VIII. Aziraphale, ¿un sueño?

44 7 0
                                    


Comencé a escuchar una voz en la lejanía "despierta, vamos", "Aziraphale despierta" comencé a moverme lentamente, sentía pequeñas palmaditas en mi mejilla "¡Aziraphale!". No sabía bien dónde estaba pero conocía ese olor, en la poca conciencia que tenía descubrí que estaba en la cama, sentía unos brazos que me sostenían.

"Sé que ya estás despierto, abre los ojos", negué con la cabeza, "¿Por qué no?", "Si esto es un sueño cuando abra los ojos te habrás marchado" contesté.

Me apretó contra su cuerpo en un abrazo.

"No soy un sueño, mírame, por favor", sentía como gotas caían sobre mi rostro y se mezclaban con mis propias lágrimas, él comenzó a limpiar mis mejillas y volvió a acercarme a su cuerpo.

Mis lágrimas no paraban, comenzó a arrullarme tratando de calmarme y sin darme cuenta me quedé dormido, una llamada de mi celular me sacó del trance, él tomó mi teléfono y contestó "él está bien pero está dormido. Le diré que te llamé cuando despierte. Sí, después hablamos Maggie, debo colgar".

Estaba un poco incómodo con la precisión pero no quería moverme, no quería alejarme de sus brazos y solo me volví a acercar a su cuerpo, sentía su calor, podía oir su corazón latiendo y sentía, sentía amor.

"Despierta, Ángel".

"No quiero, me quiero quedarme así".

"Vamos déjame ver tus hermosos ojos".

Lentamente abrí los ojos, la habitación estaba en penumbras y ahí estaba él, era un sueño, una alucinación, no lo sabía pero las lágrimas otra vez atacaron mis mejillas.

—No llores más, por favor.

—¿De verdad eres tú? —le pregunté mientras ponía mi mano en su mejilla.

—Lo soy —limpio mis lágrimas.

Me incorporé un poco quería verlo de frente, tenía el cabello largo hasta los hombros con sus rizos, se veía un poco pálido pero en general lucía muy bien, muy guapo.

Me senté frente a él tocando su rostro, sus manos, su pecho, su cabello.

¿Era real?
¿Estaba vivo?

—¿Por qué te fuiste? ¿porqué me engañaste así?

—Es muy complicado, tenía que hacerlo.

—No tenías que hacerlo, yo iba a volver, solo pensaba en ti.

—Yo no lo sabía, lo único que supe de ti fue por Muriel, ahora ya no importa, dime por favor, ¿a ti qué te pasó? estás muy diferente, tu cabello, tu barba, tu ropa, tu cuerpo.

Agaché la cabeza, sentía una presión en el pecho.

—Sigues siendo maravilloso, solo quiero saber qué te pasó.

—Te perdí —volví a llorar, las lágrimas vinieron con un sonido de dolor, él me abrazó.

—Perdóname Ángel, tuve que hacerlo jamás pensé que te afectaría así, pensé que te estaba protegiendo.

Cuando paré de llorar lo miré a esos hermosos ojos amarillos.

—Prométeme que nunca más te marcharás, Crowley.

—Te lo prometo, Ángel.

—¿Podemos dormir? estoy muy agotado —él asintió.

Me acomodé junto a él y lo abracé, deje que me envolviera en sus brazos hasta quedarme dormido, quizás solo estaba teniendo un sueño y tras esta siesta volvería a la realidad, pues bien, era el mejor sueño y quería disfrutarlo.


Cuando te marchasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora