Tu forma de ser

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El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas del dojo Tendo, iluminando el polvo que flotaba en el aire. Ranma Saotome, con su característica trenza negra y su camisa china roja, estaba practicando una kata complicada. Sus movimientos eran fluidos, casi hipnóticos, una danza de fuerza y gracia.

Desde la puerta del dojo, Akane Tendo observaba en silencio, fascinada. Siempre había admirado las habilidades de Ranma, aunque rara vez lo admitía en voz alta. Había algo en la forma en que se movía, en la concentración en su rostro, que hacía que su corazón latiera un poco más rápido.

Ranma terminó su kata con una voltereta perfecta, aterrizando suavemente frente a Akane. Por un momento, sus ojos se encontraron, y Akane sintió un cosquilleo en el estómago.

"¿Qué estás mirando, marimacho?" dijo Ranma, rompiendo el momento con su habitual brusquedad.

Akane frunció el ceño, la magia del momento desapareciendo. "Nada, idiota. Solo vine a decirte que la cena está lista".

Se dio la vuelta para irse, pero la voz de Ranma la detuvo. "Espera, Akane. Yo... ¿quieres entrenar conmigo mañana?"

Akane se giró, sorprendida por la invitación. Ranma rara vez la invitaba a entrenar con él. "¿Hablas en serio?"

Ranma se rascó la nuca, un gesto que Akane había aprendido a reconocer como señal de nerviosismo. "Sí, bueno... has mejorado mucho últimamente. Creo que podría ser bueno para ambos".

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Akane. "De acuerdo, mañana entonces".

Esa noche, mientras todos dormían, Akane no podía conciliar el sueño. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Ranma. Recordó todas las veces que la había salvado, todas las veces que había estado ahí para ella a pesar de sus constantes peleas. Sí, era grosero y a menudo insensible, pero también era valiente, leal y, aunque le costara admitirlo, amable a su manera.

A la mañana siguiente, Akane se despertó temprano, emocionada por el entrenamiento. Cuando llegó al dojo, Ranma ya estaba allí, calentando.

"Buenos días", dijo Akane, tratando de sonar casual.

Ranma la miró y, por un momento, Akane creyó ver una suave sonrisa en su rostro. "Buenos días. ¿Lista para que te patee el trasero?"

Akane sintió que su competitividad se encendía. "En tus sueños, Saotome".

Comenzaron a entrenar, y pronto el dojo se llenó del sonido de sus movimientos y sus respiraciones agitadas. Para sorpresa de Akane, Ranma no se estaba conteniendo como solía hacerlo. La estaba tratando como una igual, y eso significaba más para ella de lo que podía expresar.

Mientras entrenaban, Akane no pudo evitar notar lo bien que se complementaban. Donde ella era fuerza bruta, Ranma era agilidad. Donde ella era determinación, él era adaptabilidad. Era como si estuvieran bailando una danza que solo ellos conocían, una coreografía de artes marciales que fluía naturalmente entre ambos.

En un momento, Ranma logró derribar a Akane, pero en lugar de burlarse como solía hacer, le ofreció su mano para ayudarla a levantarse. Akane la tomó, sintiendo un cosquilleo donde sus pieles se tocaban.

"No estuvo mal", dijo Ranma, y Akane pudo ver un brillo de respeto en sus ojos.

"Gracias", respondió Akane, sorprendida por el cumplido. "Tú tampoco lo hiciste tan mal".

Se miraron por un momento, ambos jadeando por el esfuerzo, y algo cambió en el aire entre ellos. Era como si, por primera vez, se estuvieran viendo realmente el uno al otro, sin las máscaras de rivalidad y orgullo que solían usar.

One - shots rankane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora