Cuando la puerta se cerró Crowley tomó al ángel por la cintura y lo beso, un beso más profundo, pasional, Aziraphale le correspondió el beso y terminaron tumbados sobre el sillón, Crowley comenzó a besar su cuello y bajó su mano hasta su pierna, el ángel no podía negar que se sentía bien pero también se sentía culpable, era un sentimiento extraño para él.
—Crowley no se siente bien —el aludido se alejó apenado.
—Perdón si se me sobrepasé, no pude evitarlo.
Siguieron besandose, besos suaves y llenos de cariño.
La normalidad de ser pareja nunca fue algo a lo que alguno de los dos podría permitirse siquiera soñar, no cuando eran un ángel y un demonio, enemistados, en misiones de bandos enemigos, no cuando casi mueren tras detener el armagedón, no cuando Aziraphale se marchó al cielo y mucho menos cuando Crowley desapareció. Soñar e ilusionarse no era algo que alguno podría permitirse, hasta que el momento llegó y solo se dejaron llevar.
Sus días juntos los pasaban platicando del pasado, de sus experiencias, de lo que vivieron mientras no estuvieron juntos. Aziraphale a veces se pedía entre las páginas de algún libro y a veces, o casi siempre leía en voz alta, mientras su amigo se recostaba en sus muslos hasta fundirse en un sueño profundo.
Crowley llevaba al ángel a un pequeño mercado local donde los granjeros intercambiaban su mercancía, podían conseguir algunas verduras, frutas y carne y comenzó a cocinar para el ángel, éste renegaba cada que le habla de comida aunque siempre terminaba aceptándola y se sentía satisfecho de que poco a poco la comida que no pudo probar durante más dos años volvía a tener sabor, Crowley le cocinaba con empeño y cariño y muchos besos eran casi siempre su recompensa.
Por las tardes se envolvían en mantas y salían al jardin, se instalan en la banca del pórtico y veían el atardecer, a veces con un té y café, a veces con vino o whiskey, Aziraphale siempre lo elogiaba por el hermoso jardín. Al anochecer se iban juntos a la cama, Crowley siempre lo envolvía en sus brazos, era la mejor parte de su día, saber que estaban juntos, que se le permitía tocar lo más preciado en la Tierra para él. Había algunos intercambios de besos, algunos simples, algunos llenos de pasión, aunque nunca fueron más allá, no hasta que el Ángel estuviera listo.
Y despertar con Aziraphale aun en sus brazos, aferrado a su delgado cuerpo, poder olerlo, tocarlo, besarlo, era más de lo que creyó que la vida le otorgaría y se permitió sentirse satisfecho, se permitió soñar con una eternidad así, una eternidad llena de momentos de felicidad y cariño.
Y entonces, las palabras que lo hirieron la primera vez se manifestaron de nuevo, "nada dura para siempre".
Tomaban vino en la sala cuando su ángel habló.
—¿Cuándo volveremos? —preguntó el ángel.
—¿Cómo?
—¿Cuándo volveremos a la librería?
—Ángel, no quiero volver.
—¿Por qué no? Somos libres.
—Precisamente por eso —se levantó y fue hasta un pequeño escritorio y sacó un sobre— quería que esto fuera una sorpresa pero ya que estás tocando el tema —le entregó el sobre.
Aziraphale lo tomo y sacó los documentos, los examinó, no estaba entendiendo nada.
—¿Qué es esto?
—Nos compré una cabaña, está cerca de Edimburgo pero lo suficientemente alejada para tener privacidad, hay un hermoso lago cerca, tiene un gran jardín, es muy amplia, podemos destinar una habitación solo para la mayoría de tus libros, es acogedora y la podemos modificar a nuestro gusto, te va encantar.
Hubo un silencio, la confusión en el rubio se reflejaba en su rostro.
—¿Porqué?
—Porque me gusta esta vida y quiero que ahí tengas algo para ti, tu propio espacio, con tu música y tus libros.
—Yo no te pedí que hicieras esto.
—Tampoco me pediste que te salvará de la guillotina, pero lo hice, por ti, porque me importas.
—¿No extrañas a tus amigas?
—Claro que lo hago, podemos solo visitarlas.
—Yo quiero volver a la librería, allá está mi vida.
—Puedes tener una vida aquí —señalo la foto donde se apreciaba la cabaña— conmigo —el Ángel se le quedó mirando.
—No entiendo ¿porque quieres esto?
—Me gusta esta vida.
—Tenemos una vida en Londres.
—Te estoy diciendo que podemos tener una vida así, sin nadie que nos moleste, sin misiones, puedes tener tus libros, podemos, no lo sé, solo estar juntos —el Ángel parecía desconcertado, la tensión era muy fuerte— ¿Quieres tener una vida conmigo?
El silencio se extendió por todo lugar, Aziraphale bajo la mirada.
—Nada ha cambiado ¿verdad? —dijo el demonio con tristeza— después de todo lo que pasamos, todo lo que dijimos, todo lo que nos hicieron y sigues teniendo miedo, sigues sin dejarte llevar y sin aceptar lo que sientes.
—Sigo siendo un ángel.
—Un ángel que me ha besado una y otra vez, un ángel que duerme en mis brazos por las noches.
—Siento que esto está mal.
—Tienes razón, está mal. Está mal que me besaras, que me ilusionaras, que me hiciera creer que sentías algo más que amistad. Te preocupa tener una relación conmigo pero no te importa ilusionarme.
—No es así.
—Lo es, Aziraphale, me has ilusionado con tus gestos, con tus palabras, con tus acciones, el problema no es si estamos en la librería o aquí o en un nuevo lugar, el problema es que tú no quieres estar conmigo, quieres que vuelva contigo para no sentirte solo, porque te acostumbraste a mí, no porque me quieras.
—¡Claro que te quiero!
—Ah, sí, déjame adivinar, me quieres como amigo.
—Sí —su voz sonaba triste.
—Si, déjame decirte algo de los amigos, ellos no se besan, no sin herir al otro y eso es lo que has vuelto a hacer.
—Solo quiero que todo sea como antes.
—Ya nada es como antes, te declaré mi amor y pensé, después de estos días juntos, que era correspondido y resulta que no. -el demonio ya tenía lágrimas en las mejillas- Deberías marcharte, el escudo es celestial, no deberías tener problemas para irte con un milagro a tu amada librería.
Crowley se fue a su habitación, azotó la puerta, se recostó tratando de callar todas las voces que le hablaban, esas que lo llamaban tonto e iluso; el dolor era muy intenso y sabía que no se iría con facilidad, después de un rato se quedó dormido.
Se despertó con los brazos vacíos.
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Cuando te marchaste
FanfictionCrowley lleva algunos meses ausente de la librería, no es una cuestión extraña, él a veces hacia eso, hasta que una par carta lo cambia todo. ¿Cómo se afronta la ausencia de aquel que tanto se quiere? ¿Cómo se sobrevive a un corazón roto?