XV

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El sol de la mañana se colaba por las ventanas de la casa, llenando cada rincón con su cálida luz. Era un domingo tranquilo, y mientras el aroma del café recién hecho se esparcía por la cocina, sentí que todo estaba en su lugar. Bada aún dormía, con su cabello desordenado cubriendo parte de su rostro, mientras yo me levantaba en silencio para preparar el desayuno. Mackenyu, siempre madrugador, ya estaba en la sala haciendo estiramientos y revisando sus apuntes para los exámenes que se aproximaban.

—Buenos días, Hazel —dijo Yuyu al verme aparecer, con una sonrisa amable en su rostro—. ¿Dormiste bien?

—Sí, bastante bien, gracias. ¿Y tú? —le respondí, preparando el café.

—No me quejo. Creo que finalmente estoy acostumbrándome a esta rutina —bromeó mientras continuaba con sus ejercicios.

La convivencia había tenido sus altibajos, pero con el tiempo, habíamos encontrado un equilibrio. Después de tantas pequeñas discusiones y ajustes, logramos encontrar un ritmo que funcionaba para los tres. La casa se sentía como un hogar, y la relación entre nosotros se fortaleció aún más.

Mientras servía las tazas de café, sentí unos brazos rodeándome desde atrás. La familiaridad del abrazo y el calor que emanaba me hicieron sonreír.

—Buenos días, cariño —susurró Bada en mi oído, haciendo que mi piel se erizara.

—Buenos días, mi amor. Justo a tiempo para el café —respondí, girándome para besarla suavemente en los labios.

Mackenyu se acercó, fingiendo toser para interrumpir nuestro momento.

—No quiero interrumpir, pero creo que el desayuno podría necesitar algo más que café —dijo con una sonrisa traviesa.

Bada y yo nos reímos, agradecidas por su presencia. Durante los últimos meses, él había sido una parte esencial de nuestra vida, no solo como amigo, sino como un verdadero apoyo en esta aventura de convivencia. Su actitud positiva y su capacidad para resolver conflictos habían hecho que la transición fuera más fácil para todos.

Decidimos hacer un desayuno especial, con pancakes, frutas, y bacon. Mientras cocinábamos juntos, la conversación fluía sin esfuerzo. Hablamos de todo y de nada, desde los planes de Yuyu para el verano hasta las próximas coreografías que Bada tenía en mente. El ambiente era tan natural, tan lleno de alegría y camaradería, que por un momento olvidé todos los desafíos que habíamos enfrentado para llegar aquí.

—¿Qué planes tienen para hoy? —preguntó Yuyu, mientras colocaba los platos en la mesa.

—Estaba pensando en dar un paseo por el parque, quizás tomar unas fotos —respondí—. Hace tiempo que no salimos los tres a disfrutar de un día al aire libre.

—Me parece una gran idea —añadió Bada—. Además, podemos aprovechar para tomar un helado y relajarnos.

Yuyu asintió, contento con la propuesta. Era un día perfecto para pasar tiempo juntos, lejos de la rutina diaria y las responsabilidades. Después de terminar el desayuno, nos preparamos para salir, cada uno con una sonrisa en el rostro, sintiendo la calma que solo la verdadera felicidad puede brindar.

El parque estaba lleno de vida: niños corriendo, parejas paseando de la mano y gente disfrutando del buen clima. Caminamos sin prisa, charlando sobre cosas triviales mientras Bada y yo entrelazábamos nuestras manos. Yuyu, siempre observador, capturaba momentos con su cámara, asegurándose de que cada uno de nosotros apareciera en sus fotos.

—Aquí, junten un poco más —dijo Yuyu, dirigiéndose a Bada y a mí—. Quiero una foto de ustedes dos con el lago de fondo.

Nos colocamos frente al lago, rodeadas por árboles altos y el reflejo del sol en el agua. Mientras sonreíamos para la cámara, sentí que todo estaba bien, como si este fuera el final perfecto para nuestra historia. Yuyu nos mostró la foto, donde se veía la serenidad en nuestros rostros y la conexión profunda que compartíamos.

You're looking for a Girlfriend? | Bada LeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora