La luz del amanecer apenas comenzaba a bañar las antiguas murallas de Camelot, cuando una figura solitaria recorría las frías calles de la ciudad. Ashira, una niña de seis años con cabello dorado y ojos brillantes, vagaba en busca de algo que comer. Desde que su madre, Morgan Le Fay, la había abandonado, había aprendido a sobrevivir por sí sola. Se alimentaba de los desechos que encontraba, mientras sus pensamientos revoloteaban entre los recuerdos de una infancia amarga y las esperanzas de un futuro incierto.
Ashira recordó los días en los que su madre, le enseñaba a leer, a escribir y a manejar la magia. Morgan le mostraba cómo invocar pequeños hechizos y controlar energías místicas. Sin embargo, esos momentos eran fugaces, y la mayoría del tiempo su madre la trataba con indiferencia, irritada por la alegría natural de Ashira y su constante búsqueda de afecto. La única atención que recibía era cuando Morgan la regañaba por algún error o la obligaba a practicar hasta el agotamiento.
Finalmente, Morgan se cansó de la niña y decidió abandonarla en las calles de Camelot. Ashira tenía solo seis años cuando se encontró sola, sin nadie que cuidara de ella. A pesar de su situación, la niña no perdió su espíritu optimista. Continuó explorando, aprendiendo y sobreviviendo, manteniendo la esperanza de que algún día encontraría un lugar al que pertenecer.
En el castillo, Merlin observaba desde una ventana, su mirada fija en la pequeña figura que apenas destacaba entre la multitud. Sabía quién era y quién era su madre, pero hasta ahora no había intervenido. Sin embargo, en el corazón de Camelot, una celebración por la reciente victoria en la guerra se preparaba, y Merlin decidió que era el momento adecuado para actuar.
Durante la festividad, los habitantes de Camelot se congregaron en la plaza principal. Artoria Pendragon, la legendaria Rey de los Caballeros, se encontraba entre ellos, su presencia imponente y su espada sagrada Excalibur irradiando poder y autoridad. Merlin se acercó a Artoria con su usual aire de misterio y sabiduría.
—Rey Artoria —dijo Merlin con una leve inclinación—. He observado a alguien entre la multitud que creo que debería conocer.
Artoria alzó una ceja, curiosa.
—¿De quién hablas, Merlin?
—De una niña —respondió Merlin—. Tiene un gran potencial, y creo que sería una valiosa discípula para ti.
Artoria asintió lentamente, confiando en el juicio de su consejero.
Entre la muchedumbre, Ashira observaba la celebración con envidia. Nunca había experimentado la calidez de un hogar ni el afecto de una familia. Su vida había sido un constante vaivén de desprecios y soledad. Cuando sus ojos se encontraron con los de Artoria, sintió un escalofrío. Sabía quién era la imponente figura frente a ella, el gran Rey de los Caballeros. El miedo la invadió y decidió correr.
Mientras corría, los recuerdos de su madre resonaban en su mente. "Eres una decepción", "Nunca serás fuerte". Las palabras crueles de Morgan habían dejado cicatrices profundas en su corazón. Al correr por las callejuelas, Ashira se encontraba con la dura realidad de su abandono. La gente apenas la notaba, como si fuera una sombra más en el bullicio de la ciudad.
Artoria, al ver a la niña huir, se movió rápidamente entre la multitud, siguiendo su rastro. La compasión y la determinación en su mirada eran inconfundibles. La niña tenía miedo, pero Artoria sabía que debía alcanzarla y ofrecerle una oportunidad, una nueva vida.
Ashira corrió lo más rápido que pudo, pero pronto se encontró atrapada en un callejón sin salida. Al volverse, vio a Artoria acercarse lentamente. La niña retrocedió, sus ojos llenos de terror y desesperación.
—No temas —dijo Artoria con voz suave, agachándose para estar a su nivel—. No voy hacerte daño.
Con cuidado, Artoria extendió la mano y acarició la cabeza de Ashira, algo que la niña no había experimentado jamás. Ese gesto, tan simple pero lleno de calidez, derrumbó las barreras que había construido alrededor de su corazón.
Ashira se quedó inmóvil, sus ojos se llenaron de lágrimas al sentir un toque de afecto por primera vez en su vida. Sollozó, dejando que las emociones reprimidas fluyeran libremente.
—¿Te gustaría ser mi aprendiz? —preguntó Artoria con una sonrisa gentil.
Ashira sintió una ola de emociones abrumadoras. Era la primera vez que alguien le ofrecía afecto y una oportunidad. Sin poder contenerse, se lanzó a los brazos de Artoria y la abrazó con fuerza.
—Sí —dijo entre sollozos—. ¡Quiero ser tu aprendiz! Prometo ser un buen caballero y serte fiel para siempre.
Artoria la sostuvo con firmeza, sintiendo la determinación y la vulnerabilidad de la pequeña. Sabía que había tomado la decisión correcta. Merlin observaba desde la distancia, satisfecho. Había comenzado un nuevo capítulo en la vida de Ashira, uno que podría cambiar el destino de Camelot y del mundo.
Esa noche, Artoria llevó a Ashira al castillo, donde la niña fue presentada al resto de los caballeros. Aunque algunos se mostraron escépticos, la mirada firme de Artoria dejó claro que Ashira era ahora parte de Camelot. Los días de hambre y abandono eran cosa del pasado; ahora, bajo la tutela de Artoria, Ashira se enfrentaría a un futuro lleno de desafíos y oportunidades.
En su nueva cama, mientras las sombras de la noche envolvían el castillo, Ashira cerró los ojos con una sonrisa en los labios. Por primera vez en su vida, se sintió segura y querida. Sabía que su camino no sería fácil, pero con Artoria a su lado, estaba dispuesta a enfrentar cualquier adversidad. El destino de Ashira había comenzado a forjarse, y su corazón, lleno de esperanza, latía con fuerza.
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Herencia de Luz y Sombra
FanfictionAshira, nacio siendo la hija de Morgan Le Fay, es abandonada por su madre en las frías calles de Camelot. Creciendo en la miseria, su vida da un giro inesperado cuando el sabio Merlin convence a Artoria Pendragon, la Rey de los Caballeros, para que...