Capítulo 14: El Vínculo Inesperado

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Después de completar sus tareas, Ashira se encontraba lista para partir hacia Camelot. Mientras ajustaba las riendas de su caballo, un movimiento en el rabillo del ojo capturó su atención. Giró la cabeza y vio a Eleanor, quien estaba ocupada ajustando una armadura. No era la armadura habitual que había visto antes. Frunciendo el ceño con curiosidad, Ashira no pudo evitar preguntar:

-Eleanor, ¿de dónde sacaste esa armadura? -Su tono reflejaba una mezcla de interés y sorpresa.

Eleanor, ocupada en atar una correa, levantó la mirada con una sonrisa que no llegó a sus ojos. Sus manos, aunque firmes, mostraban un leve temblor al atar el cuero.

-Era de mis días intentando convertirme en caballero -dijo, con una voz cargada de recuerdos amargos. Su mirada se desvió por un momento, como si estuviera viendo un pasado que preferiría olvidar-. Pero al final, terminé trabajando como sirvienta del rey.

Ashira parpadeó, la sorpresa iluminando sus ojos. No esperaba esa respuesta. Eleanor siempre había sido reservada, y escuchar esa parte de su vida la dejó momentáneamente sin palabras.

-Eso... es algo que no esperaba escuchar. -Ashira cruzó los brazos, su postura relajada contrastaba con la intensidad en su mirada.

Eleanor soltó una risa seca, que sonó más a un bufido.

-Bueno, ahora entiendo cómo puedes saberlo todo y nada al mismo tiempo -bromeó, sus ojos centelleando con un toque de burla mientras cruzaba los brazos, imitando la postura de Ashira.

Ashira dejó escapar una risa, un sonido cálido y genuino que parecía aliviar un poco la tensión. Sacudió la cabeza con una sonrisa mientras montaba su caballo, preparándose para el largo viaje a Camelot. Sin embargo, antes de salir del pueblo, algo capturó su atención: una pequeña figura acurrucada al borde del camino. Una niña, sucia y desaliñada, con el cabello oscuro enmarañado y una venda cubriéndole los ojos. La compasión y la curiosidad se mezclaron en el pecho de Ashira.

Desmontando de un salto, Ashira se acercó a la niña con cautela, sus botas resonando sobre el suelo empedrado. La niña, al escuchar los pasos, se tensó y giró su cabeza en dirección al sonido, aunque sus ojos estaban cubiertos.

-Oye, mocosa, ¿qué haces aquí sola? -preguntó Ashira con una voz más suave de lo que solía usar, agachándose para estar a la altura de la niña. Su tono estaba cargado de una curiosidad que intentaba disimular el toque de preocupación que se filtraba a través de su dura fachada-. ¿Dónde están tus padres?

La niña apretó los labios y se encogió aún más, como si intentara hacerse invisible. Su voz, cuando finalmente habló, era apenas un susurro tembloroso.

-Estoy... pidiendo algo para comer. Mi papá me dejó aquí... dijo que volvería -respondió la pequeña, sus palabras impregnadas de una inocencia rota.

Ashira frunció el ceño, examinando a la niña. La venda sobre sus ojos, su delgadez, la suciedad que cubría su piel y ropa... todo indicaba que había sido abandonada hacía tiempo. Un sentimiento de rabia mezclado con lástima se encendió en su pecho, pero lo mantuvo bajo control.

-Es más que obvio que no va a regresar -dijo Ashira, su voz cargada de una frialdad que no correspondía a sus emociones internas. Sus ojos se suavizaron por un instante antes de que un suspiro resignado escapara de sus labios-. Oye, mocosa, ¿quieres trabajar para mí?

La niña levantó la cabeza ligeramente, sorprendida por la oferta. Sus pequeños labios se separaron, dejando escapar un jadeo apenas audible. Sin embargo, la inseguridad se apoderó de ella.

-Pero... yo no puedo ver -murmuró, su voz teñida de miedo y una esperanza que luchaba por no apagarse.

Ashira sonrió, una sonrisa que combinaba comprensión y determinación. Se inclinó un poco más cerca de la niña, su voz bajando a un susurro confidencial, como si estuviera compartiendo un secreto.

Herencia de Luz y SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora