Chico rebelde

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El sol de la tarde se filtraba por las ventanas del Dojo Tendo, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de madera pulida. Akane Tendo, con su gi de entrenamiento y el ceño fruncido en concentración, ejecutaba una serie de katas con precisión y gracia. Sus movimientos fluidos y poderosos eran testimonio de años de práctica dedicada en el arte del combate libre.

Desde la entrada del dojo, una figura observaba en silencio, una sonrisa traviesa jugando en sus labios. Ranma Saotome, con su característica trenza negra y su camisa china roja, se apoyaba contra el marco de la puerta, sus ojos azules siguiendo cada movimiento de Akane con una mezcla de admiración y diversión.

"Oye, marimacho", llamó Ranma, rompiendo la concentración de Akane. "¿Quieres un verdadero desafío o prefieres seguir bailando sola?"

Akane se detuvo en seco, girando para enfrentar a su prometido con una mirada ardiente. "¿A quién llamas marimacho, afeminado? Si quieres un desafío, ven y tómalo."

La sonrisa de Ranma se ensanchó mientras entraba al dojo, sus pies descalzos apenas haciendo ruido sobre la madera. "Eso es lo que quería escuchar. Pero, ¿estás segura de que puedes manejarme, Akane?"

"Puedo manejarte con una mano atada a la espalda, Ranma", respondió Akane, adoptando una postura de combate. "La pregunta es, ¿puedes tú manejarme?"

El aire entre ellos chisporroteaba con tensión y anticipación. Era un baile familiar, un tira y afloja constante que definía su relación. Pero hoy, algo parecía diferente. La mirada en los ojos de Ranma era más intensa, más desafiante, y Akane sentía un cosquilleo de emoción recorrer su espina dorsal.

"Veamos qué tienes, chica ruda", dijo Ranma, lanzándose hacia adelante con una velocidad asombrosa.

Akane apenas tuvo tiempo de bloquear el primer golpe, el impacto reverberando por sus brazos. Contraatacó con una patada giratoria que Ranma esquivó por milímetros, su trenza ondeando con el movimiento.

"Nada mal", admitió Ranma, retrocediendo con una sonrisa provocadora. "Pero todavía eres demasiado lenta."

"¿Ah, sí?", gruñó Akane, lanzándose en una serie de golpes rápidos que obligaron a Ranma a retroceder. "¿Qué tal esto, entonces?"

El combate se intensificó, con ambos luchadores moviéndose por todo el dojo en una danza frenética de ataques y contraataques. Sus cuerpos se movían en perfecta sincronía, como si pudieran predecir los movimientos del otro antes de que ocurrieran.

Ranma saltó sobre una patada baja de Akane, aterrizando detrás de ella y atrapándola en un abrazo firme. "Te tengo", susurró en su oído, su aliento cálido enviando escalofríos por el cuello de Akane.

Pero Akane no era una presa fácil. Con un movimiento fluido, se liberó del agarre de Ranma y lo derribó, inmovilizándolo contra el suelo. "¿Decías algo, Ranma?", preguntó con una sonrisa triunfante, su rostro a centímetros del de él.

Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Sus respiraciones agitadas se mezclaban, sus ojos se encontraron, y una corriente eléctrica pareció pasar entre ellos. Ranma tragó saliva, repentinamente consciente de la proximidad de Akane, del calor de su cuerpo presionado contra el suyo.

"Akane", murmuró, su voz ronca. "Yo..."

Pero antes de que pudiera terminar la frase, un estruendo resonó fuera del dojo, rompiendo el momento. Akane se levantó de un salto, su rostro sonrojado, mientras Ranma se ponía de pie con una gracia felina.

"¿Qué fue eso?", preguntó Akane, dirigiéndose hacia la puerta.

Ranma la siguió, su expresión una mezcla de frustración y curiosidad. "Conociendo nuestra suerte, probablemente sea otro loco buscando venganza o una prometida perdida."

One - shots rankane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora