One - shots rankane

Iris

El atardecer teñía de naranja el cielo de Nerima mientras Ranma Saotome se sentaba en el tejado de la casa Tendo, su lugar favorito para pensar. Sus ojos azules escudriñaban el horizonte, pero su mente estaba muy lejos, perdida en pensamientos sobre su vida y, más específicamente, sobre Akane.
Habían pasado años desde que llegó a la casa Tendo, comprometido con una chica que ni siquiera conocía. Al principio, todo era caos y conflicto. Pero con el tiempo, algo había cambiado. Ranma no podía precisar exactamente cuándo sucedió, pero Akane se había convertido en alguien indispensable para él.
Sin embargo, el miedo lo paralizaba. Miedo a ser vulnerable, a mostrar sus verdaderos sentimientos. Toda su vida había sido entrenado para ser fuerte, para no mostrar debilidad. ¿Cómo podía ahora abrir su corazón?
Mientras contemplaba estas ideas, escuchó un ruido familiar. Akane estaba subiendo al tejado.

"Hey", dijo ella suavemente, sentándose a su lado. "Te estaba buscando."

Ranma la miró de reojo, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. "¿Ah sí? ¿Por qué?"
Akane se encogió de hombros, mirando hacia el horizonte. "No lo sé. Supongo que quería asegurarme de que estabas bien. Has estado muy callado últimamente."

El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Era un silencio lleno de palabras no dichas, de sentimientos reprimidos.

Finalmente, Ranma habló. "Akane, ¿alguna vez has sentido que nadie te conoce realmente? Quiero decir, más allá de lo que muestras al mundo."
Akane lo miró sorprendida. No era común que Ranma se abriera de esa manera. "Sí, a veces. Creo que todos nos sentimos así en algún momento."
Ranma asintió, reuniendo coraje para continuar. "Yo... a veces siento que nadie me ve como realmente soy. Todos esperan que sea este gran artista marcial, fuerte y sin miedo. Pero hay tantas cosas que temo, tantas inseguridades..."

Akane puso suavemente su mano sobre la de Ranma, un gesto que hizo que él la mirara directamente a los ojos. "Yo te veo, Ranma. Veo más allá de esa fachada de chico duro."
Esas palabras golpearon a Ranma con fuerza. Por primera vez, sintió que alguien realmente lo entendía, que alguien quería conocer su verdadero yo.
"¿De verdad?", preguntó, su voz apenas un susurro.
Akane asintió. "Sí. Veo tu fuerza, pero también tu gentileza. Veo cómo te preocupas por los demás, aunque intentes ocultarlo. Veo tus miedos y tus sueños."
Ranma sintió que algo se quebraba dentro de él. Años de emociones reprimidas comenzaron a salir a la superficie. "Akane, yo... tengo tanto miedo de perderte. De no ser lo suficientemente bueno para ti."

Akane apretó su mano con más fuerza. "Ranma, no tienes que ser perfecto. No tienes que ser siempre fuerte. Me gustas tal como eres, con tus virtudes y tus defectos."
Esas palabras fueron como un bálsamo para el alma de Ranma. Por primera vez en su vida, sintió que podía ser completamente él mismo con alguien.

"Akane, hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo", dijo Ranma, girándose para mirarla de frente. "Yo... te amo. Y no porque nuestros padres nos comprometieron, ni porque seas una gran artista marcial. Te amo por quien eres, por cómo me haces sentir, por cómo me ves realmente."
Los ojos de Akane se llenaron de lágrimas. "Oh, Ranma. Yo también te amo. Siempre lo he hecho."
En ese momento, bajo el cielo estrellado de Nerima, Ranma y Akane compartieron su primer beso real. No fue un beso accidental o forzado por las circunstancias, sino un beso nacido del amor verdadero y la comprensión mutua.

Cuando se separaron, ambos se miraron con nuevos ojos. Ya no eran solo el chico y la chica comprometidos por sus padres. Eran dos personas que se habían visto mutuamente en su esencia más profunda y se habían aceptado completamente.
"¿Qué pasará ahora?", preguntó Akane, apoyando su cabeza en el hombro de Ranma.
Ranma la abrazó, sintiendo una paz que nunca antes había experimentado. "No lo sé con certeza. Pero sé que mientras estemos juntos, podremos enfrentar cualquier cosa."
Mientras la noche caía sobre Nerima, Ranma y Akane permanecieron en el tejado, hablando, riendo y compartiendo sus esperanzas y temores. Por primera vez, ambos se sentían completamente vistos y amados por quien realmente eran.
Y así, bajo un cielo lleno de estrellas, comenzó un nuevo capítulo en la historia de Ranma y Akane. Un capítulo lleno de amor, comprensión y la promesa de un futuro juntos, donde podían ser ellos mismos sin miedo ni reservas.

FIN