Cuando Aziraphale llegó a la habitación vio al demonio dormido, encontró ropa cómoda para cambiarse y dormir, una playera negra y unos pantalones que no le quedaron, había perdido peso pero no el suficiente, así que solo se acostó sin ellos. Se acomodó viendo al demonio dormido y comenzó a acariciar su rostro, aprecio sus fracciones, su nariz afiladas, sus labios delgados, sus pómulos, sus pecas, su cabello rizado se sentía suave, acercó su rostro al del pelirrojo, puso su frente junto a la de él y se quedó dormido.
Era más del mediodía cuando Crowley comenzó a despertar, por la noche abrazó al Ángel, tenía uno de sus brazos bajo su cuello y el otro abrazando su cintura, lo tenía de espaldas, trató de zafar su brazo suavemente sin éxito, entonces decidió quedarse en la misma posición, abrazándolo hasta que se despertara. Sentía el calor de su cuerpo y se sonrojó cuando notó que Aziraphale no llevaba pantalones al igual que él, cuando notó el contacto de sus extremidades sintió una especie de electricidad que se instaló en su estómago.
Aziraphale se despertó entre los brazos del demonio, no quería moverse, le habló suavemente para despertarlo, aunque él estaba despierto no quiso contestarle, al no tener respuesta el Ángel tomó la mano que tenía en la cintura y la apretó, se quedaron así un rato, quería más de eso, más de esta posibilidad de estar juntos.
Después de un rato se soltó para quedar de frente al demonio, cuando él noto que el Ángel se movía fingió que estaba despertando.
—¡Hey! —comento asombrado— comenzaba a acostumbrarme a tu barba —había hecho un milagro antes de acostarse.
—Quería sentirme, no sé, fresco.
—Me gusta, así se ven más sus mejillas cuando te sonrojas.
—¡Oye!
—No te cortes el cabello, es como una nube —ambos sonrieron.
—¿Qué quieres desayunar?
—Nada, estoy bien.
—Lo dejaré pasar ahora pero de la comida no te vas a escapar ¿qué quieres hacer hoy?
—Podemos quedarnos un poco más aquí, tengo frío.
—Claro —el demonio lo abrazó y lo acercó a su cuerpo, no dijeron nada solo disfrutaban de la compañía del otro, del calor de sus cuerpos, sus rostros estaban tan cerca que el Ángel le dio un pequeño beso en los labios, era la primera vez que él lo hacía, era una sensación extraña, diferente; al instante se sonrojó y escondió su cara en el pecho de Crowley, él no dijo nada para no complicar más las cosas, su mente era un caos.
Se levantaron, necesitaban hablar aunque tenían miedo, fueron al jardín, el gran orgullo de Crowley. Era un espacio precioso, con una fuente, un arco y todas las plantas más bellas, había un banco en el pórtico, una mesa y sus sillas, se sentaron en éstas y comenzaron a tomar vino.
—Perdóname Ángel, no quería hacerte daño, siendo honesto no creí que te importaría, creí que continuarías siendo un arcángel obediente. Sentía que en verdad te estaba protegiendo. ¿Sabes el pánico que sentí al pensar que podrías caer o lo qué te haría el cielo?
—Hemos estado juntos desde siempre y pensaste que no me importaría lo que te pasará, qué no me dolería perderte.
—No sé, tal vez por todas las veces en que me dijiste que no éramos amigos y que solo era un demonio, me lo restregaste en la cara una y otra vez.
—Lo siento por eso, fue muy estúpido de mi parte decirte esas cosa.
—Pero lo pensabas, pensabas que todo lo que soy se limitaba a ser un demonio. Nunca me ha importado lo que los otros dijeran pero que tú lo pensarás, eso fue doloroso, te ha ayudado, he estado contigo cuando más lo necesitabas, te he salvado la vida más de una vez y aún así solo me veías como un sucio demonio.
Aziraphale tomó su mano.
—Por favor perdóname, perdona mis palabras, perdóname por abandonarte y por no escucharte. Había muchas cosas en mi mente y tenía miedo, sé que me equivoqué y quiero, quiero solucionarlo.
Aziraphale se fue acercando más, quizás era todo el alcohol o el deseo contenido lo que lo llevó a besar a Crowley, un beso corto, un poco torpe, no sabía dónde poner sus manos, Crowley puso su mano en su mejilla.
—Te extrañé Crowley, no quiero volver a perderte —el demonio le dio otro beso corto —¿podrías perdonarme alguna vez?
—¿Cómo sé que no te volverás a marchar?
—No volveré al cielo. Por favor, perdoname —tenia los ojos llorosos.
Crowley quería decirle que lo perdonaba, que todo lo que deseaba era tenerlo de vuelta, protegerlo, adorarlo, que no tenía miedo de ser abandonado de nuevo, pero no lo dijo, solo miró su jardín.
Aziraphale tenía la mirada baja, siempre evitaba las confrontaciones si podía y ahora que su vida, que su mundo había cambiado tanto, trataba de adaptarse y no sabía que quería para el futuro, ni como quería vivir, solo sabía con quién quería hacerlo.
—Crowley, tengo un poco de frío, ¿podemos entrar? —dijo después de un rato.
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Cuando te marchaste
FanfictionCrowley lleva algunos meses ausente de la librería, no es una cuestión extraña, él a veces hacia eso, hasta que una par carta lo cambia todo. ¿Cómo se afronta la ausencia de aquel que tanto se quiere? ¿Cómo se sobrevive a un corazón roto?