II. La segunda carta

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Aziraphale tomo la segunda carta y comenzó a leerla.

"Ángel, durante todos los años en el pasado en los que estuvimos separados jamás te extrañé tanto como ahora, quizás porque sé que no volverás. Sé que estás haciendo un gran trabajo en el cielo, sé que no puedes entender mis sentimientos, no miento al decirte que mi caída del cielo parece un juego de niños comparado con el dolor de extrañarte, ya no tengo a mi mejor amigo, mi confidente, mi compañero de aventuras, te extraño tanto que siento que el pecho va a explotarme.

Me hubiera gustado darme cuenta de mis sentimientos mucho antes, poder confesarte mi amor, pero no lo hice y sé que piensas que solo te dije eso para retenerte a mi lado, para retenerte en la Tierra, que te mentí, te aseguro que eso no fue mi intención, quería pasar el resto de nuestra eternidad juntos.

Probar tus labios fue mejor que volver al cielo, me hizo recordar la vez en que te conocí, en tu entusiasmo, tu alegría, tu sonrisa, ya no podré ver ninguna de esas cosas, no volveré a ver tus hermosos ojos azules, más bellos que el cielo, ni tu sonrisa capaz de iluminar mis peores días, no escucharé más tu risa, no te veré leyendo alguno de tus interminables libros, no te podré rescatar cuando te metas en problemas, entonces, trata de no hacerlo más, por favor.

Perdóname ángel por dejarte solo, no habrá bailes suficientes para que me perdones, espero que con el tiempo al menos puedas entenderme. Cada día que he vivido sin ti ha sido una agonía, pensé que podía soportarlo, que podía esperarte, hasta que supe que tú estabas muy bien y que disfrutabas de tu trabajo, entonces lo supe, no volverás a mí.

No te veré en la eternidad Ángel, pero espero que mi ausencia te haga mejor y pueda ser el ángel que siempre debiste ser.

Hasta nunca Ángel, te amo, siempre te he amado y aun cuando mi cuerpo ya no esté siempre te seguiré amando"


A pesar de las lágrimas que corrieron por sus mejillas, se negaba a creer lo que estaba leyendo.

—No, eso no puede ser. Necesito verlo, debemos ir a su departamento, averiguar qué sucede.

Los cuatro fueron hasta el departamento de Crowley, ellas ya habían ido con anterioridad y un día antes, no había nada raro, todo estaba amueblado y con sus plantas, se sorprendieron cuando al entrar no encontraron nada de eso, todo lo que había en el suelo era un termo con motivos de tartán. Aziraphale se puso de rodillas para recogerlo.

El termo estaba vacío, encima de él había una nota y una pluma negra.

"Ángel, espero que algún día puedas encontrar un amor tan maravilloso como el que tú fuiste para mí.

Anthony John Crowley".

"Ahhhhh" se escuchó un grito desgarrador, el arcángel aun en el suelo se aferraba al termo, lloro desconsoladamente, nadie se atrevió a decir nada.

—Es mi culpa, yo le di el agua, no debí hacerlo, jamás pensé que se atrevería.

Después de un tiempo viéndolo llorar por fin pudieron sacarlo del lugar y lo llevaron a la librería, antes de recostarlo en un sillón le pidió Muriel que contactara a Shax.


Se encontró con Shax en la cafetería, ella fue concisa, no sabía nada de Crowley, hace más de dos meses que perdieron su rastro y nadie sabía su paradero.

—Usó agua bendita.

—¿Cómo la consiguió?

—Yo se la di hace años.

Ella se quedó en silencio por varios minutos

—Pero Crowley usó agua bendita para matar a Ligur, recuerdo que lo acusaron en el juicio después del Armagedón. Hastur lo acusó.

Aziraphale estuvo ahí, lo recordaba vagamente.

—Quizás no uso toda el agua bendita.

—Lo hizo, también trato de matar a Hastur pero ya no tenía más agua.

—¿Entonces cómo lo consiguió?

—¿Estás seguro que usó agua bendita?

—No lo dijo explícitamente, pero pude entenderlo. Tú y yo somos de los seres más poderosos y ninguno lo ha encontrado, es claro que ya no está con nosotros.

—Tal vez tiene algún lugar secreto o algo que solo tú conoces.

—¡Alfa centauri! Lo buscaré, aunque lo dudo, yo siempre pude sentirlo. Si sabes algo comunícate.

Después de unos días en la Tierra tuvo que regresar al cielo, aún tenía responsabilidades que cumplir, aún tenía un trabajo, una misión, un puesto por el que lo había dejado todo, cada día se preguntaba si habrá valido la pena.

Buscó en cada estrella posible sin ningún éxito, trataba de concentrarse en su trabajo, pero cuando menos lo imaginaba ya estaba derramando lágrimas, ¿cómo pudo haber dejado a su amigo solo?, ¿por qué no luchó por él? ¿por qué no lo espero? ¿Por qué duele tanto?

Cuando te marchasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora