IX. Crepas

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Un ángel y un demonio despertaron de un largo sueño abrazados. Crowley fue el primero en despertar, estaba preocupado por el aspecto de su amigo, él era hermoso pero verlo así, tan diferente, lo había conmovido. Preocupado, acariciaba suavemente su mejilla pálida, se acercó a su cabello, olía a lavanda, queria volver a probar sus labios aunque sabía que no era correcto.

A los pocos minutos Aziraphale despertó, levantó un poco su rostro sonrió y volvió a poner su rostro entre su cuello, quería quedarse así para siempre, convenciendo a su mente de que no era un sueño, de que él de verdad está ahí, que estaba vivo, que sus brazos lo rodeaban y que su olor lo inundaba.

Se quedaron abrazados por varios minutos, sin decir nada, aferrados al otro, nerviosos, melancólicos, esperanzados.

Tocaron a la puerta, el demonio pidió que pasaran, era el servicio al cuarto que había pedido el día anterior mientras esperaba que su amigo llegara.

—Ángel, levántate, llegó el desayuno.

—No quiero, gracias —dijo con los ojos cerrados.

—¿Qué? ¿por qué? te pedí crepas, fruta y un té.

—Solo quiero té, gracias —se incorporo un poco en la cama.

—¿Por qué? tú nunca rechazas las crepas, ni cuando casi pierdes la cabeza.

—Es que no se me antojan.

—¿Que no me estás diciendo? —tomó su rostro para verlo a los ojos.

—La comida sabe mal, solo como algo de vez en cuando, pero todo sabe tan amargo.

—¿Acaso estás enfermo?

Nego con la cabeza

—Sabes que no necesito comer, solo deje de hacerlo.

—Por eso estás tan delgado. No puedes solo dejar de comer, vamos, te acompaño.

A regañadientes se levantó y se sentó en el sillón, Crowley sentado junto a él comenzó a cortar la crepa con los cubiertos, Aziraphale no quería abrir la boca, tras mucho rogarle por fin tomó el bocado, el sabor no era lo que recordaba pero no era tan malo ni tan amargo, el demonio también probó un poco.

—No está tan mal pero es muy dulce para mí.

Alimento a su amigo hasta que por fin terminó su desayuno.

—Deberíamos llamar a Maggie, ayer contesté tu teléfono si no las llamas ahora seguro entrarán por esa puerta en cualquier momento.

Aziraphale sonrió y asintió sabiendo que eran capaz de eso. Maggie estaba muy feliz de escucharlo y de saber que estaban juntos, que Crowley estaba vivo.

—Dile que saldremos de la ciudad, que nos comunicaremos en unos días.

Maggui, al otro lado del teléfono se puso muy nerviosa, la última vez que dijo algo así lo creyeron muerto, entonces Crowley tomó el teléfono.

—Estaremos bien Maggui, te lo prometo. Gracias por preocuparte solo necesito mostrarle algo a Aziraphale.

Cuando colgaron el Ángel preguntó a dónde irían.

—Es un secreto pero para decirte todo debemos ir ahí.

Cuando te marchasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora