Capítulo 13: La Batalla de Maredudd

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Ashira sentía la vibración de la tierra bajo sus pies, señales de un ejército en marcha. Durante días, había afinado cada trampa, esculpido el terreno con precisión y templado su voluntad de acero. Ahora, con los brazos cruzados y el viento revolviendo su capa, escudriñaba el horizonte en busca de la primera señal. Cinco días habían pasado desde que llegó a este campo de batalla, y su impaciencia crecía. Finalmente, vislumbró el polvo levantado por el ejército enemigo en la distancia.

El general invasor, Lord Caddoc de Maredudd, un coloso de músculos y cicatrices, avanzaba al frente de sus ocho mil caballeros, su imponente figura proyectando una sombra sobre el campo. El emblema de su reino, un dragón dorado, ondeaba al viento, reflejando su sed insaciable de conquista. A su lado marchaban ocho mil caballeros, su ejército era una fuerza a temer. Lord Caddoc se detuvo a unos metros de Ashira y, con una voz potente, se dirigió a ella.

-Soy Lord Caddoc de Maredudd, líder del imperio que destrozará Camelot hasta sus cimientos. ¿Y tú quién eres, mocosa, para enfrentarte a nosotros sola?"-Preguntó con arrogancia, observando a Ashira como si fuera una mera inconveniencia.

Ashira permaneció inmóvil, sus ojos azul celeste brillaban con una confianza inquebrantable. Al escuchar la risa burlona del general, su expresión se tornó en una sonrisa sarcástica.

-¿Esta es la fuerza que aterroriza a reinos? No puedo decidir si reír o sentir lástima. -continuó Lord Caddoc, en tono de burla- Una mocosa que solo vino a morir. Es una pena que un gran reino termine con un solo caballero.

Ashira soltó un bostezo exagerado, interrumpiendo las palabras del general con desdén.

-¿Viniste a invadir o a dar pena? -replicó, su tono burlón acompañado de una mirada de desafío.

El comentario hizo que la cara de Lord Caddoc se tiñera de rabia. Con un gruñido de ira, desenvainó su espada, un arma imponente que había llevado a la muerte a muchos enemigos.

-Te mataré lo más rápido que pueda y haré que sea menos doloroso -dijo con voz tensa.

Ashira soltó una risa ligera, su desprecio evidente.

De repente, un rugido ensordecedor sacudió el aire. Lord Caddoc giró, desconcertado, solo para ver cómo el suelo bajo sus pies se desgarraba y lanzas de energía emergían con un destello cegador desde el cielo, perforando a sus hombres como si fueran de papel, mientras otros caían en las trampas que Ashira había dispuesto previamente. Lord Caddoc maldijo en voz baja al darse cuenta de que estaba frente a una poderosa maga.

-¡Maldita sea! -exclamó, buscando con la vista a Ashira.

Pero ella ya no estaba donde la había visto por última vez. Un grito de batalla estalló entre sus tropas, y al voltear, vio a la joven en el medio de sus hombres, su espada, Excalibur, brillando con una luz que parecía cortar el aire mismo. Ashira, con una destreza que superaba cualquier expectativa, se movía como un vendaval, derribando a sus enemigos con cada movimiento. El anillo en su dedo brillaba, invocando lanzas de energía que volaban por el campo, derribando a los soldados de Maredudd como si fueran simples peones.

El campo de batalla, que una vez parecía tan seguro para Lord Caddoc, ahora se había convertido en un escenario de caos. Ashira, sola, estaba destruyendo su ejército con una mezcla de habilidad marcial y magia sin igual. Cada golpe, cada hechizo, era una manifestación del legado de Camelot, y del dolor y la furia que Ashira llevaba consigo.

Ashira se mantenía en el centro de la batalla, luchando con una ferocidad implacable. Su espada, Excalibur, se movía con la gracia mortal de un depredador, segando vidas con cada golpe. El general Caddoc, desde su posición, observaba con creciente frustración el caos que se desarrollaba ante él.

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