Lo hecho esta hecho

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El sol se ponía sobre Nerima, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas. Akane Tendo estaba sentada en el dojo familiar, su mirada perdida en el horizonte visible a través de las puertas abiertas. Habían pasado seis meses desde que ella y Ranma terminaron su compromiso, pero el dolor seguía tan fresco como el primer día.

Todo había comenzado con una pelea, una más de las tantas que solían tener. Pero esta vez fue diferente. Las palabras hirientes escalaron, los insultos se volvieron más personales, y antes de que cualquiera de los dos pudiera detenerse, Akane gritó algo que cambiaría sus vidas para siempre:

Ya no quiero estar comprometida contigo, Ranma! ¡Se acabó!"

En el calor del momento, Ranma respondió con igual intensidad: "¡Bien! ¡Como si quisiera estar comprometido con una marimacho poco atractiva como tú!"

El silencio que siguió fue ensordecedor. Ambos se miraron, sorprendidos por la gravedad de lo que acababan de decir. Pero el orgullo de ambos era demasiado grande para retractarse. Ranma salió furioso del dojo, y Akane se quedó allí, temblando de rabia y dolor.

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones y cambios. Las familias Tendo y Saotome intentaron intervenir, pero tanto Ranma como Akane se mantuvieron firmes en su decisión. El compromiso estaba roto, y no había vuelta atrás.

Ranma se mudó de la casa Tendo, volviendo a su vida de entrenamiento y viajes con su padre. Akane se sumergió en sus estudios y en un entrenamiento intensivo de artes marciales, determinada a demostrar que podía ser fuerte por sí misma.

Pero ahora, seis meses después, Akane se encontraba luchando con el peso de sus acciones. Cada rincón de la casa le recordaba a Ranma. Cada técnica que practicaba en el dojo le traía memorias de sus entrenamientos juntos.

"Lo hecho, hecho está", murmuró para sí misma, repitiendo las palabras que se había estado diciendo durante meses. Pero por más que intentaba convencerse, su corazón se negaba a aceptarlo.

Mientras tanto, en algún lugar de las montañas de Japón, Ranma Saotome se encontraba sentado frente a una fogata, su mirada perdida en las llamas danzantes. Su padre roncaba ruidosamente a unos metros de distancia, pero Ranma apenas lo notaba. Su mente estaba en Nerima, con Akane.

Los últimos seis meses habían sido un infierno para él. Había intentado sumergirse en su entrenamiento, buscando distracciones en cada nueva técnica que aprendía. Pero nada lograba llenar el vacío que Akane había dejado en su vida.

Ranma recordaba con amargura las palabras que había dicho esa fatídica noche. ¿Cómo pudo llamarla poco atractiva? Akane era la chica más hermosa que había conocido, no solo por su apariencia, sino por su fuerza, su determinación, su bondad.

"Soy un idiota", murmuró Ranma, arrojando una rama al fuego con frustración.

Había intentado seguir adelante. Incluso había tenido un breve encuentro con Ukyo, su amiga de la infancia que siempre había estado enamorada de él. Pero cada beso, cada caricia, solo le recordaba lo mucho que extrañaba a Akane. Al final, tuvo que ser honesto con Ukyo y consigo mismo: su corazón seguía perteneciendo a Akane.

La culpa lo carcomía. No solo por haber lastimado a Akane, sino también por haber usado a Ukyo en un intento desesperado de olvidar. "Lo hecho, hecho está", se dijo, repitiendo las palabras que su padre le había dicho cuando le contó sobre la ruptura. Pero esas palabras sonaban huecas y vacías.

Ranma se puso de pie, incapaz de seguir quieto. Comenzó a practicar algunas katas, esperando que el movimiento físico pudiera calmar su mente inquieta. Pero con cada golpe, con cada patada, solo podía pensar en Akane. En cómo solían entrenar juntos, en cómo ella siempre lo desafiaba a ser mejor.

Mientras ejecutaba una compleja secuencia de movimientos, Ranma tomó una decisión. No podía seguir así. Necesitaba ver a Akane, hablar con ella, aunque fuera solo para obtener un cierre real. Mañana, al amanecer, partiría de regreso a Nerima.

El día siguiente amaneció nublado en Nerima. Akane se preparaba para salir a correr, su rutina matutina desde la partida de Ranma. Justo cuando estaba a punto de salir de la casa, escuchó un alboroto proveniente del dojo.

Con el corazón latiendo fuertemente, Akane se dirigió hacia allí. Al abrir las puertas, se quedó congelada en su lugar. Allí, en medio del dojo, estaba Ranma.

Por un momento, ninguno de los dos habló. Se miraron fijamente, seis meses de emociones reprimidas reflejándose en sus ojos.

"Akane", dijo finalmente Ranma, su voz ronca por la emoción.

"Ranma", respondió ella, luchando por mantener la compostura. "¿Qué haces aquí?"

Ranma dio un paso hacia ella, pero se detuvo al ver cómo Akane se tensaba. "Yo... necesitaba verte. Hablar contigo."

Akane cruzó los brazos sobre su pecho, una postura defensiva que Ranma conocía bien. "¿Hablar sobre qué? Creo que ya dijimos todo lo que había que decir hace seis meses."

Ranma sacudió la cabeza. "No, no lo hicimos. Dijimos cosas estúpidas, cosas hirientes. Pero no dijimos lo que realmente importaba."

"¿Y qué es eso, Ranma?", preguntó Akane, su voz temblando ligeramente.

"Que te amo", respondió Ranma sin vacilación. "Que estos seis meses sin ti han sido un infierno. Que cometí el peor error de mi vida al dejarte ir."

Akane sintió que sus piernas se debilitaban. Se apoyó contra la pared del dojo, luchando contra las lágrimas que amenazaban con derramarse. "Ranma, no puedes simplemente volver y decir esas cosas. Lo hecho, hecho está. No podemos cambiar el pasado."

Ranma se acercó más, esta vez Akane no retrocedió. "Tienes razón. No podemos cambiar el pasado. Pero podemos aprender de él. Podemos ser mejores."

"¿Cómo?", preguntó Akane, su voz apenas un susurro. "¿Cómo podemos confiar el uno en el otro después de todo lo que pasó?"

Ranma tomó las manos de Akane entre las suyas. "Día a día. Momento a momento. No será fácil, pero creo que lo que tenemos vale la pena luchar por ello. ¿Tú no?"

Akane miró sus manos entrelazadas, luego a los ojos de Ranma. Vio en ellos arrepentimiento, esperanza y, sobre todo, amor. El mismo amor que ella había estado tratando de negar durante los últimos seis meses.

"", dijo finalmente, dejando que las lágrimas fluyeran libremente. "Sí, vale la pena luchar por esto."

Ranma la atrajo hacia sí, envolviéndola en un abrazo que comunicaba más que cualquier palabra podría. Se quedaron así por un largo tiempo, dejando que el calor de sus cuerpos y el latido de sus corazones sanaran las heridas del pasado.

Cuando finalmente se separaron, ambos sabían que tenían un largo camino por delante. Tendrían que reconstruir la confianza, aprender a comunicarse mejor, a manejar sus temperamentos. Pero también sabían que esta vez lo harían juntos, más fuertes por las lecciones aprendidas.

Mientras salían del dojo, mano en mano, Akane miró a Ranma y sonrió. "Lo hecho, hecho está", dijo, "pero eso no significa que no podamos hacer algo nuevo y mejor."

Ranma le devolvió la sonrisa, apretando suavemente su mano. "Juntos", respondió.

Y así, bajo un cielo que comenzaba a despejarse, Ranma y Akane dieron el primer paso hacia su nuevo comienzo, llevando consigo las lecciones del pasado pero con los ojos puestos firmemente en el futuro que construirían juntos.



FIN

One - shots rankane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora