XI. Verdades

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—Querías darme una lección —dijo casi en un susurro— ¡me querías castigar!

—¡¿Qué?! Por supuesto que no, ¿cómo puedes decir eso? yo, yo te quería esperar, eso es lo que... De acuerdo pongámonos cómodos y escúchame, no llegues a conclusiones sin escucharme.

Aziraphale estaba alterado, tocando la parte baja de su sweater ansiosamente, aunque Crowley tenía razón, estaba sacando conclusiones apresuradas, solo que no sabía que pensar sobre esta situación, trato de calmar su respiración y tras varios minutos se relajo.

Crowley le entregó un té y le pidió que se sentara, sería una plática difícil.

—Cuando te fuiste lo pasé muy mal, como ya debes saber. Nina, Maggie y Muriel me ayudaron mucho y con el tiempo empecé a sentirme un poco mejor. Te extrañaba mucho y me dije a mí mismo que podía esperarte, aunque tú nunca diste señales de volver -recordar seguía siendo doloroso-, un día me encontré con una ángel, no la conocía, no me interesaba saber nada de ustedes así que la ignore, pero volvió a buscarme una y otra vez, así que al final accedí a hablar con ella.

Hizo una pausa, comenzó a caminar por la habitación, sentía que las palabras simplemente no salían de su boca.

—Me amenazó, dijo que yo tenía que desaparecer o tú lo pagarías, al parecer Metatrón estaba furioso por tu trabajo, que siempre estabas distraído, que no acatabas sus órdenes y que era mi culpa, que si la situación seguía así te castigarían, había algo en su mirada y en su voz que no había escuchado en ningún otro ángel, ni siquiera en Gabriel cuando trato de matarnos.

—No lo comprendo, Metatrón jamás  se quejo de mi trabajo, no me llevaba bien con los otros Ángeles, eso es cierto, pero me esforcé mucho por cumplir con el trabajo.

—Mira el caso es que ella me dijo que lo mejor era esconderme, fingir mi muerte y de esa manera tú estarías a salvo y yo también, honestamente no me importaba lo que a mí me podía pasar pero tú estabas en el cielo, no te podía proteger, sabía que habían reforzado la seguridad, era impenetrable. Estaba en pánico, la sentía siguiéndome, merodeando la librería, había algo extraño y al final termine aceptando.

—¿Porque esconderte? ¿Por qué no matarte?

—Me lo he preguntado cada día, matarme era sencillo, acabaría con sus problemas de raíz, simplemente no tengo una respuesta.

—Me dejaste Crowley, tú —comenzó a llorar.

Pocas cosas afectaban a Crowley, pero ver como su amigo lloraba le dolía mucho, tanto que olvidó que el primero en ser abandonado fue él, se sentó a su lado y tomó su mano.

—No era esa mi intención, quería protegerte, ella también me mostró fotos, fotos instantáneas donde Metatrón te estaba gritando, el lucía furioso y tú te veías preocupado y triste. Cuando acepte me otorgó esta cabaña, me dio todo lo que le pedí, tengo internet y con un milagro me ocultó. Fui a Verona, dejé la carta y le pedí a alguien enviarla en dos meses, regrese aquí, estuve recluido aquí durante todo ese tiempo, ella venía muy seguido a verme, más bien a vigilarme y de un día para otro dejo de venir.

—¿Por qué?

—Supongo que fue cuando te marchaste del cielo, sin ti en el cielo ¿para que necesitaba vigilarme? Cada vez que pienso en esta situación tengo más preguntas, pero verte a salvo me hace pensar que tome la mejor decisión.

—¿La mejor decisión? ¿Crees que hacerme sufrir fue la mejor decisión? —se podía notar lo herido que se sentía.

—Esa no fue la intención —solto la mano del ángel— pero sí, lo prefiero antes que verte caer o que el cielo te castigue, Muriel me habló de las jaulas.

—Hace años que no se usan.

—Pero siguen ahí, disponibles para los desobedientes.

Aziraphale sabía que tenia razón, él mismo trato de ordenar su destrucción, sin embargo, Metatrón cancelo la orden sin darle explicaciones.

Crowley sirvió vino y estuvieron tomando en silencio por un largo rato.

—¿Me vas a contar por qué renunciaste?

—Estaba devastado y triste, no podía pensar en nada más que en ti, intenté seguir trabajando como si nada y no pude, así que renuncié. No quería saber nada de los Ángeles, dejé todo listo, pensé que vendrían por mí pero nadie apareció ¿Por qué no volviste cuando ella dejó de venir?

—No tenía forma de saber que tú ya no estabas en el cielo y tenía miedo de contactar a cualquiera y que se enteraran.

—¿Y por qué te decidiste a...?

—¿Salir de mi escondite? —el Ángel asintió— Un día me sentí melancólico, supongo, y busqué la librería en maps, había esta imagen de la calle y tú estabas ahí, no veía tu cara pero era tu cuerpo, te veías diferente pero sabía que eres tú, me preocupé y busqué más información y encontré tu video.

Aziraphale lo miro asombrado y con las mejillas sonrojadas.

—Bueno, al menos sí funcionó.

—Me dolió escucharte, pensé mucho en que debía hacer, aún tenía miedo de volver.

—No puedes llegar a imaginar cómo me dolió perderte, Crowley —otra vez estaba llorando.

—Claro que lo sé, tú me dejaste primero, tú, tú te marchaste. Lo que yo hice fue para protegerte.

—Tal vez yo también lo hice para protegerte.

—Tú los elegiste a ellos antes que a mí, a ellos que siempre fueron una basura contigo —subio el tono de voz— te hicieron de menos toda tu existencia y luego ese idiota te ofrece una zanahoria y tú corriste tras ella.

—Te pedí que me acompañaras, estar juntos.

—¡Ya estábamos juntos! solo que no me aceptas como soy. Yo no soy un ángel, me dolió aceptarlo pero lo hice y no volvería donde tanto daño me habían hecho.

—En ese momento no lo consideré, lo lamento, también quería estar a tu lado solo que, pensé que mi misión como Ángel era hacer lo que ellos me pedían.

Pasó mucho tiempo antes de que alguno se atreviera a hablar.

—¿Quieres algo de cenar? —el Ángel negó— entonces es mejor descansar ¿te importa compartir la cama? o puedo quedarme en el sillón.

—No me importa compartir, adelante te alcanzo en unos minutos.

Cuando te marchasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora