III. Crowley

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Habían pasado varias semanas desde que Aziraphale se marchó, en su departamento -que Shax le había devuelto- solo había silencio, se había tomado ya varias botellas de vino y whisky y simplemente decidió ir a dormir. No sabía cuánto tiempo había pasado y ya no le importaba, quería desaparecer, sentir que sus sentimientos se adormecían, que los recuerdos de aquel día se quedaran en el olvido, solo que, cómo se olvidan 6000 años de amistad y aventuras.

La falsa paz que reinaba en ese departamento fue interrumpida por el sonido del timbre, el demonio lo escuchó en lo profundo de sus sueños y lo ignoró, así pasaron unos 5 días, por la mañana alguien llegaba a interrumpir su sueño hasta que no le quedó más remedio que abrir la puerta y alejar al intruso

—¿Qué demonios?

—Señor Crowley, por fin —Maggie pasó sin invitación— vaya qué lugar tan peculiar.

—¿Cómo me encontraste? ¿qué fecha es?

—Han pasado tres meses si es lo que pregunta.

—Mmmmm.

—Encontramos un sobre de cuentas por pagar en la librería, estaba debajo de un librero, cuando Muriel lo encontró decidí venir a verlo para saber si estaba bien.

Crowley fue a la cocina por una botella de vino y dos copas, le ofreció una.

—Yo no tomo.

—¿Qué? Eso es ridículo.

—Tú tampoco deberías hacerlo, creo que ya has tomado suficiente.

—Lo dudo —dijo mientras tomaba de la botella.

—¿Cómo estás?

—Dormido hasta que apareciste.

—¿Cuánto tiempo llevas dormido? Llevo una semana tocando tu puerta.

—Mucho más que eso y cuando te vayas planeo continuar.

—Es lo que quería hablar, creo que debería mudarte a la librería.

—¿Qué, estás loca?

—No, en serio, así podríamos saber dónde estás, hacernos compañía, además Muriel es hummmm, un desastre —mintió con esto último— y la verdad también me siento culpable, si no te hubiéramos dicho que te confesaras tal vez esto no hubiera pasado.

—¿Qué no hubiera pasado? —levantó la ceja— él de todos modos se habría marchado.

—Pero tú no estarías así —lo señaló de pies a cabeza— él es un tonto por dejarte.

—Es su naturaleza, solo creí que... Bueno ya no importa.

—Por favor múdate a la librería, Muriel hace muchas preguntas.

—Lo voy a pensar, ahora quiero seguir durmiendo, cierra cuando te vayas —se fue a su dormitorio.

Maggie se marchó a los pocos minutos dejando una nota en su escritorio, cuando el demonio se despertó la encontró "te veo en la librería".


No estaba seguro del cambio, se quedó varios minutos en el Bentley reflexionando, una de las ventajas era la dotación de vino que había en la librería, la desventaja, demasiados recuerdos.

Llegó a la puerta, la abrió y ahí se quedó, todo llegaba a él como una ráfaga lacerante, tantos momentos, tantos recuerdos. Trató de encontrar el olor que siempre reinaba en la librería, era muy sutil, había sido reemplazada por otros, era obvio que el arcángel no había regresado desde su ascenso.

—Señor Crowley —saludo Muriel con entusiasmo —qué bueno que vino, pase.

Crowley tuvo muchas cosas que escuchar de Muriel, muchas cosas que sin la reserva de vino que estaba tomando no habría podido soportar, le sorprendía mucho el entusiasmo que mostraba, se maravillaba de una forma muy bonita con todo lo que veía y leía.

Al anochecer subieron a los cuartos superiores, Muriel no dormía, solo le gustaba estar acostada mientras leía, le habían adaptado una habitación, aunque estaba repleta de libros. El cuarto de Aziraphale estaba cerrado, el demonio ni siquiera se acercó, entró a su nuevo cuarto y durmió hasta el mediodía.

Su rutina fue más o menos igual por varios meses, dormía, se emborrachaba, ayudaba un poco en la librería, asistía al club de lectura semanal de Muriel donde lo único que hacía era tomar vino, a veces ayudaba a Shax con algún milagro demoniaco, apoyaba a Muriel y le contaba muchas de las cosas históricas que había vivido, contestaba sus preguntas y soportaba que le contara el resumen de cada libro que leía.

Un día por fin se decidió abrir la puerta de la habitación de Aziraphale, el olor casi intacto lo inundó logrando que varias lágrimas cayeran, sabía que el Ángel no dormía pero reposaba su cuerpo en esa cómoda cama y estaba impregnada de él.

Se acostó y sintió todo el peso del dolor, se quedó en esa habitación durmiendo por varios días, sus amigas lo iban a ver, pero al verlo tan tranquilo no se atrevieron a despertarlo.

Cuando por fin despertó se veía diferente, seguía durmiendo mucho y tomando alcohol, pero parecía que se había liberado de cierto dolor, por eso cuando desapareció por tanto tiempo sus amigas se preocuparon y tuvieron mucha razón al hacerlo.

Cuando te marchasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora