, se agolparon en su mente. Morgan nunca le mostró amor; nunca le ofreció una palabra amable ni una sonrisa. Ashira pasaba días enteros sola, hambrienta y anhelando una pizca de afecto. Pero cuando se acercaba, la mirada de Morgan era más afilada que cualquier espada, llena de desdén y desprecio.

Ashira cubrió su rostro con ambas manos, sus sollozos ahogados llenando el silencio del calabozo. Las veces en que Morgan la instruyó en magia eran lo único que rompía la monotonía de su aislamiento. Pero incluso esas lecciones estaban teñidas de dolor, no solo físico, sino también emocional. Cada error era castigado con un golpe, cada momento de debilidad recibido con frialdad.

-¡Por qué tenía que ser así! -murmuró entre lágrimas, apretando los dientes-. Lo único que quería era un lugar al que llamar hogar... Alguien que me aceptara...

Sus manos temblaron al recordar cómo, desde el día en que conoció a Artoria, había sentido una chispa de esperanza. Pensé que con ella sería diferente. Ashira había soñado que por fin tendría una familia, alguien que le diera sentido a su vida. Pero ahora todo eso parecía una mentira. Le mentí a Artoria... y ella me odia. Un sollozo desgarrador escapó de su pecho, mientras se sentía más perdida que nunca.

Mientras tanto, en su habitación, Artoria permanecía despierta. El cansancio pesaba sobre sus hombros, pero la culpa no la dejaba dormir. En su mente, los recuerdos de su niñez regresaban con fuerza. Morgan, su hermana, antes de convertirse en la hechicera que todos conocían, solía ser una niña inocente. Artoria había sido testigo de cómo poco a poco la oscuridad la consumía, de cómo la luz en sus ojos se apagaba. No hice nada por salvarla entonces... pensaba, la amargura atrapando su corazón.

Ahora, temía que estuviera repitiendo el mismo error, pero con Ashira. ¿Qué he hecho? recordó con dolor el rostro devastado de su aprendiz durante la discusión. Ashira siempre había sido leal, incluso cuando no tenía por qué serlo. Sin pedir nada a cambio, Ashira la ayudaba en los deberes de su reino, aligerando la pesada carga que Artoria llevaba como rey. Nunca se quejaba, y aunque su espíritu travieso a veces causaba problemas, Ashira siempre lo hacía con la mejor de las intenciones.

Artoria suspiró, frotándose los ojos en un intento de disipar la culpa que la consumía. Recordó las mañanas en que Ashira la despertaba temprano, con esa chispa juguetona en los ojos, lista para ayudarla a enfrentar el día. Nunca pidió nada a cambio, simplemente quería estar a su lado. ¿Cómo pude ser tan ciega?

-He cometido un error... -murmuró para sí misma, mientras la imagen del rostro abatido de Ashira volvía a su mente. Ese rostro, siempre alegre y lleno de vida, ahora estaba roto. Era como si Artoria hubiese apagado esa chispa que tanto amaba en ella.

Artoria se levantó de su cama con determinación. No podía permitir que la culpa la inmovilizara más tiempo. Debo corregir esto... antes de que sea demasiado tarde.

Claro, vamos a refinar la escena para que las emociones de ambas personajes sean más palpables en los diálogos. Voy a agregar introspección y más detalles sobre cómo se sienten mientras hablan.

Herencia de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora