Fiera inquieta

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El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando Akane Tendo ya estaba en pie, su energía desbordante imposible de contener incluso a esas horas tempranas. Con movimientos rápidos y precisos, comenzó su rutina de entrenamiento en el dojo familiar, sus puños cortando el aire con determinación feroz.

"¡Hiyah !" gritó, su voz resonando en las paredes de madera. Cada golpe, cada patada, era una expresión de la tormenta interior que constantemente agitaba su ser. Akane era conocida en Nerima como una chica de carácter fuerte, pero pocos entendían realmente la profundidad de sus emociones, la intensidad de sus deseos y frustraciones.

Mientras practicaba, su mente divagaba, como siempre, hacia cierto artista marcial de trenza negra y ojos azules. Ranma Saotome, su prometido por arreglo familiar, el chico que la sacaba de quicio y al mismo tiempo hacía que su corazón latiera más rápido. La relación entre ellos era como una montaña rusa de emociones, llena de altibajos, malentendidos y momentos de inesperada ternura.

"Ese idiota," murmuró Akane entre dientes, lanzando un golpe particularmente fuerte que hizo temblar el saco de arena. "Siempre metiéndose en problemas, siempre rodeado de otras chicas..."

Su concentración se rompió al escuchar un ruido fuera del dojo. Con curiosidad, Akane se asomó por la puerta, solo para ver a Ranma realizando una complicada kata en el jardín. Por un momento, se quedó paralizada, observando la fluidez de sus movimientos, la gracia y poder que emanaba de cada gesto.

Ranma, sintiendo su mirada, se detuvo y volteó hacia ella. Sus ojos se encontraron, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Akane sintió que su corazón daba un vuelco, esa familiar mezcla de irritación y afecto burbujeando en su interior.

"Oi, Akane," saludó Ranma, con esa sonrisa mitad arrogante, mitad tímida que tanto la desconcertaba. "Madrugando como siempre, ¿eh? Espero que no hayas asustado a los vecinos con tus gritos de gorila."

Y así, en un segundo, el momento se rompió. Akane sintió que su rostro se encendía, mitad vergüenza, mitad ira. "¡A quién llamas gorila, fenómeno!" exclamó, agarrando lo primero que encontró a mano - que resultó ser una cubeta de agua fría - y lanzándosela a Ranma.

Con un grito de sorpresa, Ranma no logró esquivar el proyectil improvisado. En un parpadeo, donde antes estaba un joven alto y musculoso, ahora se encontraba una chica pelirroja de baja estatura, empapada y con el ceño fruncido.

Genial, Akane!" se quejó Ranma-chan, escurriendo su camisa. "¿Era realmente necesario?"

Akane, sintiéndose un poco culpable pero demasiado orgullosa para admitirlo, simplemente resopló y dio media vuelta, regresando al dojo. Sin embargo, no pudo evitar una pequeña sonrisa al escuchar los refunfuños de Ranma tras ella. Así era su relación, después de todo: caótica, imprevisible, frustrante... y de alguna manera, perfecta en su imperfección.

Mientras reanudaba su entrenamiento, Akane no podía sacudirse la sensación de que algo iba a cambiar pronto. Su corazón inquieto anhelaba algo más, aunque no sabía exactamente qué. Lo único que sabía era que, de alguna manera, Ranma estaría involucrado. Y eso, más que nada, la llenaba tanto de emoción como de temor.

El día transcurrió con la habitual locura que caracterizaba la vida en el dojo Tendo. Después de clases, Akane caminaba de regreso a casa, su mente un torbellino de pensamientos. Ranma, como de costumbre, la seguía caminando sobre la cerca, manteniendo su equilibrio perfecto.

"Oye, Akane," dijo Ranma de repente, rompiendo el silencio. "¿Qué te pasa hoy? Estás más callada que de costumbre."

Akane levantó la mirada, sorprendida por la pregunta. "No es nada," respondió automáticamente, pero incluso ella podía escuchar la falta de convicción en su voz.

One - shots rankane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora