16 ^᪲᪲࣪

438 65 23
                                    

Por primera vez en años, la despertó el sonido irritante y chillón de la alarma. Haerin gruñó aún con sus ojos cerrados, estirando la mano para callar la maldita cosa con un golpe. Recordando cuál era la razón por la que siempre despertaba minutos antes de que sonara.

Un corto gimoteo y un peso extra sobre su cuerpo hizo que abriera sus ojos, pronto todo su campo de visión fue asaltado por unos cabellos anaranjados despeinados y revueltos en rizos. Haerin parpadeó, acostumbrando sus ojos a la luz de la mañana y atrajo más a la omega a ella, quien se aferró a su costado, hundiendo la nariz en su pecho.

Era un buen día para no ir a trabajar, decidió mientras abrazaba el cuerpo de la Omega. Sí, haría eso. Se tomaría el día libre, pensó mientras hundía la nariz en los cabellos de Danielle, inhalando su aroma a chocolate.

—Haerin.—Una voz ronca y adormecida la llamó y la aludida agachó la mirada a la cabecita despeinada sobre su pecho.—Me duele la cabeza.—Se quejó en un lloriqueo y Haerin no pudo evitar reír.

—»El estómago también. Me duele mucho.— la Alfa dejó un beso en sus cabellos.

—Buscaré un analgésico para ti, déjame levantarme.— buscando incorporarse de la cama, quitando los brazos de la Omega alrededor de su torso más pronto Danielle se aferró a ella como una enredadera.—Tienes que dejarme ir para buscar las pastillas.—Le recordó y escuchó un guñidito bajo.

—Entonces ya no me duele la cabeza.—Le dijo y Haerin dejó ir una risita.

Danielle se incorporó, yendo a sentarse sobre su regazo. Haerin miró con una sonrisa la carita hinchada con algunas marcas de la almohada. Tenía los ojos entrecerrados y somnolientos con el cabello naranja alborotado totalmente.

—Te ves linda.— Danielle sonríe, frotándose los ojos con una de sus manos, buscando quitarse los rastros del sueño de encima.

—Acabo de despertar.—Es todo lo que le dice y Haerin niega, dejando caricias sobre sus muslos desnudos.

—Aún así te ves linda.—Le reafirma y Danielle desvía la mirada, evitando la de la Alfa mientras la vergüenza colorea sus mejillas de rosado. Aún no se ha despertado del todo y Haerin ya le está diciendo esas cosas. Danielle lleva las manos a sus mejillas, cubriéndolas con las palmas.

—Buenos días, Haerin-ah.—se acerca a dejar un piquito sobre los labios rosados de la Alfa, seguido de un beso esquimal que le roba una sonrisa preciosa a Haerin y dios, desea que así sean todas y cada una de sus mañanas.—¿No vas a ir a trabajar hoy?—Le pregunta y la Alfa niega, con las manos extendiendo caricias hasta su cintura. —¿Eso no te causará problemas? — Haerin alza una de sus cejas.

—¿Quién me va a decir algo? ¿La jefa?—Le pregunta y Danielle cae en cuenta que, su esposa es su propia jefa.— No tengo ganas de ir a la oficina hoy. Después de desayunar llamaré a Hyein para avisarle.

—Deberías darle el día libre a Hyennie-ah también.— Danielle le dice y siente las caricias en su cuerpo detenerse. Se gira a ver a Haerin, quién tiene una ceja alzada.

—¿Hyennie-ah? ¿Desde cuándo Hyein y tú son tan cercanas?— Le pregunta y Danielle aprieta sus labios, aferrando las manos a la camiseta de Haerin.

—¿Sucede algo?—Antes de que pueda decir algo más, tiene a la Omega fuera de su regazo.

Danielle corre dando traspiés hacia el baño de la habitación y la Alfa se levanta con rapidez, siguiéndola al escuchar lo que parece una arcada. Cuando llega la Omega está aferrada al váter mientras vomita y deja ir un suspiro, agachándose para sostener su frente y sobar su espalda.

Danielle sorbe su nariz y la mira con ojos llorosos.

—No voy a beber más. — Haerin rueda los ojos.

Pusilánime [ daerin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora