Ashira se estaba acostumbrando a su nueva vida como discípula de Artoria Pendragon. Cada mañana, entrenaba esgrima con su maestra, utilizando espadas de madera para mejorar su técnica y precisión. Aunque Artoria era seria y tranquila, sin mostrar ninguna emoción en su rostro, Ashira la admiraba profundamente y entrenaba con fervor para serle útil.
—Recuerda, Ashira, el control es la clave. No basta con la fuerza bruta —decía Artoria, corrigiendo la postura de la niña.
—Sí, mi rey —respondía Ashira, determinada a no decepcionarla.
Por las tardes, Ashira estudiaba magia con Merlin. A diferencia de Artoria, Merlin tenía una personalidad juguetona que irritaba a la niña.
—Vamos, pequeña hechicera, intenta otra vez —decía Merlin con una sonrisa burlona cuando un hechizo no salía como debía.
Ashira fruncía el ceño, odiando cómo Merlin siempre encontraba la manera de hacerla enojar. Sin embargo, no podía negar su poder y conocimiento.
—Eres un idiota, Merlin —murmuraba Ashira entre dientes.
—¿Qué dijiste? —preguntaba Merlin con fingida inocencia.
—Nada —respondía Ashira, centrada en su hechizo, Merlin se termina riéndose de Ashira, lo que hizo que la niña se molestará y el hechizo fallara.
Pasaron unas cuantas semanas, y en Camelot comenzó a circular el rumor de que Artoria tenía una discípula. Este rumor atrajo la atención de muchos, y Ashira fue seleccionada como aspirante a caballero por su maestra. Las pruebas, tanto físicas como mentales, las pasó relativamente fácil, demostrando su valía.
El día de la ceremonia de nombramiento, Artoria estaba dando un discurso a los nuevos caballeros. Ashira, llena de emoción, se encontraba detrás de todos, ansiosa por convertirse en un caballero y servir a su maestra.
—Ser un caballero de Camelot es un honor y una responsabilidad. Debemos proteger al reino y a su gente con nuestras vidas —dijo Artoria con su voz firme y autoritaria.
Mientras escuchaba el discurso, Ashira notó a una chica entre la multitud que parecía tener tres o cuatro años más que ella. La chica miraba a Artoria con una admiración similar a la de Ashira. Intrigada, Ashira se acercó con una sonrisa.
—Hola —saludó Ashira—. Es increíble estar en las filas del Rey de los Caballeros, ¿no crees?
La chica se sobresaltó un poco y luego miró a Ashira, sonriendo levemente.
—Sí, lo es. He soñado con este momento durante mucho tiempo —respondió la chica.
—Yo también. Quiero ser la mejor para poder caminar a su lado —dijo Ashira con entusiasmo.
La chica asintió, compartiendo el mismo sueño.
—Me llamo Ashira. ¿Y tú?
—Mordred —respondió la chica—. Juntas seremos las mejores y protegeremos a Artoria de cualquier amenaza.
Ashira, sintiendo una conexión instantánea con Mordred, tuvo una idea audaz.
—Hagamos un juramento de sangre —dijo Ashira, sus ojos brillando con determinación.
Mordred la miró sorprendida, pero luego asintió, comprendiendo la seriedad del momento. Ambas sacaron pequeñas dagas y, con un corte rápido en la palma de sus manos, dejaron que la sangre brotara. Unieron sus manos, mezclando su sangre en un vínculo eterno.
—Juro que seré leal y protegeré a nuestro rey —dijo Ashira con firmeza.
—Y yo también. Juro que seremos las mejores y llegaremos a la élite de los caballeros, la Mesa Redonda —añadió Mordred.
Con ese juramento, nació una alianza que fortalecería su determinación y forjaría un vínculo indestructible entre ellas. A medida que los días se convirtieran en semanas y las semanas en meses, Ashira y Mordred entrenarían juntas, enfrentando desafíos y creciendo como caballeros bajo la guía de Artoria.
Durante los entrenamientos, Ashira descubrió que Mordred era increíblemente fuerte. La habilidad de su nueva amiga la impresionaba, pero también notaba que Mordred a veces se dejaba llevar por el momento y tenía un temperamento explosivo.
—¡Vamos, Ashira! ¡Pon más fuerza en ese golpe! —gritaba Mordred mientras entrenaban.
Ashira sonreía, siempre juguetona, lo que a veces irritaba a Mordred.
—¡Estás demasiado seria, Mordred! Relájate un poco —decía Ashira, esquivando un golpe y soltando una risa.
—¡No es momento para jugar! —respondía Mordred, su ceño fruncido.
A pesar de sus diferencias, las dos niñas empezaron a desarrollar una amistad basada en el respeto mutuo y el deseo compartido de proteger a Artoria. Con el tiempo, sus entrenamientos se convirtieron en una mezcla de seriedad y juegos rudos, con golpes amistosos y desafíos constantes.
—¡Te tengo! —gritaba Ashira, lanzándose sobre Mordred durante una de sus prácticas.
—¡Sigue soñando! —respondía Mordred, empujándola de vuelta con fuerza, pero sonriendo.
Camelot estaba destinado a enfrentar tiempos difíciles, pero con Ashira y Mordred en sus filas, la esperanza brillaba con fuerza en el horizonte.
Mientras tanto después de un largo día de entrenamiento, Artoria se encontró con Merlin en los jardines del castillo. La curiosidad la había estado carcomiendo durante semanas y decidió que era hora de obtener algunas respuestas.
—Merlin, quiero hablar contigo sobre Ashira —dijo Artoria, acercándose al mago.
Merlin, siempre con su sonrisa enigmática, levantó la vista de un libro que estaba leyendo.
—Ah, sí, nuestra joven prodigio. ¿Qué te preocupa, Artoria?
—Has insistido mucho en que la tome como mi aprendiz. Quiero saber por qué. ¿Qué ves en ella que yo no veo? —preguntó Artoria, cruzando los brazos.
Merlin cerró el libro y se levantó, caminando hacia Artoria.
—Ashira es especial, Artoria. No solo porque aprende con rapidez y tiene un talento natural, sino porque tiene un espíritu indomable. En un corto tiempo, ha demostrado ser una prodigio en la magia y el combate —explicó Merlin con su tono sabio.
—Pero aún es solo una niña —respondió Artoria, frunciendo el ceño.
Merlin asintió, su sonrisa volviéndose más misteriosa.
—Sí, pero una niña con un potencial inmenso. Además, necesitas caballeros fieles y fuertes que puedan defender el reino y, más importante, al rey —dijo, enfatizando la última palabra.
Artoria lo miró fijamente, tratando de leer entre líneas.
—Sospecho que sabes más de lo que estás diciendo, Merlin. ¿Quién es realmente Ashira?
Merlin dejó escapar una risa ligera.
—Artoria, hay cosas que es mejor que permanezcan ocultas por ahora. Solo confía en mí. Ashira es un recurso invaluable para Camelot. Su origen puede ser un misterio, pero su lealtad y habilidades son indudables —respondió, eludiendo la verdadera identidad de la madre de Ashira y sus sospechas sobre el padre.
Artoria suspiró, aunque no del todo satisfecha con la respuesta, decidió confiar en el juicio de Merlin.
—Espero que tengas razón, Merlin. Por el bien de Camelot —dijo finalmente.
—Siempre la tengo —respondió Merlin con una sonrisa.
Artoria se giró y comenzó a alejarse, pero no sin antes lanzar una última mirada inquisitiva a Merlin. A pesar de sus reservas, sabía que el mago rara vez se equivocaba. Ashira tenía un papel importante que desempeñar en el futuro de Camelot, y ella estaría allí para guiarla.
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Herencia de Luz y Sombra
Fiksi PenggemarAshira, nacio siendo la hija de Morgan Le Fay, es abandonada por su madre en las frías calles de Camelot. Creciendo en la miseria, su vida da un giro inesperado cuando el sabio Merlin convence a Artoria Pendragon, la Rey de los Caballeros, para que...