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Marsh Danielle tenía dieciocho años cuando conoció a Haerin.

Era una chica callada, de ojos grandes y brillantes. Su piel era blanca, y la única imperfección que veía era una pequeña cicatriz sobre uno de sus pómulos. Era preciosa. Danielle sintió que era amor a primera vista.

—Este no era el trato —exigió el Alfa de cabellos negros, con la mirada severa sobre su propio progenitor.

—El trato era que comprometería a uno de mis hijos con tu primogénita. Nunca especifiqué cuál de mis hijas sería. —le aseguró su padre, y Danielle supo que el padre de Haerin se comportó sereno tras aquello solo para mantener las apariencias.

Estaban en un restaurante bonito, de esos que su familia solía frecuentar cuando se trataba de asuntos importantes. En esta ocasión, el "asunto importante" era oficializar su compromiso con Kang Haerin.

La chica le miró con cejas fruncidas, y Danielle se sintió intimidada por una chica dos años menor que ella. 

Al parecer, nadie en la familia Kang estaba conforme con cómo se habían dado las cosas. Habían pedido el sol, y en su lugar les estaban entregando un planeta sin nombre.

—Danielle es una omega igual de capaz que Rei —aseguró su madre, con sus finas cejas fruncidas en disgusto—. Es una ofensa que la rechacen de esa forma —dijo en un tono calmado. Un silencio incómodo reinó en la mesa.

—No estamos diciendo que Danielle no sea capaz, querida.—murmuró la madre de Haerin. Su mirada evaluadora se posó sobre ella, y Danielle agachó la cabeza, jugando con sus dedos debajo de la mesa.

—» Pero, como madre, entenderás que siempre queremos lo mejor para nuestros hijos —dijo con tranquilidad, su tono gélido y cortante cuando añadió—. Y Rei es lo mejor para Haerin.

A Danielle le habría gustado refutar lo contrario, pero sería hipócrita de su parte sabiendo que la mujer tenía toda la razón. Rei siempre había sido la hija prodigio: inteligente, encantadora, preciosa. Una Omega en toda regla. Y Danielle había nacido unos años después para ser su sombra.

Teniendo en cuenta que se trataba de la primogénita de la familia Kang, suponía que lo más sensato sería comprometerla con alguien que estuviera más a la altura. Danielle sabía que no calificaba para el papel y que, si Haerin tuviera la oportunidad de elegir a su prometida, ella nunca sería la primera opción.

Danielle nunca se engañó. Supo, desde que la alfa se vio forzada a aceptar su compromiso hasta sus actuales cuatro años de matrimonio, que ella nunca había sido suficiente para Kang Haerin. 

Lo supo cuando en aquella cena la chica le pidió a sus padres que cancelaran el compromiso, lo supo el día de su boda cuando Haerin tardó unos minutos en dar el "sí", como si se debatiera entre si su felicidad era más importante que la de su familia.

Lo supo entonces, y lo sabe ahora, en medio de un matrimonio en el cual es la única que se esfuerza, un matrimonio de cuatro años en el que Haerin pasa cada uno de sus celos fuera de casa y el sexo es limitado a los celos de ella o a alguna ocasión esporádica en la que la Alfa llega borracha y caliente a la casa, y ella parece la mejor opción.

Danielle sabía que no era suficiente, puesto que en cuatro años la Alfa no se ha interesado en darle una marca; pensar en un cachorro sería soñar demasiado alto. 

Y quizás Marsh Danielle es masoquista, porque, a pesar de vivir como un par de extrañas, comenzó a desarrollar sentimientos por Haerin, sentimientos que le aprietan el pecho y comprimen su corazón, pero que le impiden alejarse de la Alfa.

—Entonces le dije que tenía que hacer tiempo sí o sí para llevar a Sunoo a la playa —una exasperado Hanni le contó. Danielle dejó ir una risita, escapando de su mar de pensamientos, y dejó un par de galletas en la mesa de la cocina, sentándose junto a la otra Omega.

Pusilánime [ daerin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora