Autocontrol

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El dojo Tendo estaba inusualmente silencioso esa tarde de verano. Ranma se encontraba en el tejado, su lugar favorito para pensar, mientras observaba distraídamente las nubes pasar. Su mente, sin embargo, estaba lejos de estar tranquila.

"Control, Saotome," se murmuró a sí mismo. "Solo mantén el control."

Últimamente, mantener el control se había vuelto cada vez más difícil, especialmente cuando cierta chica de cabello azul estaba cerca. Ranma cerró los ojos, tratando de no pensar en Akane, en cómo su sonrisa hacía que su corazón se acelerara, o en cómo el más mínimo roce accidental enviaba escalofríos por su espalda.

Mientras tanto, en su habitación, Akane estaba teniendo una lucha similar. Sentada en su escritorio, intentaba concentrarse en su tarea, pero las palabras en su libro de texto parecían bailar frente a sus ojos, formando el rostro de cierto artista marcial de trenza negra.

"¡Ugh!" exclamó frustrada, cerrando el libro de golpe. "¿Por qué no puedo sacarlo de mi mente?"

Akane se levantó y comenzó a caminar por su habitación, sus pensamientos en un torbellino. ¿Cuándo habían cambiado las cosas? ¿Cuándo había pasado de ver a Ranma como un idiota arrogante a... esto?

Un trueno resonó en la distancia, sobresaltándola. Akane se asomó por la ventana para ver nubes oscuras acercándose rápidamente.

"¡Ranma!" gritó, recordando que él estaba en el tejado. "¡Va a llover!"

Arriba, Ranma escuchó el grito de Akane y se incorporó justo cuando las primeras gotas comenzaban a caer. Maldijo por lo bajo, sabiendo lo que estaba por venir. En cuestión de segundos, donde antes estaba un joven alto y musculoso, ahora se encontraba una chica pelirroja de baja estatura.

Ranma-chan se apresuró a bajar del tejado, aterrizando justo frente a Akane, que había salido al jardín con una toalla.

"Idiota," murmuró Akane, pero su tono carecía de verdadera molestia mientras envolvía la toalla alrededor de los hombros de Ranma. "Deberías haber entrado antes."

Sus ojos se encontraron, y por un momento, ambos se quedaron paralizados. Estaban tan cerca que Akane podía contar las pecas en la nariz de Ranma-chan, mientras que Ranma podía ver las motas doradas en los ojos marrones de Akane.

El corazón de Akane dio un vuelco. Incluso en su forma femenina, Ranma tenía ese efecto en ella. Se encontró inclinándose ligeramente hacia adelante, como atraída por un imán invisible.

Ranma, por su parte, sentía que su autocontrol se desmoronaba. La cercanía de Akane, el calor de sus manos aún en sus hombros, era casi más de lo que podía soportar.

"A-Akane," susurró Ranma-chan, su voz apenas audible sobre la lluvia que caía.

El momento fue interrumpido abruptamente por un grito estridente.

"¡Ni hao, airen!" La voz de Shampoo cortó el aire como un cuchillo, seguida por el sonido familiar de su bicicleta.

Akane y Ranma se separaron de un salto, como si hubieran sido electrocutados. Justo a tiempo, pues Shampoo apareció de la nada, lanzándose sobre Ranma-chan con su habitual entusiasmo.

Shampoo llevar a Ranma a cita en día lluvioso!" declaró la amazona alegremente, ignorando por completo la presencia de Akane.

Akane sintió que su sangre hervía, una mezcla de celos y frustración amenazando con desbordarla. Sin decir una palabra, dio media vuelta y se dirigió hacia la casa, dejando a Ranma-chan luchando por liberarse del agarre de Shampoo.

One - shots rankane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora